El sábado por la mañana, una mujer de 32 años caminaba junto a su hija de 12 por un camino a la vera de una ruta en San Pedro, a unos 250 km de Posadas, Misiones. De repente frenó un auto blanco a su lado, se bajó un hombre, quien golpeó con un palo a la mujer en la cabeza e intentó raptarla.
La hija logró salir corriendo y empezó a los gritos, lo que hizo al atacante retroceder en sus pasos y abandonar la escena de inmediato.
La madre radicó la denuncia y a las pocas horas se detuvo a un hombre, dueño de un Volkswagen blanco como el que habían descrito: se trataba del sujeto equivocado, a las pocas horas recuperó la libertad.
Unos cincuenta minutos después de la liberación, la policía del departamento de San Pedro tomó conocimiento de la aparición de una niña en estado crítico de salud en un descampado de Pozo Azul a escasos kilómetros del incidente anterior.
La chica se encontraba moribunda, con fuertes golpes en su cuerpo y con síntomas de haber sido violada. Fue trasladada de inmediato al Hospital Pediátrico de Posadas, donde finalmente se constataron las lesiones vaginales. También se comprobó que el agresor había intentado ahorcar a la niña con un mecanismo de intento de asfixia con sus manos.
La niña, de 6 años, estaba caminando junto a la ruta en compañía de su hermana de 12. Ambas son hijas de una familia de agropecuarios y se encontraban en camino a hacer las compras en un almacén. Al momento de ser abordadas por un hombre con un palo, la mayor de las chicas logró escaparse, pero la menor fue atrapada y puesta a la fuerza dentro de un mismo auto blanco.
"Los vecinos me avisaron que había pasado algo. Salí corriendo y me encontré con la más grande toda ensangrentada porque le pegaron feo con un hierro en la cabeza y mi hija más chica no estaba con ella. No sabemos quién es el tipo, ni por qué eligió a mi nena, pero lo que le hizo no tiene perdón, pido que se haga justicia porque es algo que uno no desea que le pase a ninguna familia", afirmó la madre de las niñas ante la prensa local poco después del hecho.
Una vez consumados los dos ataques y de acuerdo al testimonio de algunos testigos, todas las miradas apuntaron a Franco Emanuel Sotelo, un joven de 24 años de la zona, que ya había sido acusado de cometer crímenes sexuales anteriormente y que se encontró prófugo desde la aparición de los casos.
Autoridades de la provincia de Misiones desplegaron así una búsqueda voraz por todo el departamento de San Pedro para poder encontrar a Sotelo. Por ende, se desplegaron patrullas en las unidades de Eldorado, San Vicente y Bernardo de Irigoyen. En total, se contó con la colaboración de unos 300 policías.
Se inició así una búsqueda frenética que encontró todo tipo de matices. Después de que los investigadores redujeran el campo de búsqueda, se detectó que el prófugo había recibido ayuda desde las propias fuerzas de seguridad para escapar.
Cuando los investigadores estaban a punto de detenerlo en su casa del barrio Los Kiris, un suboficial de la zona le envió un mensaje con el celular a la madre de Sotelo: "Decile que se las tome; la Policía lo busca por algo grave". De acuerdo a las primeras versiones, el policía mantenía una amistad con una de las hermanas del prófugo. El hombre también fue detenido y podrá ser acusado por encubrimiento.
Mientras la policía intentó durante el domingo y el lunes dar con el sospechoso, se logró secuestrar en Posadas el auto de su propiedad. Allí dentro se encontró una pata de cabra, que se supone que es el objeto contundente con el que golpeó a todas sus víctimas.
Sotelo volvió a salir a la luz recién el lunes, cerca de la rotonda de acceso a Guarupá. Allí, un comerciante dijo haberlo visto con un saco en la mano: "Estaba con pantalón de vestir. Noté que tenía sangre en el hombro y en una mano. Me compró una gaseosa y me pagó con 100 pesos. Enseguida llamamos a la policía, podía ser peligroso", comentó el dueño del local. Al abandonar el almacén, Sotelo se metió en el medio de un eucaliptal, que se cree que fue su refugio para esconderse durante casi 24 horas.
El desenlace de la historia comenzó a escribirse el martes al mediodía. El encargado de un galpón vio a un hombre sentado dentro del mismo. Así llamó de inmediato a la policía, que apareció a los pocos minutos. Al entrar en diálogo, uno de los oficiales reconoció a Sotelo por uno de los tatuajes en su brazo, lo que hizo que el sospechoso saliera corriendo en dirección a la Ruta Nacional Nº 12.
Después de correr unos minutos a la vera de la ruta, Sotelo se dignó cruzarla. Fue entonces cuando terminó siendo arrollado por un camión que se dirigía en dirección Garupá-Candelaria. "Salió de golpe, no me dio tiempo a maniobrar", afirmó el conductor luego.
Sotelo murió en el instante y pareció ponerle fin a una historia trágica de cuatro días. Los investigadores no pudieron determinar aún si el sospechoso se quiso suicidar o fue víctima de un accidente.
Mientras tanto, la niña de 6 años se encuentra todavía en estado crítico y pelea por su vida.
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