Las imágenes respiran sobre las paredes blancas de la Usina del Arte, en la mañana inesperadamente fría de marzo y mientras el viento nos recuerda que el río está ahí nomás. Muchas de esas tomas son conocidas: para los que tenemos cierta edad hay rostros, paisajes, gestos, sombras y geometrías que a su manera modelaron no sólo nuestra forma de mirar el arte sino también nuestra forma de ver la vida. Las fotos de Henri Cartier-Bresson (1908-2004) son alma, Biblia y ABC del fotoperiodismo y del reportaje fotográfico; son crónica, ensayo y filosofía. Emocionan.
Desde hace algunas semanas, 133 fotografías del gran maestro Cartier-Bresson esperan que vayamos a verlas. Forman parte del patrimonio artístico del que fue el gran ojo sutil del siglo XX y componen, en su selección, un gran mapa político, social, artístico e intelectual de su tiempo. El artista que capturaba el momento justo, el que palpitaba el instante, estuvo ahí donde se necesitaba buscar el clima más allá del acontecimiento.
Cautivo durante la Segunda Guerra, en la España paupérrima, en la China que esperaba a Mao y su revolución; en la Unión Soviética posterior a la muerte de Stalin, en los primeros años de la construcción del Muro de Berlín, en el frente financiero de EE.UU. y también en el sur olvidado del imperio estadounidense, a través de sus fotos el artista francés consiguió borrar toda frontera geográfica a través de su humanismo, sus concepción de la justicia y su sentido de la estética.
Desde sus ideas de izquierda, registró miradas y cuerpos de hombres, mujeres y chicos en composiciones únicas en las que no deja de adivinarse su primera fascinación con el dibujo. La muestra porteña regala un desayuno en el campo que recuerda a Manet, mujeres cubiertas por velos, prostitutas que venden desnudeces, aristócratas que acuden a la coronación del rey Jorge y también el final de la guerra con sus revelaciones de denuncias y traiciones.
Sus retratos son también un recorte de la trama de la literatura y el arte del siglo que le tocó atravesar: Sartre, Samuel Beckett, Colette, Ezra Pound, Henri Matisse, Pierre Bonard, Carson McCullers, un jovencísimo Truman Capote. "Lo que Cartier-Bresson daba a sus sujetos era un aire, una aureola, una seducción", escribió el filósofo Jean Luc Nancy en un libro que recoge algunos de sus célebres retratos.
Esa aureola y esa seducción permanecen como regalo en la mirada de sus protagonistas y en la magia de las tierras y los cielos que Cartier Bresson fotografió para desafiar al tiempo. Organizada por la Fundación Cartier-Bresson y la agencia Magnum (fundada por el mismo Cartier-Bresson junto con Robert Capa, George Rodger y David Seymour), la exquisita muestra itinerante que ilumina los días en La Boca puede verse todavía por algunas semanas más, antes de que parta a Bogotá.
*La muestra Henri Cartier-Bresson puede verse en la Usina del Arte y el Museo del Cine hasta el 2 de abril. Horarios: de martes a jueves, entre las 14 y las 19 y de viernes a domingo, entre las 12 y las 21. Visitas guiadas: sábados, domingos y feriados a las 16. Inscripción: institucionalusina@buenosaires.gob.ar. Pedro de Mendoza 501, entre Caffarena y Benito Pérez Galdós. Entrada gratuita.
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