
Las rutas marítimas comerciales son el corazón del comercio global. Cada año, mueven miles de millones de toneladas de mercancías —desde materias primas hasta productos terminados— un motor logístico indispensable.
Sin embargo, la actual situación geopolítica en torno al conflicto Irán‑Israel ha puesto en alerta el Estrecho de Ormuz, un canal marítimo estratégico cuya estabilidad condiciona el flujo del comercio y el precio internacional de la energía.
Las rutas marítimas más importantes del planeta
- Estrecho de Malaca (Sudeste asiático) → Por este paso pasan cerca del 25 % del comercio marítimo mundial y aproximadamente un cuarto del petróleo transportado por vía marítima . Su estrechez—algunos tramos de apenas 2,8 kilómetros—lo convierte en un enorme cuello de botella.
- Canal de Suez – Mar Rojo (Egipto) → Es un atajo esencial entre Asia y Europa, evitando rodeos extensos por África. El 12 % del comercio mundial transita por allí, incluida buena parte de la carga intercontinental.
- Canal de Panamá → Conecta los océanos Pacífico y Atlántico, reduciendo sustancialmente los tiempos de navegación entre Asia y América; es fundamental para el comercio de contenedores.
- Estrecho de Gibraltar → Sirve de puerta entre el Mediterráneo y el Atlántico, siendo crucial para el paso de mercancías entre Europa, África y el resto del mundo.
- Cabo de Buena Esperanza → Alternativa cuando rutas como Suez o Malaca están bloqueadas o congestionadas. Aunque más largo, es una solución en escenarios de crisis, como los recientes bloqueos en el Mar Rojo.
- Ruta del Mar del Norte (Ártico) → Vía emergente conectando Oceanía, Asia y Europa con más rapidez gracias al deshielo. Aunque sigue siendo una pequeña fracción del comercio, su uso crece por su eficiencia.
- Estrecho de Ormuz (Golfo Pérsico) → Paso por el cual transita cerca del 20–25 % del petróleo mundial en dirección a mercados de Asia, Europa y América.
Estas rutas definen el mapa logístico del comercio internacional. Cada interrupción, ya sea por guerras, piratería, accidentes o fenómenos climáticos, desestabiliza la red global vista desde una perspectiva sistémica.
Estrecho de Ormuz: foco de tensión por el conflicto Irán – Israel
En mayo de 2025, el Estrecho de Ormuz, que une el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, quedó en el epicentro del conflicto regional entre Irán e Israel. Aunque aún no fue cerrado, la escalada bélica ha provocado alertas generalizadas entre navieras y aseguradoras.
Autoridades navales internacionales advirtieron sobre posibles interferencias electrónicas y riesgos de seguridad para embarcaciones cercanas a la costa iraní.
A raíz de esa tensión, las tarifas para navíos tanque (VLCC) más que se duplicaron en apenas una semana, disparándose de 20.000 a 48.000 dólares diarios. Al mismo tiempo, los costos para portacontenedores de largo radio crecieron hasta un 60 %.
Aunque el tráfico continúa fluyendo —avalado por coaliciones navales internacionales que patrullan la zona— la desconfianza sobre el futuro mantiene una tendencia alcista en las primas de seguro y en el precio del petróleo.
¿Qué consecuencias traería un cierre del Estrecho de Ormuz?
Una eventual clausura llevaría a una reestructuración de rutas comerciales, forzando a los cargamentos a rodear África vía Cabo de Buena Esperanza, agregando entre 10 y 14 días al viaje. Esto aumenta los tiempos de entrega, encarece el combustible y puede provocar congestiones en puertos alternativos.
El paso por Ormuz representa cerca del 20 % del transporte global de petróleo. Su bloque prolongado dispararía el precio del crudo global, con potenciales aumentos en los combustibles y un efecto cascada en los costos de transporte y producción.
Otra posible consecuencia tiene que ver con las iterrupciones en las cadenas de suministro. Sectores que dependen de insumos del Medio Oriente —desde petroquímicos hasta fertilizantes— verán afectada su producción. Esto repercute en industrias como la agricultura, salud, automotriz y tecnología, con riesgos de escasez y retrasos.

Por otro lado, podría haber una reconfiguración en los valores de las aseguradoras y los transportistas. Las primas de seguro podrían estabilizarse en rangos más elevados a mediano plazo. Según expertos, una crisis prolongada podría alterar los mapas de riesgo marítimo y condicionar rutas de manera permanente.
El posible impacto inflacionario también suma preocupaciones. Aumentos en los costos logísticos y energéticos pueden presionar los precios al consumidor. Unl informe de una de las agencias internacionales de calificación crediticia más importantes advierte que incluso los volúmenes de carga seca podrían mantenerse planos en 2025 por estos factores.
¿Qué sigue y cómo prepararse?
Especialistas logísticos recomiendan como medida inmediata la diversificación de rutas, combinando transporte marítimo, aéreo y terrestre para reducir vulnerabilidades. Además, la planificación estratégica de inventarios, con centros alternativos y mayor precaución en el reaseguro de navíos, es vital para anticipar cualquier contingencia.
También se sugiere fortalecer los acuerdos diplomáticos y el monitoreo satelital de buques en zonas sensibles, así como reforzar patrullas internacionales de seguridad marítima. Organismos multilaterales como la Internacional Maritime Security Construct (IMSC) están incrementando sus operaciones en la región.
Las grandes rutas marítimas son el soporte invisible del comercio mundial. El Estrecho de Ormuz no solo transporta petróleo, sino que sostiene el pulso energético y logístico del planeta. En un contexto de alta tensión geopolítica, se pone a prueba la resiliencia de las cadenas de suministro globales. El cierre de este canal alteraría drásticamente los tiempos, costos y equilibrio económico de múltiples sectores, recordándonos que la seguridad de una ruta puede definir la estabilidad de una economía entera.
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