Los productos que viajan más que vos: rutas insólitas del comercio exterior

La merluza, el cacao, los langostinos, el denim y las papas son algunos de los productos que más kilómetros recorren a lo largo de su cadena productiva

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Mientras los consumidores buscan productos
Mientras los consumidores buscan productos frescos y accesibles, muchas veces desconocen las largas travesías que han recorrido antes de llegar a sus manos (Ilustración: Movant Connection)

Si unas vacaciones a tres destinos en un mismo mes fueron una hazaña, puede sorprender saber que hay productos que recorren distancias mucho mayores antes de llegar a su destino final. En el comercio exterior, la globalización y la optimización de costos han generado rutas logísticas tan intrincadas que algunos productos podrían ostentar un pasaporte con más sellos que cualquier viajero frecuente.

El viaje de la merluza: de Argentina a China y de vuelta

Uno de los casos más emblemáticos es el de la merluza argentina. Pescada en el Atlántico Sur, esta especie suele ser enviada a China para su procesamiento. Allí es fileteada, empaquetada y enviada nuevamente a mercados como Europa o incluso de regreso a Argentina para su comercialización. La razón de este viaje es el menor costo de la mano de obra china, que hace rentable este viaje intercontinental a pesar de la ironía de devolver el producto a su origen.

De cacao africano a chocolate suizo: una travesía con retorno

El cacao es uno de los productos más viajeros del mundo. Producido principalmente en Costa de Marfil y Ghana, la mayoría de los granos de cacao son exportados a Europa, donde son procesados y convertidos en chocolates de alta gama, especialmente en Suiza y Bélgica. Lo curioso es que una parte de ese chocolate regresa a los países productores, pero ahora con precios significativamente más altos debido al valor agregado del proceso industrial.

Los langostinos de Ecuador y su insólito viaje de ida y vuelta

Ecuador es uno de los principales productores de langostinos del mundo. Sin embargo, muchas de sus exportaciones no van directo a la mesa de los consumidores. En muchos casos, los langostinos ecuatorianos son enviados a países asiáticos como Vietnam o Tailandia, donde se los limpia y se los empaqueta para luego ser reexportados a Europa o Estados Unidos. La logística parece absurda, pero los costos laborales y las normativas de procesamiento hacen que este circuito tenga sentido económico.

El denim que cruza medio planeta

El clásico jean elegido por gran parte de la sociedad podría haber recorrido el mundo antes de llegar al armario de cada consumidor. El algodón puede ser cosechado en Estados Unidos, enviado a China o Bangladesh para ser convertido en tela, luego a un tercer país como Vietnam o Pakistán donde se confecciona la prenda, y finalmente distribuido en mercados como Europa o América Latina. En algunos casos, incluso vuelve a EE.UU. o a su país de origen como producto final.

Las papas de Europa que viajan a África para convertirse en papas fritas

Las papas cultivadas en países como Bélgica o Países Bajos pueden ser exportadas a África para su procesamiento en forma de papas fritas congeladas y luego vendidas nuevamente en el continente europeo o en cadenas de comida rápida de todo el mundo. Un ejemplo de cómo los procesos industriales buscan la eficiencia en lugares inesperados.

La merluza argentina suele ser
La merluza argentina suele ser enviada a China para su procesamiento, donde es fileteada, empaquetada y enviada nuevamente a mercados como Europa o incluso de regreso a Argentina para comercialización (Foto: Shutterstock)

¿Por qué sucede esto?

A simple vista, estas rutas pueden parecer ilógicas, pero responden a una combinación de factores:

  • Costos laborales y operativos: El procesamiento en ciertos países puede ser más barato que en otros, incluso considerando los costos de transporte.
  • Especialización industrial: Algunos países tienen tecnologías o capacidades que hacen que ciertos procesos sean más eficientes.
  • Barreras comerciales y regulaciones: Algunas normativas hacen que sea más conveniente producir en un país determinado antes de exportar a otro.
  • Aprovechamiento logístico: La optimización de rutas permite llenar contenedores y evitar viajes en vacío.

En síntesis, el comercio exterior es un entramado de decisiones logísticas, financieras y estratégicas que desafían la intuición. Mientras los consumidores buscan productos frescos y accesibles, muchas veces desconocen las largas travesías que han recorrido antes de llegar a sus manos. Nunca está de más conocer el recorrido que hacen ciertos productos para llegar a su destino final. Contar con esa información puede beneficiar al consumidor, ya sea para definir la decisión de compra, la planificación y, cuando no, como simple curiosidad.