La desconexión entre los procesos registrados y lo que realmente ocurre en la realidad, es una de las principales problemáticas que identifica Lucía, a la hora de, por ejemplo, comunicar a los proveedores de tecnología la dinámica operativa de las empresas logísticas.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan las empresas logísticas hoy?
La verdad es que cuando te llaman, casi siempre hay un problema: desorganización, procesos mal ejecutados o controles insuficientes. Esto impacta directamente en la atención al cliente y en el manejo del inventario. Los problemas suelen estar relacionados con el desorden en los procesos, fallas en la comunicación y ambientes laborales hostiles. También se dan conflictos culturales internos que generan tensiones innecesarias.
Un gran desafío es la incorporación de tecnología. Muchas empresas no la implementan correctamente, lo que termina rompiendo procesos o generando confusión entre los empleados. Cuando los sistemas no se respetan, se crea frustración, y quienes deberían enseñar a usar estas herramientas terminan perpetuando errores. Creo firmemente en la necesidad de monitorear los procesos, mantenerlos y garantizar que la tecnología sea una estructura fija que aporte estabilidad.
¿Es necesario trabajar primero en la cultura organizacional antes de implementar tecnología?
Sin duda. Todo cambio comienza con una evaluación profunda de la cultura de la empresa. Esto incluye hablar con jefes, operarios y otros involucrados para entender el flujo real de los procesos y validar que la información sea precisa.
La resistencia al cambio es natural, pero puede minimizarse con una buena gestión. Es crucial que los empleados no perciban la tecnología como una amenaza. Los operarios, por ejemplo, suelen temer por sus trabajos, pero mi enfoque es mostrarles los beneficios: “Esto te va a facilitar las cosas, no es algo negativo”. Al final, el objetivo es que todos se sientan parte del proceso y no que lo vean como algo impuesto.
¿Cuál es el rol del liderazgo en este contexto?
En general es difícil para las compañías encontrar a la persona indicada dentro de su plantel para llevar adelante estos proyectos, no por falta de gente profesional o idónea, sino que muchas veces les falta tiempo para llevar adelante estos cambios de manera integral, trabajando con todos los niveles de la empresa. He visto equipos muy capaces que, por falta de tiempo o recursos, no logran implementar mejoras significativas.
Muchas veces, contratar consultores externos es una solución más efectiva que sobrecargar a los equipos internos. Porque estos profesionales entran y resuelven los problemas evitando generar costos fijos, como los asociados a los empleados permanentes, lo que resulta especialmente útil cuando las empresas enfrentan demandas fluctuantes.
¿Cómo se está utilizando la inteligencia artificial (IA) y otras tecnologías en logística?
Aunque hay una clara intención de incorporar IA, todavía no se ha adoptado masivamente. Por ejemplo, la IA es útil para pronosticar demandas y planificar inventarios, pero su implementación está limitada a empresas grandes. Algo que considero prometedor es el uso de drones para controlar inventarios, debido a que pueden evaluar volúmenes de palets y detectar discrepancias, aunque todavía necesitan complementarse con inspecciones humanas.
En cuanto a la última milla, algunos sistemas ya integran IA para calcular tiempos de entrega en función del tráfico y otros factores. Sin embargo, muchas empresas ni siquiera han adoptado sistemas básicos como WMS (sistemas de gestión de almacenes) o TMS (sistemas de gestión de transporte), lo que las aleja de aprovechar plenamente la IA.
¿Cuáles son las claves para optimizar las cadenas de suministro?
Primero, es fundamental entender los procesos de punta a punta. Muchas empresas no conocen a fondo sus propias operaciones, lo que dificulta implementar mejoras. Segundo, hay que identificar qué funciona y qué no, ajustando continuamente los procesos mediante indicadores clave (KPIs) que midan el rendimiento.
Un problema común ocurre al adquirir sistemas de gestión. Muchas empresas no saben explicar sus procesos a los proveedores de software, lo que genera expectativas irreales y costos inesperados. Mi rol como consultor es mapear y documentar detalladamente los procesos para evitar sorpresas. Esto ayuda a alinear las necesidades del cliente con las capacidades del sistema desde el principio.
¿Cómo ves el futuro de la logística en 2025?
Soy optimista. Espero un crecimiento significativo en el sector, impulsado por la incorporación de tecnologías y la profesionalización continua. La apertura de las importaciones también generará movimiento, lo que obligará a las empresas a adaptarse y mejorar.
Cada vez más, la logística está ganando protagonismo. Hoy se habla de ella incluso en contextos cotidianos, lo que refleja su relevancia creciente. Este reconocimiento, junto con la exigencia de entregas más rápidas y eficientes, impulsará mejoras constantes en el sector. Estoy convencida de que la logística se consolidará como un área estratégica clave para el desarrollo económico y social.