En tiempos de cambio y transformación, Gaby nos comparte claves para gestionar nuestras emociones y desarrollar estrategias prácticas que ayuden a superar el estrés en sectores demandantes como la logística y el comercio exterior.
¿Qué evaluación hacés sobre la relación actual entre la inteligencia artificial y las habilidades humanas?
Desde hace varios años, incluso antes de formarme en educación emocional en España, ya se hablaba de un futuro laboral dominado por los robots. En ese marco, comprendí que a las personas se les iba a pedir una nueva caja de herramientas. Por eso decidí especializarme en educación emocional y profundizar en el mundo de las neurociencias.
El avance de la inteligencia artificial nos invita a adaptarnos, aprender y rediseñarnos constantemente. Esto tiene un impacto directo en el bienestar, la empleabilidad, la toma de decisiones y las relaciones humanas. Afortunadamente, contamos con la neuroplasticidad, que nos da la posibilidad de aprender y transformarnos a lo largo de toda la vida. Las habilidades propiamente humanas, como la empatía, la adaptabilidad y la capacidad de liderar equipos, son y serán fundamentales en este entorno cambiante.
¿Estamos preparados para enfrentar estos cambios o nos resistimos a ellos?
Biológicamente, estamos diseñados para la supervivencia, lo que explica la resistencia al cambio. Y nuestra educación ha sido lineal y predecible, pero hoy el mundo es incierto y disruptivo. Una pregunta que suelo hacer en ese sentido es: ¿por qué invertimos tanta energía en evitar el cambio si aprender implica precisamente cambiar? Muchas veces nos quedamos “incómodamente cómodos” en situaciones conocidas, aunque no nos favorezcan.
Para superar esta resistencia, es necesario entrenar nuestro cerebro de manera positiva, incorporar nuevos hábitos y abandonar aquellos que ya no nos convienen. Estar en piloto automático nos ahorra energía, pero también nos limita. La clave está en hacer pausas conscientes y entrenar nuestra capacidad de atención para rediseñar nuestras respuestas ante el cambio.
¿Qué estrategias pueden ayudarnos a predisponernos mejor al cambio?
En mi concepto de “gimnasia emocional”, insisto en que la práctica diaria es esencial. El compromiso personal con el cambio debe ser constante y reflejarse en nuestra agenda. Así como programamos actividades físicas, debemos destinar tiempo al entrenamiento mental: tomar pausas, reflexionar y desacelerar el ritmo en la toma de decisiones.
En las empresas, muchas personas se sienten atrapadas en las urgencias cotidianas, sin tiempo para pensar estratégicamente o innovar. Por eso, es fundamental redefinir prioridades, dar espacio al pensamiento y fomentar la creatividad. La pausa y el silencio son aliados clave para tomar buenas decisiones y proyectar un futuro mejor. Prepararse para el mediano y largo plazo permite enfrentar los desafíos con más seguridad y claridad.
¿Qué habilidades serán clave en el futuro laboral?
El futuro requiere habilidades humanas esenciales como la empatía, la conexión interpersonal y el pensamiento crítico. Estamos hiperconectados digitalmente, pero el sentimiento de soledad es mayor que nunca. Por eso, el trabajo en equipo y las relaciones humanas adquieren una relevancia fundamental.
Además, necesitamos desarrollar la flexibilidad mental, la capacidad de adaptarnos y de discernir en un mundo saturado de información. Desde una perspectiva neurocientífica, cultivar relaciones y fomentar encuentros sociales aumenta los niveles de oxitocina, que contrarresta el estrés y mejora nuestro bienestar. El autoliderazgo también es crucial: antes de liderar a otros, debemos inspirarnos y motivarnos a nosotros mismos.
¿Qué recomendaciones darías a quienes trabajan en logística y comercio exterior?
En sectores tan demandantes como la logística y el comercio exterior, es esencial priorizar el autocuidado y gestionar adecuadamente las agendas. Estas actividades suelen estar llenas de imprevistos y variables incontrolables, por lo que es fundamental enfocarse en aquello que sí podemos controlar y evitar desgastarnos con lo que está fuera de nuestro alcance.
Es importante también reconocer que el estrés no siempre es negativo; hay un nivel de estrés que nos activa y motiva, pero debemos evitar llegar al extremo que conduce al “burnout”. Recomendaría a los profesionales del sector que sigan aprendiendo y sumando herramientas, ya que cuanto más preparados estén, más seguros y efectivos serán ante la incertidumbre del entorno laboral.
¿Cómo creés que va a evolucionar la interacción entre tecnología y habilidades humanas?
Aunque la inteligencia artificial seguirá avanzando, también crece la necesidad de espacios de encuentro y aprendizaje colaborativo. La pandemia nos demostró cuán valioso es el contacto humano. Si bien podemos aprender de manera autodidacta, la inteligencia colectiva que surge en entornos grupales es insustituible.
Por otro lado, el bienestar será una prioridad creciente. Volver a lo básico, a lo natural, será clave: exponernos a la luz solar, caminar en la naturaleza y cuidar nuestra salud mental. Y la neuroplasticidad será nuestra gran esperanza, ya que nos permite adaptarnos y seguir aprendiendo a lo largo de la vida. Al final, como digo siempre, el futuro es de quienes aprenden, no de quienes simplemente acumulan conocimientos. Entrenemos nuestra mente para estar siempre abiertos al cambio y al crecimiento.