La relación con proveedores, la importancia de la confianza en el comercio internacional y las particularidades del sector de autoservicios mayoristas destacan en el análisis que comparte Melina en esta entrevista otorgada a Movant Connection. También aborda la necesidad de adaptación frente a las flexibilizaciones regulatorias y las proyecciones de cara al 2025.
¿Cómo fue tu recorrido en el mundo del comercio exterior?
Voy a cumplir casi 20 años en comercio exterior. Comencé como asistente en una agencia de despachantes de aduana y, a lo largo de los años, recorrí diversos sectores. Trabajé en retail, en una pyme que manejaba tanto importaciones como exportaciones, y también en el rubro textil y en un trader. Esta diversidad me permitió experimentar todo el ciclo, desde una importación hasta una exportación, y conocer las particularidades de cada rubro.
Haber trabajado en diferentes sectores me dio una visión integral del comercio exterior. Cada experiencia aportó algo único, desde entender la logística y los trámites aduaneros hasta manejar relaciones con proveedores internacionales. Esto me ha preparado para adaptarme a las constantes exigencias del mercado.
¿Identificás algún denominador común entre las diferentes industrias en las que trabajaste?
En todos los casos se trataba de sectores activos, dinámicos y de muchos cambios. Este es un campo que requiere adaptarse rápidamente a nuevos contextos regulatorios y políticos. Trabajar en comercio exterior implica estar en alerta permanente, ya que cada modificación puede impactar en la forma en que se gestiona la importación o exportación de productos.
Además, la necesidad de estar actualizados es constante. Cada gobierno trae nuevas normativas y regulaciones que afectan el comercio. Esto exige flexibilidad y creatividad para superar los obstáculos y mantener el flujo de mercaderías sin interrupciones.
¿Cómo se conecta el comercio exterior con el retail?
El vínculo es muy fuerte, ya que una gran parte de los productos que se ofrecen en retail son importados. Esto exige que estemos alineados a cualquier cambio regulatorio para mantener las operaciones fluidas y los costos bajos, con el objetivo final de beneficiar al consumidor. Además, en el sector de retail, entre el 70% y 80% de los productos non-food son importados, mientras que los productos alimenticios suelen ser mayormente nacionales.
Esto implica que el comercio exterior es clave para garantizar la variedad de productos en las tiendas. Cada retraso en la cadena de suministro puede impactar directamente en las ventas y en la satisfacción del cliente final. Por eso, la gestión eficiente de las importaciones es crucial.
¿Qué impacto considerás que tienen las importaciones en la industria nacional?
Hay dos enfoques. Por un lado, la competencia entre productos importados y nacionales siempre está presente. Por otro, muchas empresas buscan innovar importando productos que no se producen localmente. Este enfoque no solo genera nuevas opciones para los consumidores, sino que también permite a las empresas diferenciarse en el mercado.
Es importante encontrar un equilibrio. Mientras que las importaciones aportan diversidad y competitividad, también debemos fomentar la producción local para fortalecer la economía. Ambas estrategias pueden coexistir si se gestionan adecuadamente.
¿Cómo han cambiado tus operaciones con las recientes flexibilizaciones normativas?
Estas flexibilizaciones han facilitado mucho las operaciones, desde la reducción de tiempos de trámite hasta la mayor agilidad en el despacho de mercadería. Esto permite proyectar nuevos objetivos, buscar proveedores internacionales y optimizar la logística para tener los productos en tienda en pocos días. En comparación con 2023, cuando algunos productos estuvieron hasta cuatro meses en puerto, el cambio es significativo y se refleja positivamente en los costos.
Este contexto también abre la posibilidad de explorar nuevos mercados y diversificar la oferta. Además, la rapidez en los procesos nos permite enfocarnos en mejorar la calidad del servicio y cumplir con los compromisos de abastecimiento de manera más eficiente.
¿Cómo se gestionan las diferencias culturales y lingüísticas con los proveedores extranjeros?
El idioma inglés es el puente, pero es vital que los mensajes sean claros y concisos. Esto reduce los malentendidos y asegura que ambas partes entiendan exactamente lo que se necesita. Con el tiempo, también se construyen relaciones de confianza con los proveedores habituales, lo que agiliza la gestión y mejora los resultados.
Esta confianza se traduce en una mejor comunicación y en una colaboración más efectiva. Con proveedores nuevos, el proceso es más lento, pero con el tiempo se logra establecer un vínculo que beneficia a ambas partes.
¿Qué expectativas tenés para 2025?
Si las flexibilizaciones se mantienen, proyectamos un aumento significativo en las importaciones, especialmente en retail. La clave estará en innovar continuamente, introduciendo productos nuevos que respondan a las demandas de los consumidores. Este crecimiento no solo beneficiará a las empresas, sino también al país, al impulsar la economía y generar mayores oportunidades.
Creo que el futuro del comercio exterior en Argentina depende de la capacidad de adaptarnos y aprovechar estas flexibilizaciones. Si logramos mantener esta tendencia, podrán abrirse nuevas puertas para el crecimiento económico y la mejora en la calidad de vida de las personas.