En diálogo con Movant Connection, Joan detalla los cambios que están generando las tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, el blockchain y la robótica. Además, reflexiona sobre los desafíos que enfrentan los Estados para adaptarse a estos avances y la importancia de mantener el equilibrio entre lo humano y lo tecnológico en un sector en constante evolución.
¿Qué impacto están teniendo las tecnologías emergentes en la logística y el comercio exterior?
Las tecnologías emergentes están actuando como catalizadores de cambios en muchas industrias, como la logística y el comercio exterior. Estas herramientas generan cambios que obligan a toda la cadena de valor a adaptarse de manera constante. Por ejemplo, la inteligencia artificial (IA) procesa grandes volúmenes de datos y genera modelos predictivos que permiten optimizar la planificación logística y anticipar posibles interrupciones en la cadena de suministro. Esto resulta crucial en mercados donde la eficiencia y la predictibilidad pueden marcar la diferencia entre éxito y fracaso.
Además, tecnologías como el Internet de las cosas (IoT) y el blockchain están mejorando la transparencia y el control. El IoT, a través de sensores y dispositivos conectados, permite monitorear en tiempo real el estado y ubicación de los productos. Por su parte, el blockchain está revolucionando el comercio internacional al trazar toda la cadena de producción y distribución de un producto, garantizando su autenticidad y aumentando la confianza de los consumidores. Estas herramientas no solo optimizan procesos, sino que también responden a una demanda creciente de mayor visibilidad y transparencia en las operaciones logísticas.
¿Cuáles son las principales dificultades de los Estados para adaptarse a los cambios tecnológicos en estos sectores?
La velocidad a la que avanzan las tecnologías supera a la capacidad de los Estados para adaptarse e integrarlas en sus marcos regulatorios y operativos. A menudo, los procesos gubernamentales, como los controles aduaneros o las inspecciones agrícolas, siguen dependiendo de métodos tradicionales, como documentación en papel, lo que ralentiza las operaciones. Esto genera una brecha significativa entre lo que las tecnologías pueden ofrecer y lo que se implementa efectivamente en la práctica.
Además, la innovación tecnológica requiere de una modernización del sector público que muchas veces queda relegada por la coyuntura económica o política. La capacidad de un Estado para incorporar tecnologías como blockchain, IA o IoT depende no solo de recursos técnicos y económicos, sino también de una visión estratégica que priorice la eficiencia y la transparencia en sectores clave como la logística y el comercio exterior. Sin esta modernización, se limita el impacto positivo de la tecnología en estas industrias.
¿Qué impacto tiene, o puede tener en el futuro, la robótica en este rubro?
La robótica es un tipo de tecnología que quizá no tiene tanta visibilidad como otras pero que está ganando mucho terreno en aplicabilidad real. Este año vimos muchas promesas para el año que viene sobre la posibilidad de fabricar robots humanoides que puedan reemplazar a los humanos principalmente en tareas repetitivas.
Esto plantea un panorama donde el trabajo manual repetitivo va a tender a desaparecer, siendo reemplazado por soluciones automatizadas. Sin embargo, esta transformación también genera debates sobre el futuro laboral y la necesidad de adaptar las habilidades humanas para aprovechar este nuevo entorno tecnológico.
¿Cómo encontrar el equilibrio entre lo humano y lo tecnológico en esta era de transformaciones?
Aunque la tecnología avanza rápidamente, las habilidades humanas como la intuición, la creatividad y la capacidad de tomar decisiones en contextos inciertos siguen siendo insustituibles. La tecnología debe ser vista como un copiloto que potencia las capacidades humanas, no como un reemplazo. Por ejemplo, aunque un algoritmo puede predecir tendencias, no puede replicar la sensación en el estómago que a menudo guía las decisiones más acertadas.
El desafío está en encontrar un punto de equilibrio que permita integrar la tecnología sin deshumanizar los procesos. Esto implica evitar extremos: ni un entusiasmo ciego por el solucionismo tecnológico ni una resistencia conservadora al cambio. Lograr este balance es esencial para maximizar los beneficios de ambas dimensiones, permitiendo que la tecnología potencie el talento humano en lugar de eclipsarlo.
¿Qué podemos esperar de las tecnologías en los próximos años?
El futuro inmediato apunta hacia una integración cada vez más naturalizada de las tecnologías en nuestra vida cotidiana. Desde teléfonos con IA integrada hasta bancos que implementan blockchain de manera casi imperceptible, la tecnología seguirá evolucionando en segundo plano, simplificando procesos y mejorando la eficiencia sin que necesariamente seamos conscientes de su avance.
Este proceso también trae debates sobre el futuro laboral, educativo y ético. En ese marco, sectores como la logística y el comercio exterior tienen la responsabilidad de liderar esta transformación, encontrando un equilibrio que maximice la innovación sin perder de vista el impacto humano.