En un contexto de constantes cambios, la agroindustria busca formas de adaptabilidad. Desde reformas en las regulaciones de importación y exportación hasta negociaciones entre productores e intermediarios, Gustavo detalla algunas de las medidas que está tomando hoy en día el sector. A partir de su experiencia en la producción avícola ofrece, en esta entrevista con Movant Connection, una mirada completa de la situación.
¿En qué consiste tu trabajo vinculado con el comercio exterior y el abastecimiento de insumos para la agroindustria?
En la industria avícola, los galpones de cría y producción necesitan de un insumo clave para el desarrollo de los animales: las cortinas. Este producto se diseña y se fabrica, principalmente, en el extranjero.
Hoy en día, hay muchas empresas que ofrecen el galpón en su totalidad, desde la infraestructura hasta la instalación. En estos casos, los productores solo se encargan de los cimientos en los que se edifica el galpón.
La cortina, por su parte, se comercializa en rollos de distintos tamaños y gramajes. Más allá del tamaño, lo que suele tener más importancia es el gramaje, el grosor de la tela. Cuanto más alto es el gramaje, mayor resistencia tiene la cortina. Esto influye mucho en regiones donde las condiciones climáticas son más adversas y facilitan la ruptura de la tela.
Las cortinas son un factor clave justamente por esto. Durante los primeros 60 o 70 días del ciclo de vida del pollo, que es lo que dura la crianza, la temperatura tiene que mantenerse estable y evitar los valores bajos. Las cortinas, que se regulan según la hora del día, ayudan a mantener la temperatura dentro del galpón.
¿Cuál es tu mirada sobre la situación actual de la industria avícola y su comercio exterior?
En Entre Ríos, zona que visité recientemente, los productores están expectantes a lo que puede traer el 2025. Justamente, una comisión de representantes de la zona viajaron a China con el objetivo de expandir el mercado.
El ciudadano chino es uno de los consumidores avícolas más significativos para el comercio de nuestro país. En China consumen el pollo en su totalidad, incluyendo patas, picos y menudencias. Al igual que con la industria porcina, llevan todo al frigorífico.
Sin embargo, la comercialización últimamente estuvo en pausa. Tanto frigoríficos como compradores extranjeros estuvieron esperando una mejora en el precio del dólar, que es con lo que se compra el producto al frigorífico. Los granjeros, por su parte, tuvieron ciertos desencuentros con los frigoríficos porque, hasta mediados de año, estos últimos compraban el pollo a un valor muy bajo.
En octubre esta situación mejoró, pero quedaron muchos pollos sin faenar y, en consecuencia, sin vender. Tanto productores como intermediarios esperan que el año próximo se abran las exportaciones y mejore la situación económica, porque la inversión que tienen que hacer para producir es muy grande.
¿Qué impacto tienen las regulaciones de importación y exportación en tu línea de trabajo?
En el rubro de la agroindustria, muchos de los insumos son importados. Los materiales con los que trabajo son de origen coreano y chino. Hoy en día, las trabas de importación juegan un papel importante en todo esto, pero la esperanza es que en 2025 haya más flexibilidad.
Con las regulaciones actuales, pagarle a un proveedor es un trámite complejo. Con Brasil, por ejemplo, se llegó a comercializar bajo 90 o 180 días de plazo. Ahora, ese plazo no alcanza los 30 días, pero mayormente los proveedores piden que las operaciones se lleven a cabo con pago anticipado.
Una solución que encontramos a esta problemática es trabajar con fondos en garantía con los proveedores. Con estos fondos en su poder, que equivalen a un embarque, los productores nos permiten embarcar los insumos y logramos completar “la rueda”.
La logística de las importaciones es un factor que hay que tomar con mucha seriedad. Una vez que la mercadería llega al puerto, hay que retirarla en forzoso lo más rápido posible, porque si no después no te dan los costos. Informarse sobre las regulaciones de la aduana y de las particularidades de cada medio de transporte es clave.
Más allá de las nuevas regulaciones y del ordenamiento, lo ideal sería gestionar un buen marco para las importaciones de maquinaria y de abastecimiento de materias primas. Años atrás ha sucedido que, ante la apertura de las importaciones, el productor industrial se convirtió en importador. Y ese no es el objetivo. Lo ideal es encontrar un equilibrio entre la industria manufacturera local y las importaciones de aquello que, con nuestra tecnología, no podemos producir.
Durante mi trayecto por la industria del calzado pude experimentar en primera persona este proceso. Teníamos un equipo de trabajo muy bueno, una fábrica excelente y productos de muy buena calidad. Pero al ser una empresa internacional y operar en distintos países, había algunos productos comercializados por la marca que solo con las tecnologías de las fábricas de Argentina no se podían producir. En esa instancia, entraban en juego las importaciones.
¿Cuáles son tus proyecciones a futuro como agente de comercio exterior?
En nuestros planes está sumarnos, en cierta forma, a las operaciones logísticas. Hay muchas empresas que tienen dificultades al momento de importar insumos porque no pueden registrarse como entidades importadoras. Lo ideal sería operar como intermediarios entre estas empresas y los mercados extranjeros.
En estos casos, es esencial estar en constante contacto con los agentes aduaneros y estar al tanto de las regulaciones. Hoy en día, entre tantas barreras burocráticas y especificidades de la industria, contar con un intermediario y tomarse el tiempo necesario para gestionar la inteligencia logística de la operación es esencial.