Con un historial de políticas proteccionistas y un enfoque agresivo en la defensa de los intereses económicos de EE. UU., se espera que Trump impulse nuevas medidas que podrían desencadenar una escalada de conflictos comerciales similares a las vividas durante su mandato anterior.
El primer indicio de esta renovada postura proteccionista se observó en sus recientes discursos públicos, donde Trump dejó clara su intención de priorizar el “Made in America” y revisar los acuerdos comerciales existentes que, según él, perjudican la economía estadounidense.
Entre las medidas potenciales se barajan el aumento de aranceles sobre productos chinos y nuevas sanciones a empresas tecnológicas, acciones que podrían replicar la tensión económica de 2018-2019.
Impacto en la cadena de suministro global
De concretarse estas políticas, los efectos sobre la cadena de suministro internacional podrían ser considerables. Las rutas comerciales que unen a las dos mayores economías del mundo verían un aumento en los costos de transporte y posibles retrasos en la entrega de mercancías, afectando tanto a importadores como a exportadores. Las empresas que dependen de componentes y productos provenientes de China podrían enfrentar mayores dificultades para mantener sus operaciones a precios competitivos.
El sector logístico también se vería impactado por la necesidad de reajustar rutas y contratos, lo que implicaría un incremento en los tiempos de tránsito y en la demanda de transporte multimodal. Las navieras, aerolíneas de carga y empresas de transporte terrestre tendrán que adaptarse rápidamente a un escenario de creciente incertidumbre.
América Latina: entre retos y oportunidades
La posible intensificación de la guerra comercial podría presentar tanto retos como oportunidades para los países de América Latina. Por un lado, la región podría beneficiarse si China decide diversificar sus fuentes de importación de materias primas y productos intermedios, abriendo nuevas puertas a los exportadores latinoamericanos. Por otro lado, los países que dependen de insumos y productos importados de EE. UU. o de la economía china podrían enfrentar problemas de abastecimiento y alzas de precios.
Nuevas estrategias de resiliencia y alianzas comerciales
Ante este posible escenario, muchas empresas podrían recurrir a estrategias de nearshoring y regionalización para reducir la dependencia de rutas comerciales tradicionales.
Esto implicaría un mayor protagonismo para los acuerdos regionales y tratados como el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) y los convenios con la Unión Europea. La búsqueda de socios comerciales más cercanos geográficamente podría fortalecer la integración regional y fomentar nuevas inversiones en infraestructura logística.
Reacción de China y adaptación de la industria
China, por su parte, podría responder a estas políticas con medidas de represalia, fortaleciendo sus lazos comerciales con otros países y promoviendo la autosuficiencia en sectores clave como la tecnología y la industria manufacturera. La diversificación de sus socios comerciales sería una estrategia clave para minimizar el impacto de las restricciones de EE. UU.
Los expertos coinciden en que la industria global debe prepararse para un período de volatilidad. Las empresas logísticas y de comercio exterior tendrán que mantenerse flexibles y proactivas, buscando nuevas maneras de asegurar la continuidad de sus operaciones en medio de posibles barreras arancelarias y tensiones geopolíticas.
La reelección de Trump y su potencial guerra comercial con China marcarán un nuevo capítulo en el comercio exterior y la logística global. Las empresas que logren adaptarse rápidamente, diversificar sus fuentes de suministro y fortalecer alianzas estratégicas serán las mejor posicionadas para enfrentar los retos de un entorno cada vez más incierto.