En diálogo con Movant Connection, Esteban aborda la gestión de los residuos metálicos en la industria siderúrgica y destaca la relevancia que puede tener ese insumo de cara a las crecientes demandas de sostenibilidad a nivel global.
¿Cómo describirías las características de la producción de acero y sus desafíos asociados?
El acero se divide en dos grandes grupos productivos: aceros planos y aceros largos. Además de esos grupos productivos, también existen diferentes tecnologías para producirlo, el acero puede realizarse mediante tecnologías como altos hornos, que es un proceso más contaminante y sigue representando más del 90% de la producción mundial.
Sin embargo, en Argentina, la mayoría de las acerías usa hornos eléctricos que funcionan con una combinación de mineral virgen y chatarra. Históricamente, el porcentaje de chatarra que se utilizaba era menor, de alrededor del 30%, pero esa cantidad fue aumentando motivada principalmente por la necesidad de descarbonización y la reducción de costos.
¿Qué desafíos enfrentan las empresas siderúrgicas en términos de sustentabilidad?
El desafío de la descarbonización es clave para todas las empresas, especialmente para las de productos básicos como el acero, que tienen una alta incidencia en la huella de carbono. Aunque ser “verde” resulta antieconómico en el corto plazo, las inversiones en tecnología y procesos más limpios son inevitables para cumplir con los compromisos medioambientales a los que cada vez se apunta más a nivel mundial. En ese sentido, la chatarra colabora directamente en la alineación de los objetivos industriales con las exigencias ambientales.
La chatarra permite generar 200 veces menos emisiones de CO₂ que la producción a partir de mineral virgen. Esta ventaja ha llevado a muchas empresas a maximizar su uso en la medida de lo posible. Además, este insumo tiene un valor muy bajo en comparación con el de los productos terminados, por lo que la logística presenta un fuerte impacto en su costo.
¿Cómo es la logística de la chatarra?
La mayoría de la chatarra proviene de Buenos Aires y la región centro del país, donde se concentra la actividad industrial que genera los residuos de acero. Para transportarla, utilizamos bateas chatarreras. Para optimizar la logística, aprovechamos los retornos vacíos de las unidades que distribuyen productos terminados. Sin embargo, no siempre es posible por diferencias en las capacidades de carga y la naturaleza dispersa de la chatarra.
Por otra parte, nuestra planta cuenta con un puerto propio, lo cual nos permite recibir el mineral de hierro por barco directamente en nuestras instalaciones mediante una cinta transportadora. Esto optimiza el proceso de abastecimiento y reduce costos de transporte.
¿Qué estrategias han implementado para optimizar la cadena de suministro de residuos metálicos?
Hasta hace algunos años nos proveíamos de un proveedor grande. Luego, decidimos diversificar nuestros proveedores y abrir depósitos propios. Esto nos permite adquirir chatarra directamente de recolectores, siempre y cuando cumplan con los requisitos legales.
Hoy en día contamos con cinco depósitos de chatarra que consolidan nuestras compras y permiten una gestión más eficiente del suministro. Esta diversificación y formalización nos ha permitido crear un canal de suministro más robusto y flexible.
¿Existe un comercio internacional de chatarra?
En el mundo hay un mercado activo de chatarra, y países como Brasil son demandantes debido a su propia producción siderúrgica. Sin embargo, en Argentina actualmente no se permite la exportación de chatarra, lo cual podría cambiar en el futuro debido a la apertura económica que promueve el Gobierno.
Este es un riesgo importante para las empresas de esta industria ya que exportar chatarra podría aumentar su valor y dificultar la obtención de esta materia prima para la producción nacional. La situación se agrava por la competencia con el acero chino, que ha llevado al cierre de acerías en otras regiones, como en Chile recientemente.
¿Qué relevancia creés que puede tener la utilización de este insumo en el futuro de la industria siderúrgica?
La utilización de los desperdicios metálicos seguramente tendrá un rol importante en el objetivo de desarrollar la economía circular. Eso se debe a que, en Argentina, alrededor del 85% del metal reciclable que utilizamos proviene de obsolescencia, es decir, de vehículos, electrodomésticos o infraestructuras desmanteladas que han llegado al final de su vida útil. Además, este tipo de material tiene la ventaja de poder ser reciclado indefinidamente sin perder sus propiedades.
Por todo eso, la utilización de residuos metálicos puede constituirse como una estrategia central para garantizar el suministro de insumos y promover un modelo de producción más sustentable y competitivo.
En ese marco, mirando hacia el futuro, la gestión eficiente de este recurso posiblemente tienda a volverse cada vez más relevante. Por lo que, si podemos seguimos optimizando nuestra logística para aprovechar al máximo los materiales reutilizables, la industria siderúrgica seguramente estará cada vez más preparada para enfrentar los desafíos de sostenibilidad y descarbonización que se avecinan.