Argentina ante una oportunidad de mejorar su posicionamiento y reputación en el comercio internacional

Marcelo Elizondo, presidente de la International Chamber of Commerce (ICC) en Argentina y miembro de su Executive Board Mundial, nos brinda su mirada especializada sobre el presente del comercio global y el posicionamiento actual del país, así como sus expectativas de cara al futuro

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Marcelo Elizondo es presidente de
Marcelo Elizondo es presidente de la International Chamber of Commerce (ICC) en Argentina y miembro de su Executive Board Mundial (Foto: Movant Connection)

Las cuentas pendientes de nuestro país para mejorar su desempeño en los mercados globales, en un contexto de profundos cambios en el que el sector privado toma cada vez mayor relevancia, son algunos de los temas estratégicos que Marcelo analiza en esta entrevista exclusiva con Movant Connection.

¿De qué se trata la ICC y cuál es su rol?

La International Chamber of Commerce (ICC) es la organización que representa al sector privado para los temas mundiales. Estamos presentes en 180 países, incluida Argentina, donde representamos a las empresas ante los gobiernos y ante los organismos mundiales de la globalización y trabajamos acompañándolas en el tratamiento de las grandes problematicas globales.

¿Qué proyectos están llevando a cabo actualmente en Argentina?

En el país estamos impulsando distintas iniciativas. Una de ellas es la digitalización de toda la normativa, instrumentos públicos y documentos del comercio exterior.

El comercio exterior se ha digitalizado en lo privado, pero en lo público todavía hay muchas normas, procedimientos y documentos en papel, y desde ICC estamos promoviendo en todo el mundo una iniciativa que llamamos “Digital Standards Initiative”, para que todo se digitalice y, además, que esa digitalización sea uniforme, de modo que haya compatibilidad entre las digitalizaciones de todos los países.

También en nuestro país estamos impulsando un instrumento denominado “Carnet ATA”, el cual permite las importaciones temporarias de productos que entran por un periodo acotado de tiempo al país y luego se van. Esto es especialmente útil, por ejemplo, para conciertos, producciones audiovisuales, eventos deportivos, juegos olímpicos, campeonatos mundiales, eventos culturales, para ferias y exposiciones.

Estamos trabajando crecientemente en muchos planos, también en acompañar a las empresas para apoyarlas en el cumplimiento de los requisitos que está imponiendo la nueva economía global.

Las cadenas de valor están cambiando sustancialmente y ahí entendemos que hay que asistir a las empresas en temas técnicos, en provisión de información, en contactarlas con los que están generando las nuevas tendencias y finalmente en lo que se llama “advocacy”, vinculado a influir o crear conciencia sobre causas sociales o ambientales.

¿Cúal es tu mirada sobre la actualidad del marco global en que se desarrolla el comercio exterior?

Hoy el mundo presenta cinco grandes tendencias: la revolución tecnológica que modifica el modo en el cual se produce, se comercia, se invierte y se trabaja.

Una profunda modificación de los factores de poder económico, a través de la cual las empresas han pasado a ser los actores más poderosos del planeta, los grandes transformadores de la realidad que, a la vez, han modificado las cadenas de valor.

En tercer lugar, una creciente influencia de la geopolítica en la economía, la cual está modificando el modo en que se comportan los mercados y se relacionan entre sí.

En el cuarto, la irrupción de los estándares de calidad como gran requisito de exigencia para competir internacionalmente.

Y finalmente, en quinto lugar, la inestabilidad. El mundo es inestable, es volátil y hay que adaptarse a ello.

"Las empresas han pasado a
"Las empresas han pasado a ser los actores más poderosos del planeta, los grandes transformadores de la realidad", describe Marcelo Elizondo, como una de las grandes tendencias que muestran los mercados globales (Imagen: Movant Connection)

¿Cómo está posicionada Argentina en este escenario mundial?

Nuestro país está en transición, tras años de cometer muchos errores. Desde el año 2001 hasta acá, la Argentina perdió dos tercios de su participación en el stock de inversión extranjera directa planetario. Cuando comenzó el siglo, en el año 2001, estaba en el 0.9% de todo el stock de inversión extranjera directa del mundo, mientras hoy está en el 0.3%.

En materia de comercio internacional, estamos con una participación muy baja de nuestras exportaciones en el total de exportaciones mundiales. La última medición anual marcó que apenas el 0,22% de todo el comercio mundial fue generado en Argentina, mientras que cuando empezó el siglo el país generaba el 0,41% y, hace 80 años, generaba el 0,85%.

Por otro lado, Argentina tiene un problema de reputación, ya que hace mucho tiempo que ha traicionado la confianza de empresas inversoras a las cuales se les han modificado los contratos de inversores financieros, y es un país que ha declarado ocho o nueve veces la cesación de pagos de su deuda pública, con shocks de inestabilidad, devaluaciones o hiperinflaciones, que han afectado mucho el interés económico. Todo esto pone a la reputación argentina en un estado crítico.

¿Cuáles son las deudas pendientes para comenzar a revertir este mal posicionamiento del país en los mercados internacionales?

Considero que la agenda que está impulsando el gobierno del presidente Milei tiene un rumbo acertado, que básicamente yo diría que tiene tres planos, la estabilización macroeconómica, la agenda de la desregulación y la reinserción internacional.

Argentina tiene muchos pendientes, pero lo primero es que la transformación genere bases sólidas, que no dependa de acontecimientos accidentales o incluso de un liderazgo político.

Para eso, hay que crear instituciones que garanticen la estabilidad macroeconómica, que garanticen este sistema regulativo en el cual el sector privado prevalece sobre el sector público, que garanticen la internacionalidad a partir de pactos con terceros, que garanticen un Estado eficiente, pequeño, pero que presta los servicios que tiene que prestar.

Los países que prevalecen en el tiempo no dependen de liderazgos providenciales, sino de instituciones permanentes.

En relación a la agenda del Gobierno, te diría que lo más contundente en términos de pendiente es el cepo cambiario, que representa un obstáculo por dos razones. Primero, porque implica restricciones cambiarias y los negocios con ese tipo de restricciones no se llevan bien. Y en segundo lugar, porque la permanencia del cepo genera la sospecha de que hay algo no resuelto y, como consecuencia, un riesgo a correr.

La Argentina tiene que mejorar su infraestructura y hay mucha inversión pendiente, inversión pública y también inversión privada que permita mejorar la capacidad tecnológica del sector privado argentino.

¿Y en cuanto a las empresas privadas?

El país tiene que tener empresas mundiales que no tiene. De las 100 mayores multinacionales latinoamericanas solo seis son argentinas, mientras que alrededor de 30 son Brasileñas y Mexicanas.

Además, Argentina tiene que mejorar sustancialmente la capacidad humana, las habilidades de las personas en el desempeño laboral. Para eso tenemos que tener un sistema político menos conflictivo, más armónico, que permita avanzar en reformas de manera menos dramática.

Pero lo más importante es tener empresas de alcance mundial, lo que nosotros no tenemos. Contamos con apenas 15 empresas que exportan más de 1000 millones de dólares por año y apenas 60 que exportan más de 100 millones de dólares. Sin empresas mundiales no se participa en las cadenas globales de valor de manera eficaz.

¿Cuáles son tus expectativas de cara al futuro del comercio exterior argentino?

El mundo está cambiando y, en ese contexto, le está dando oportunidad a países que antes se equivocaron, que quedaron retrasados y que hoy, a partir de oportunidades como las que la Argentina tiene, pueden emerger.

Nuestro país puede ofrecer minerales, energía, alimentos, tiene muy buen capital humano en la economía del conocimiento y eso está siendo visto.

El mundo vive cambios de de una profundidad y de una velocidad como pocas veces se ha visto. Nunca hubo tantos hechos disruptivos tan cercanos en el tiempo, uno detrás del otro, y la revolución tecnológica es el principal factor que acompaña eso.

Y esos cambios no son solamente económicos, sino que están creando una nueva sociedad mundial.

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