Agroexportaciones argentinas crecieron 21% interanual en septiembre

Las exportaciones del sector agroindustrial argentino registraron un incremento interanual del 21% en septiembre de 2024, marcando un avance significativo respecto al mismo período del año anterior.

Así lo informaron la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entidades que agrupan a las principales empresas del sector, responsables del 48% del total de exportaciones del país. El monto liquidado en septiembre alcanzó los 2.480 millones de dólares, lo que también representa un aumento del 1,2% en comparación con el mes de agosto de 2024.

El ingreso de divisas ha mostrado una tendencia creciente desde la implementación del régimen de dólar exportador en diciembre de 2023, impulsado por precios internacionales favorables para los granos y aceites, junto con el impacto de plagas y condiciones climáticas adversas que afectaron las cosechas de maíz y soja. No obstante, el sector enfrenta desafíos como una alta capacidad ociosa en la industria aceitera y márgenes de ganancia negativos que complican la rentabilidad a largo plazo.

El informe de CIARA-CEC subraya que el ingreso mensual de divisas permite a las empresas seguir comprando granos a los productores a los mejores precios posibles, lo cual es fundamental para mantener la competitividad en un mercado internacional dinámico. La liquidación de divisas en el sector agroindustrial está directamente relacionada con la compra de granos que luego serán exportados, ya sea en su estado natural o tras un proceso de transformación industrial.

Por otra parte, se explica que la mayor parte de las divisas ingresa con antelación a la exportación de los productos. En el caso de los granos, el ingreso se produce alrededor de 30 días antes de la exportación, mientras que para los aceites y harinas proteicas, este plazo puede extenderse hasta los 90 días. Las cifras mensuales de exportación no siempre reflejan con precisión las operaciones comerciales, ya que están influenciadas por las condiciones del mercado en meses anteriores. A pesar de esto, el régimen del dólar exportador ha sido clave para que las empresas del sector logren un equilibrio en su flujo de divisas.

A pesar del aumento en las exportaciones y la entrada de divisas, el sector agroindustrial argentino enfrenta problemas estructurales que limitan su capacidad de crecimiento sostenido. Uno de los principales es la elevada capacidad ociosa en la industria aceitera, que en algunos casos alcanza el 70%. Esto se debe a factores internos y externos, como la falta de infraestructura adecuada, las barreras arancelarias impuestas por otros países y las exigencias fitosanitarias que limitan las exportaciones de productos agroindustriales.

A esto se suma la constante presión de los costos de insumos, que han tenido un impacto significativo en la rentabilidad de las empresas. Los márgenes de ganancia en el sector son reducidos, y la mayoría de las empresas operan en un contexto de márgenes negativos, lo que afecta su capacidad para invertir en tecnología y procesos que optimicen su producción.

En este sentido, CIARA y CEC destacaron que la situación de capacidad ociosa y los márgenes negativos son problemas que persisten a lo largo de todo el ciclo comercial de los granos y derivados. Aunque los precios internacionales han mejorado, la estructura de costos en Argentina sigue siendo un obstáculo para el pleno aprovechamiento de los recursos productivos del país.

A pesar de los desafíos que enfrenta, el complejo oleaginoso-cerealero sigue siendo uno de los sectores más importantes para la economía argentina. En 2023, este sector aportó el 50,1% del total de exportaciones del país, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Entre los productos más exportados se encuentran la harina de soja, el maíz y el aceite de soja, que siguen siendo los principales generadores de divisas.

No obstante, para sostener su crecimiento a largo plazo, será necesario abordar los problemas estructurales que limitan su capacidad productiva. Esto incluye mayor inversión en infraestructura, mejoras tecnológicas y mayor integración con mercados internacionales, lo que permitiría al sector enfrentar de manera más efectiva los cambios en las condiciones de mercado.