El caudal del río Paraná, principal vía de salida para los granos y derivados de Argentina, ha registrado una nueva y pronunciada baja, afectando la capacidad de carga de los buques destinados a la exportación. Esto ha generado un aumento en los costos para el sector agroexportador, que depende en gran medida de esta ruta fluvial.
Según el último informe hidrométrico difundido por el Instituto Nacional del Agua (INA), las aguas del Paraná alcanzaron un nivel de apenas 0,61 metros en la zona de Rosario, epicentro del comercio agrícola argentino. Por esta región sale el 70% de los granos y el 96% de los aceites y harinas que el país exporta, siendo uno de los mayores productores agrícolas a nivel global.
De hecho, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el nivel promedio que ha alcanzado el río en la primera semana de septiembre ha sido el segundo más bajo desde 1970.
La situación contrasta notablemente con el nivel registrado en mayo pasado, cuando el río superaba los 3 metros. Ante este escenario, los buques que operan en la zona se ven obligados a reducir su carga para evitar encallar.
“Por ahora se está operando, pero hay una baja de la carga del 10% al 15% adicional a lo normal”, indicaron fuentes de la Cámara de la Industria Aceitera de Argentina y del Centro de Exportadores de Cereales. Por ese motivo, algunos barcos están completando sus cargas en el puerto de Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires, situación que aumenta los costos operativos.
Impacto prolongado y sin mejoras a la vista
Argentina, que depende en gran parte de las exportaciones para recomponer sus reservas monetarias, ya había sufrido millonarias pérdidas a mediados de 2021 por una caída drástica en las aguas del Paraná.
“Como bien destacan los pronósticos del INA, no se esperan grandes mejoras en los caudales del Paraná a la altura de Rosario en los meses venideros. Ni en los pronósticos más alentadores se llegaría a superar el metro de nivel de aquí a mediados de noviembre”, advirtieron desde la BCR.
La situación podría seguir generando costos adicionales para las empresas agroexportadoras, que deben ajustar el volumen de carga en las terminales de Rosario y complementar con envíos desde otros puertos.
Además, la persistente baja del río afecta los precios de exportación debido a las menores cantidades transportadas en cada embarque. La Bolsa de Rosario ya ha advertido que, de continuar estos niveles, las pérdidas para la agroindustria serán considerables en los próximos meses.
Brasil también enfrenta una caída en su cosecha de granos
A la par de los desafíos que enfrenta el sector agrícola en Argentina, Brasil, otro de los gigantes productores y exportadores de alimentos, también atraviesa dificultades vinculadas a condiciones climáticas adversas. Según previsiones oficiales, la cosecha de granos en el país caerá un 6,7%, al registrarse un total de producción de 298,4 millones de toneladas.
La principal causa de esta caída ha sido la irregularidad de las lluvias al inicio del ciclo de siembra, lo que afectó especialmente a los cultivos de soja y maíz en los estados del centro-oeste y del sur, como São Paulo, Paraná y Rio Grande do Sul.
Pese a estas dificultades, se espera que Brasil registre la segunda mayor cosecha de su historia. La producción de soja, el principal cultivo del país, se reducirá un 5%, alcanzando las 147,4 millones de toneladas, mientras que la de maíz caerá un 12,3%, quedando en 115,7 millones de toneladas.
Las previsiones podrían empeorar debido a la sequía que afecta al país, la peor en 75 años, que además ha provocado incendios forestales en diferentes regiones. Estas condiciones climáticas también han afectado otros sectores agrícolas, como la producción de café y azúcar en São Paulo. Aunque algunos cultivos, como el arroz y el algodón, registrarán aumentos, la situación climática pone en riesgo el futuro de la agricultura brasileña.