En diálogo con Movant Connection, Javier sostiene que la producción de huevos argentina es motivo de envidia para muchos países que son potencia dentro del sector y propone dejar de lado las exportaciones de productos primarios para priorizar el comercio de productos con valor agregado, como los que aporta la producción avícola.
¿Qué desafíos enfrenta la producción de huevos en Argentina?
El desafío más importante que enfrentamos tiene relación con la mano de obra, y es que la gente no quiere trabajar en el campo. Este problema afecta a otros sectores de la agricultura y la producción pecuaria. Según un importante estudio realizado con varias compañías, de cada 100 chicos que nacen en el campo, hoy 97 se trasladan a la ciudad y solo tres se quedan. Este es un problema global serio: la gente no desea permanecer en el campo.
La conectividad puede ser de gran ayuda en ese sentido. Conozco a personas que han perdido empleados jóvenes comprometidos porque no podían mantenerse comunicados con sus familiares o amigos mientras trabajaban en el campo.
Hoy en día, los galpones para aves de postura pueden valer cientos de miles de dólares, pero son manejados por personas que tienen muy bajo nivel de formación y el promedio de estabilidad laboral no supera los dos años.
¿Qué representa esta industria para el comercio exterior argentino?
En los últimos años, la avicultura experimentó un notable crecimiento, mientras que el comercio exterior se estancó. En el período 2010-2011, Argentina exportaba alrededor del 6% de su producción nacional de huevos, en ese entonces con aproximadamente 33 millones de gallinas produciendo. Hoy, exportamos solo el 3% de la producción, pero con 55 millones de gallinas, por lo que en volúmenes la exportación se ha mantenido relativamente estable. En este sentido, nuestra meta es alcanzar el 8% de exportación para 2030.
Actualmente, la industria argentina del huevo cuenta con más de 50 destinos internacionales abiertos, entre ellos la Comunidad Europea, México, Colombia, Perú, Rusia, Sudáfrica y Japón. También hemos incursionado en mercados menos convencionales como Bangladesh, Laos, Camboya, Costa de Marfil, Mozambique y Yibuti, así como en Emiratos Árabes e Israel.
Los mercados se están dinamizando, y actualmente observamos una alta demanda de yemas, especialmente desde los países de Medio Oriente, donde se utilizan en gran cantidad para la pastelería.
Por su parte, Chile se convirtió en un destino clave para los huevos en cáscara durante todo el año, debido a la falta de producción local de huevos del calibre que necesitan para cumplir con el abastecimiento de sus planes escolares, mediante los que todos los días le entregan un huevo a cada niño para su consumo. Con esto logran saciar la ansiedad de los chicos por la comida, lo que facilita su concentración durante las clases.
¿Cuál es el aporte de los huevos al valor de las exportaciones?
En una hectárea de soja, en seis meses se producen aproximadamente 4,8 toneladas, que equivalen a alrededor de 15.000 dólares. Esto representa un rendimiento mucho menor al que se obtiene mediante la avicultura, donde, en una hectárea, con un establecimiento entre pequeño y mediano de 50.000 gallinas, se puede obtener un valor 15 veces mayor en el mismo período.
De esta forma, la avicultura ofrece una mayor generación de empleo y fomenta un ciclo económico más virtuoso. La construcción de un galpón de avicultura requiere entre 12 y 15 años para amortizar la inversión. Si se experimenta una bonanza prolongada, este período puede reducirse a 8 años; en cambio, en tiempos difíciles, puede extenderse hasta los 20 años.
En este sentido, si no adoptamos una mentalidad industrialista y transformadora para todos los bienes primarios, como el litio, el cobre, el petróleo y la soja, será difícil lograr pleno empleo y un país en crecimiento constante. Mientras sigamos exportando productos primarios sin valor agregado, la recuperación económica tomará mucho más tiempo.
¿Por qué la industria del huevo de Argentina depende de la importación de genética avícola?
En Argentina dependemos del aprovisionamiento de genética porque los huevos de las ponedoras no se fertilizan, debido a que estas razas están genéticamente modificadas para evitar la fertilización.
En nuestro país, el 85% de la genética avícola liviana proviene de Brasil a pesar de que, a nivel mundial, una compañía alemana controla el 80% del mercado de genética avícola.
Esta dependencia del país vecino se debe fundamentalmente a factores logísticos, ya que los animales viajan en avión y deben ser manejados con extremo cuidado. El objetivo es minimizar el estrés durante el transporte, por lo que un flete de tres horas desde Brasil es preferible a uno de 24 horas desde Hungría, que implicaría un trayecto complejo pasando por Alemania o España.
Sin embargo, cuando Brasil no está disponible, como ocurrió hace 15 días, debemos buscar alternativas en mercados habilitados.
En este tema, resulta crucial tener mucho cuidado con la fuente de la genética, ya que se corre el riesto de introducir una enfermedad exótica o poco frecuente en Argentina lo que podría generar grandes problemas.
¿Qué impacto tiene el cambio climático en la “salud” de esta industria?
Generalmente, las rutas migratorias de los animales están establecidas y estos tienden a seguirlas. Sin embargo, el cambio climático está provocando alteraciones en estas rutas. Los animales, que suelen bajar en áreas con espejos de agua, están modificando sus trayectorias debido a la reducción de estos espacios en sus rutas tradicionales. A raíz de esta escasez, buscan nuevas fuentes de agua y alimento en los humedales, lo que los acerca a las zonas de producción avícola.
Estas áreas de producción generalmente se han establecido en regiones que no solían ser recorridas por aves migratorias. Ahora que las rutas migratorias han cambiado, y sumado a las tendencias como la normativa europea y estadounidense que promueve el “libre de jaulas” y el pastoreo, estamos enfrentando nuevos desafíos relacionados con la transmisión de enfermedades.
Por otro lado, el huevo es el producto de la cadena pecuaria que resulta más amigable con el medio ambiente, ya que genera la menor huella de agua y carbono en comparación con otros productos del sector. En términos de CO2, el huevo produce solo el 30% de la huella del pollo, y en cuanto al uso de agua, representa solo el 10% de la huella que generan estos animales en relación a ese recurso.
Además, el huevo producido en Argentina es el que menor huella de agua y carbono presenta en el mundo. Esto debido a la cercanía de las plantas productoras de las fuentes de maíz y soja, lo que reduce significativamente la necesidad de transporte.
Esa es otra razón por la cual la industria avícola argentina tiene tanto potencial para los mercados internacionales y por la que consideramos que el país debe dejar de exportar maíz y soja en bruto para volcarse a la exportación de productos con valor agregado.
Tal como lo hacen, por ejemplo, Holanda que exporta el 50% de los huevos que produce y Estados Unidos, que comercializa en el mercado internacional el 30% de su producción, con 320 millones de gallinas ponedoras.