En el marco de una época en la que una de las grandes preguntas que atraviesan a la sociedad es qué consecuencias tendrá el avance de la tecnología, Diego señala las oportunidades que brindan las nuevas herramientas para la logística y los desafíos que restan para que aumente su adopción.
¿Cómo analizás el rol de la tecnología en el mundo logístico?
En mi experiencia profesional, la tecnología es un habilitador gigante en esta industria, especialmente en el supply chain y la logística terrestre. Las oportunidades de optimización en el uso de activos y en la eficiencia operativa son enormes, pero también muy complejas.
Por ejemplo, en el transporte terrestre, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y los ministerios de transporte de Argentina, Brasil y Chile, se observa un 35% de ociosidad, es decir, que un tercio de los camiones circulan vacíos o están detenidos.
Con la información que puede brindar la tecnología, la ociosidad podría reducirse en un 20%, incluso en países como Argentina, donde la concentración de actividades en Buenos Aires siempre genera cierta ociosidad.
Pero, al profundizar en los detalles, también encontramos que más del 90% de los transportistas son pymes o microempresas, lo que complica la implementación de estas tecnologías.
Sin embargo, la tecnología permite mejorar los patrones operativos y la ecuación de beneficios para todos los involucrados. Eso facilita su adopción masiva porque, al comprobar las ventajas que otorga, se genera mayor permeabilidad dentro de las organizaciones.
La tecnología bien aplicada en esta industria podría brindar beneficios importantes para todos los involucrados. Pero avanzar en este proceso requiere mucho tiempo y esfuerzo, además de la necesidad de concientizar a todos los actores sobre sus ventajas.
¿Falta un cambio cultural para lograr una mayor adopción de la tecnología?
Sí, es necesario que la tecnología sea adoptada, comprendida y utilizada correctamente.
Para los transportistas entender por qué y para qué sirve la tecnología puede ser más difícil ya que, a menudo, las nuevas herramientas y plataformas son percibidas como un riesgo en lugar de como una oportunidad. Al menos hasta que comienzan a usarlas y a optimizar sus procesos.
El problema radica en ver a los negocios como una torta que no crece y en la que, en consecuencia, si uno gana, el otro pierde. Los modelos tecnológicos bien aplicados demuestran que la torta se puede ampliar.
Construir redes tecnológicas potentes es un proceso complejo y requiere la interacción simultánea de muchos usuarios bien informados. Sin embargo, cuando estas redes se consolidan, el impacto es positivo para todos: compradores, dadores de carga, transportistas y la comunidad en general.
Estas redes permiten que los pequeños actores accedan a mercados más grandes y que los compradores amplíen sus canales y flujos, habilitando oportunidades que antes no existían.
¿Cómo te imaginás el futuro del transporte terrestre?
Estamos presenciando cambios que hace siete años parecían ciencia ficción, como las redes de transporte de pymes completamente conectadas, utilizando plataformas digitales. Se está reconociendo el valor de estos avances. El siguiente paso es cómo interconectar de manera valiosa y segura estos sistemas con el ecosistema más amplio. No se trata solo de tener datos, sino de asegurar la consistencia y regularidad de estos datos para integrarse en una red de información más amplia. Todavía estamos trabajando para alcanzar esa base sólida.
En los próximos 15 años, probablemente veremos prácticas actuales coexistiendo con innovaciones como los camiones autónomos o asistidos, y modelos de datos más abiertos. Aunque no todo el transporte terrestre será completamente digital o autónomo, una parte significativa sí lo será, especialmente en áreas como la autonomía, con avances que nos sorprenderán.
Este desarrollo ocurrirá con la participación activa de las personas, ya que la logística no puede depender únicamente de la tecnología. Es una industria compleja con constantes cambios y una amplia interconexión de diversos actores, requiriendo tanto de la tecnología como del factor humano para operar de manera eficiente.