“Argentina es un país con un sesgo antiempresario muy marcado”

En un entorno desafiante para el comercio y la industria en Argentina, Natalio Mario Grinman, Presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), destaca la resiliencia del empresariado en el país frente a un “sesgo antiempresarial persistente”.

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Mario Grinman es Presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios  - CAC (Imagen Movant Connection)
Mario Grinman es Presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios - CAC (Imagen Movant Connection)

Grinman señala la necesidad crítica de aumentar la densidad empresarial del país para impulsar el empleo formal y mejorar la economía nacional. Además, discute la influencia de las ideologías políticas en la percepción y el tratamiento de los empresarios, argumentando que una mayor aceptación y apoyo a los emprendedores serían fundamentales para revitalizar el comercio y la producción en Argentina.

¿Cuáles son los principales desafíos del comercio en Argentina actualmente?

Argentina es un país con un sesgo antiempresario muy marcado. La capacidad que tiene el empresario o el comerciante argentino es la resiliencia. Se castiga permanentemente al empresario argentino y por eso tenemos poca densidad de empresas. En Chile, por ejemplo, hay 58 empresas cada mil habitantes; en Uruguay 48, cada mil habitantes; en Brasil, 26 empresas cada mil habitantes; y en Argentina solamente 13.

Si tuviésemos una densidad parecida a la que tiene Brasil, en lugar de tener 550.000 empresas de todos los tamaños, tendríamos un millón. Y en lugar de tener 6 millones de empleo formal registrado privado, estaríamos superando los 10 o 11 millones de trabajadores. La pregunta es por qué tenemos tan pocas empresas o comercios. Tengo la sensación de que hay un sesgo anti empresario bastante marcado en distintos gobiernos que han pasado.

Los empresarios se reinventan todos los días. En el exterior nos preguntan cómo hacemos para vivir en un país con una inflación estructural tan alta. Se trata de una respuesta que muchas veces no tenemos, pero que tiene que ver con la capacidad de resiliencia del empresario argentino.

¿Por qué se toma como algo negativo el término “empresario”?

Es muy difícil emprender en Argentina. Cuando surge una empresa, por ejemplo los llamados “unicornios” que nacieron en un garaje y hoy valen miles de millones de dólares, algún gobierno de turno, especialmente con cierta tendencia ideológica, le sale a pegar permanentemente. Lo que tenemos que promover es la creación de nuevas empresas porque eso te lleva a la formación de puestos de trabajo.

En los últimos 15 años, en la Argentina se crearon alrededor de 3 millones y medio de puestos de trabajo, de los cuales 870.000 fueron en el sector público, 1,1 millones fueron informales y 1,5 millones fueron monotributistas. En el sector privado formal, solamente 250.000. Eso te da la pauta de que algo no está bien. No es estar en contra del trabajador público, pero lo que genera la riqueza es el empleo privado, porque el trabajador público cobra gracias a los impuestos que pagamos los privados.

"Lo que genera la riqueza es el empleo privado", afirma Mario Grinman (REUTERS/Marcos Brindicci)
"Lo que genera la riqueza es el empleo privado", afirma Mario Grinman (REUTERS/Marcos Brindicci)

Argentina es un caso muy particular en muchos aspectos...

En alguna entrevista dije que la Argentina era un país “anormal”. Porque es un país que teniendo el segundo yacimiento de gas del mundo no convencional, el cuarto de petróleo, que comparte el tercer yacimiento de litio junto con Bolivia y Chile, formando el famoso “Triángulo del Litio” del cual el 23% es argentino, que también tiene otros minerales, más allá de la agricultura, ganadería y pesca, no puede ser que tenga 50% de pobres e informalidad de un 50%: eso no es un país normal.

Un país normal no tiene inflación de tres dígitos de promedio. En los últimos 100 años el promedio de inflación supera el 112% aproximadamente, si se le agrega la hiperinflación del año 89. Si no se suma esa hiperinflación, se encuentra alrededor del 63% anual. Hoy nos contentamos porque en abril la inflación es de un dígito, pero la de Uruguay el mismo mes fue del 0.4%, la de Brasil el 0.2%. Esos son países normales.

El problema nuestro es que acá hay demasiada ideología y pocas ideas. Con las ideologías no se construye un país normal o un país como fue a finales del siglo XIX y principios del XX, con la generación del 80. De la mano de Alberdi y Roca igualamos el PBI per cápita de Canadá, de Alemania y Australia. Luego, comenzó la debacle. La Argentina es un país que se desarrolló con el impulso de la “Ley de Educación de Sarmiento” y actualmente las pruebas PISA confirman que 7 de cada 10 alumnos no tienen compresión de texto y no están bien en matemáticas. Esas son las cosas que hay que cambiar.

¿Cuál es tu mirada sobre la actualidad del comercio en el país?

Producto de los sesgos ideológicos, hasta la década del ´70 se pensaba que la Argentina podía vivir de lo propio. Estaba el pensamiento de “para qué queremos importar, vamos a producirlo todo acá”. Eso no es viable, ya no lo era en los ´70, menos aún en un mundo globalizado como el que tenemos. China es el país que más vende, siendo el exportador número uno del mundo y Estados Unidos es el importador número uno.

No hay nada que se pueda hacer si no hay un intercambio comercial fluido. El 85% de lo que se importa en la Argentina son productos básicos fundamentales para la producción nacional. Cuando uno va a un supermercado y se compra una cajita de jugo de naranja, si bien puede ser de industria local, hay edulcorante, conservante, colorante importado, además de la caja, el famoso tetrabrik, que también es importado, sin mencionar las tintas de la impresión. Japón no tiene nada japonés, es un territorio lleno de piedras, pero ¿cómo está a nivel mundial en términos de economía? Fenomenal.

Vivimos pidiendo plata prestada a todo el mundo cuando la podríamos generar a través de las exportaciones. En la década del ´60 lo que Argentina exportaba explicaba el 0.9% de las exportaciones mundiales, hoy estamos en menos de la mitad de aquella época, con solo un 0.4% de las exportaciones mundiales.

¿Qué oportunidades presenta la coyuntura argentina actual para el comercio?

Los inversores nos vienen a hablar. Europa se está preparando para una guerra que ojalá nunca llegue, pero están en una carrera armamentista, y las cosas que ellos necesitan (gas, petróleo, minerales, ganadería, agricultura) están en la Argentina.

Lo único que piden es que seamos ordenados y confiables. El problema es que nadie nos cree. Somos defaulteadores seriales porque pedimos prestado a todo el mundo y después, cuando llega la hora de pagar, no tenemos la plata y encima nos enojamos porque nos vienen a cobrar.

Según Mario Grinman, Argentina participa del 0.4% de las exportaciones mundiales (REUTERS/Agustin Marcarian)
Según Mario Grinman, Argentina participa del 0.4% de las exportaciones mundiales (REUTERS/Agustin Marcarian)

¿Cómo ven desde la cámara las medidas que ha implementado el gobierno con impacto en el comercio?

La vida del comerciante argentino siempre fue complicada. Es como el electrocardiograma de una persona sedentaria que lo levantan a la mañana y lo ponen a correr.

Sabía que los primeros seis meses iban a ser terribles. El sector comercial no la está pasando bien porque las ventas se le han caído. Nosotros medimos consumo desde la cámara. La última medición que corresponde a marzo dio una caída de consumo del 3,8% interanual, una baja importante. Por eso, el programa de déficit cero que es fundamental.

Converso con muchos comerciantes de todos los tamaños y de distintos lugares y me dicen que la están pasando mal, pero quieren aguantar porque saben que es el camino. Si la Argentina logra salir del cepo, algo que estimo va a ser muy gradual, tiene un futuro extraordinario porque solamente con las inversiones en energías de Vaca Muerta en el año 2025 va a empezar a tener superávit energético. Estábamos comprando gas teniendo el segundo yacimiento de gas. Ahora ya lo estamos revirtiendo con solamente este gasoducto que se hizo en ocho meses, porque Vaca Muerta se anunció en el 2013: tuvieron que pasar 10 años para construir el gasoducto.

Esa capacidad de “aguante” también tiene un límite…

Sí, lógicamente. La inflación va a seguir bajando. Un reconocido economista pronostica que para diciembre del 2025, la inflación va a ser del 2% mensual. A medida que vaya bajando la inflación el salario se va a ir recuperando. Ahora hay una deflación en precios, que no están subiendo al mismo ritmo de la inflación porque si no, no pueden vender.

De esa manera, tienen que bajar los precios porque necesitan vender el producto y eso es lo que lleva a la normalización de una economía, no que venga un gobierno y establezca un precio justo o diga lo que puede ir en una góndola. Hoy se quitaron muchas regulaciones que molestaban.

Tampoco estoy en contra del estado. Como decía el canciller alemán, Willy Brandt, “tanto estado como sea necesario y tanto sector privado como sea posible”. El estado no se tiene que meter en la vida de los privados.

Hace muchos años que no hay precios de referencia. Uno no sabe la realidad del precio. Hasta ahora se fijaban con el “masomenómetro”: me cuesta tanto, lo vendo a “más o menos” porque cuando lo vaya a reponer estimo que “más o menos” me va a costar tanto.

Estoy convencido de que el rumbo de esta gestión de gobierno es el correcto: no gastar lo que no se tiene es el rumbo para poner orden en el país.

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