En las economías emergentes se están asegurando de implementar escáneres no intrusivos para evitar daños a la mercancía, se están adoptando diversos software para agilizar operaciones de importaciones y exportaciones, se están ampliando las vías, y mejorando la infraestructura. En muchos casos con dos fines, uno de ellos es para poder aprovechar de forma más eficiente los tratados de libre comercio y acuerdos comerciales y, en el otro caso, para mejorar los datos reflejados en índices como el de Desempeño Logístico, medido por el Banco Mundial, cada dos años.
Muchas políticas comerciales de los diversos gobiernos se enfocan en reestructuraciones que sean tecnológicamente más productivas, donde se optimicen los tiempos, entre otras variables. Sin embargo, en los planes de trabajo a corto plazo, no se incluyen aspectos relacionados con la humanización de los funcionarios.
Escasea la concientización de los colaboradores de puertos, navieras, oficinas de tramites de registros fitosanitarios o zoosanitarios, de aduanas, transportadores, etcétera, cuyo componente es vital para lograr un efectivo y sostenible intercambio comercial.
A lo largo de varios años en los que como consultora y cliente he participado del comercio exterior y el comercio internacional de Colombia y otros países, he evidenciado la carencia de humanidad a la hora de realizar operaciones relacionadas con esta profesión, donde muchos funcionarios entorpecen la fluidez de las exportaciones y cada mala decisión de ellos, tiene un fuerte impacto, que quizá no alcanzan a dimensionar.
Cuando hay negligencia en vistos buenos o perdida deliberada de tiempo en algún punto de la cadena de suministro, ocasionada por los intermediarios, esto se refleja en mayores costos para el exportador o importador, que se transfieren claramente al cliente final, incurriendo en pagos extra de bodegajes, costos más altos de fletes, sin contar malas prácticas éticas.
Este artículo busca concientizar a quienes aún no se percatan de que cada decisión en el comercio internacional cuesta dinero, reputación de una marca, pérdida de clientes, entre otros aspectos. Si cada funcionario hiciera con pasión su trabajo, si cada colaborador se pusiera en los zapatos del cliente y tratará de dar menos problemas y más soluciones, si fuesen más éticos, si se tomarán menos personal diversas situaciones, si trataran como seres humanos a quienes los contactan, en lugar de verlos como un número más, si se cambiará la forma en que se trata a los usuarios, seguro que dicha humanización haría que el comercio fluyera, y que más personas amaran esta maravillosa profesión.
Más que tener títulos universitarios, años de experiencia, etc, desde mi perspectiva, siento que hacen falta más personas que puedan comunicarse asertivamente, que estén dispuestas a dar la milla extra, es decir, a hacer más del trabajo que les corresponde, personas que sonrían, que tengan actitud de servicio, personas proactivas, respetuosas de las normas, con inteligencia emocional para manejar diversas situaciones y por supuesto con valores morales, éticos, es decir, más profesionales con integridad y coherencia.
Por todo lo anterior, estoy segura que necesitamos una nueva generación de personas dispuestas a dar el 100% en todo lo que hacen, personas con mejor actitud, compromiso, por supuesto que comparto que se apoye la implementación de tecnologías, pero éstas serán un complemento, pues de nada sirve tener en un país los mejores equipos, infraestructura, software, sí las personas que lideran las operaciones no tienen objetivos comunes para ir en la misma sintonía de crecimiento de los empresarios y el estado.
La labor de humanizar el comercio internacional no es sólo de las empresas, también las universidades deben incluir en sus planes de estudios lineamientos para preparar profesionales integrales, pues son ellos quienes saldrán a ocupar cargos relevantes en entidades públicas y privadas, además también serán docentes y emprendedores, por lo que se torna urgente sincronizar el papel de la universidad, la empresa y el estado, generando así, cambios para impactar el comercio internacional en todos sus ámbitos.