El osteoma osteoide es una patología tumoral benigna de los huesos que afecta predominantemente a niños y adolescentes, se manifiesta con dolor intenso, y habitualmente calma con la ingesta de analgésicos antinflamatorios no esteroideos (ej.: aspirina).
Representa el 5% de los tumores óseos y el 11% de los tumores benignos de los huesos.
Su cronicidad y tendencia a la reagudización altera ostensiblemente la calidad de vida de los pacientes.
Los síntomas dependerán de la localización, entre ellos:
* Dolor agudo, tanto por la afectación del hueso en el que se ubica, como por los efectos sobre las estructuras circundantes.
* Limitación funcional cuando se localiza cerca de articulaciones o músculos.
* Deformidades y alteraciones en el crecimiento, cuando se localiza en las zonas donde crece el hueso o sobre articulaciones.
El diagnóstico de esta patología depende de la sospecha clínica, puede ser tardío con demoras de hasta 28 meses entre la aparición de síntomas y la confirmación; o muy sencillo cuando existe una alta sospecha clínica. Requiere para su confirmación la realización de estudios diagnósticos adecuados, entre ellos tomografía computada y resonancia magnética y un equipo de especialistas en diagnóstico por imágenes que identifiquen el hallazgo y puedan consignarlo con precisión.
Las causas que generan esta patología no están del todo definidas, el proceso subyacente a la aparición del tumor es la activación de osteoblastos (las células que generar hueso) en el seno de un hueso ya conformado, generando un mecanismo de presión dentro del tejido, que condiciona el proceso inflamatorio doloroso.
Hasta hace relativamente poco, el único tratamiento para esta patología era la resección quirúrgica clásica, con la necesidad inherente de controles post quirúrgicos y rehabilitación de acuerdo al área abordada.
Actualmente el enfoque terapéutico ha evolucionado a técnicas mínimamente invasivas, dentro del área del intervencionismo guiado por imágenes, disponible en limitadas instituciones de salud, entre ellas el Sanatorio Mater Dei.
Estas técnicas utilizan métodos como la tomografía computada para guiar una pequeña aguja, de grosor similar a las que se utilizan para una inyección intramuscular, hasta el centro del tumor, para luego aplicar a través de la misma, pulsos de radiofrecuencia o micro-ondas, que aumentan la temperatura intratumoral, destruyendo sus células, proceso que se denomina termo-ablación. El procedimiento dura aproximadamente 40 minutos, se realiza con sedación anestésica superficial, es absolutamente indoloro, no daña las estructuras normales adyacentes al tumor, y prácticamente no requiere controles post quirúrgicos ya que no hay cortes en la piel ni puntos. La dosis de radiación utilizada en el estudio tomográfico es la mínima necesaria, con protocolos que se ajustan específicamente para la edad del paciente.
Como todo proceso médico de diagnóstico y tratamiento, es esencial contar con un equipo de profesionales y auxiliares que trabaje integrado, desde la sospecha y su confirmación, hasta la planificación del tratamiento, contemplando que son en su mayoría niños con mucho dolor, de varias semanas o meses de evolución, en un seno familiar de incertidumbre, preocupación y urgencia de información.
Como solemos decir en la comunidad médica, el paciente pediátrico no es uno solo, sino toda la familia que lo acompaña, y es parte de la responsabilidad del equipo de profesionales, orientarlos con empatía y resolutividad.
* Emmanuel Blanche Soaje MN130918
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