La obesidad es una enfermedad metabólica crónica, y generalmente progresiva, asociada a un aumento en la mortalidad y en la morbilidad. Las personas con sobrepeso y obesidad suelen vivir menos, con una menor calidad de vida, y con más enfermedades asociadas.
Su prevalencia está en aumento, y hoy constituye una verdadera epidemia. Es un problema grave para la salud pública global. Es el resultado de un balance positivo de energía a lo largo del tiempo. Esto quiere decir que el ingreso de calorías (es decir, la ingesta), excede el gasto de las mismas.
Depende de factores individuales, tales como hábitos de vida no saludables, o una alteración en la regulación del peso corporal, así como de factores ambientales, tal cual se mostró en un trabajo recientemente publicado acerca de la relación entre los locales de comida rápida y la proximidad al hogar (los individuos que viven más cerca, o tienen mayor cantidad de locales de fast-food próximos a su hogar, pesan más).
En el desarrollo de la obesidad intervienen la genética, la edad, las medicaciones, las hormonas y el estilo de vida.
Respecto a esto último, existe evidencia a favor de que la privación del sueño nocturno (dormir menos, acostarse tarde, o trabajar de noche), están asociados con el desarrollo de obesidad, diabetes tipo 2 y distintos trastornos metabólicos relacionados.
Los mecanismos son múltiples: al estar más horas despierto, se ingieren más alimentos, los niveles de hormonas de saciedad son menores, y generalmente, los trabajos o actividades nocturnas tienden a ser más sedentarias.
Se recomienda dormir de 7 a 9 horas por día. Dormir menos de 7 horas por día, regularmente, se asocia con efectos adversos sobre la salud. Además, se lo ha reconocido como un importante factor de riesgo para la ganancia de peso y obesidad.
En los programas para tratar la obesidad, se recomienda la higiene del sueño, para aumentar su duración y mejorar su calidad, y así prevenir o tratar el exceso en el peso corporal. Pese a esto, muchos profesionales y pacientes pasan por alto ésta recomendación.
A nivel poblacional, la asociación entre el flujo de energía (es decir, la diferencia entre el aporte y el consumo de calorías) y el peso corporal, implica que el aumento de la ingesta calórica es el principal factor para un mayor peso corporal en la sociedad moderna.
Ingerir 100 kcal de más por día, podría resultar en un aumento de 4.5 kilogramos en el peso corporal, en 3 años.
En experimentos de laboratorio, se evidenció como el acortamiento de las horas de sueño en individuos sanos, se asocia a un aumento promedio en la ingesta calórica de 250-350 kcal/día, sin cambios significativos en el gasto de éstas.
Un grupo de profesionales de la Universidad de Chicago, de los Estados Unidos, llevó adelante un ensayo clínico aleatorio para determinar, en un entorno de mundo real, si el aumentar las horas de sueño diarias, afecta el balance de energía y el peso corporal en adultos con sobrepeso, que habitualmente, duermen poco. Hasta el momento, no se conoce si extender las horas de sueño puede mitigar este riesgo.
Los resultados de esta investigación se publicaron el 7 de febrero en JAMA (1), la revista de la Asociación Médica Americana. A partir de una pregunta ¿cuál es el efecto de prolongar el sueño en la ingesta de calorías en los adultos con sobrepeso, en su hogar?, evaluaron en esta población, si dormir más horas podía modificar la ingesta de calorías, el gasto de éstas y el peso corporal, en un entorno de la vida diaria.
Estudiaron a 80 adultos, de 20 a 40 años de edad (promedio 29 años), con sobrepeso (IMC 25 a 29.9 Kg/m²), que habitualmente dormían menos de 6.5 horas por noche.
Cada participante fue evaluado durante 1 mes: las primeras 2 semanas, fueron usadas para establecer las características basales de su descanso nocturno, y las segundas 2 semanas, se los dividió en 2 grupos, de 40 personas cada uno:
- un grupo, iba a seguir durmiendo como lo estaba haciendo hasta ese momento, es decir, poco (grupo control).
- el otro grupo, iba a hacer sesiones de consejos de “higiene del sueño” durante 2 semanas, con el objetivo de extender el descanso nocturno en 2 horas, hasta al menos 8.5 horas por día (grupo de sueño extendido).
A todos se los instruyó a continuar sus actividades de rutina diarias en su hogar, y no se les prescribió ni dieta ni actividad física (la única intervención acá fue prolongar el descanso nocturno, o no). Cada participante no sabía a ciencia cierta en que grupo estaba, ya que en el reclutamiento se les dijo a todos los individuos que el estudio era para estudiar los patrones de sueño y el metabolismo. Durante el mes que duró el estudio, el sueño y la actividad diaria fueron monitoreados mediante distintos dispositivos.
Los principales resultados medidos fueron la diferencia entre la ingesta y el gasto calórico, que se midió objetivamente calculado la suma total de energía consumida, y el cambio en las reservas de energía del cuerpo por distintas técnicas, y la duración del sueño.
En promedio, en el grupo de la intervención, el sueño se extendió en 1.2 horas diarias.
El grupo que durmió más, tuvo una disminución significativa en la ingesta calórica, en comparación con el grupo control (-270 Kcal/día en promedio).
A mayor tiempo de sueño, mayor disminución en la ingesta calórica. No hubo diferencias significativas en el gasto calórico entre los grupos. El resultado fue una disminución del peso corporal, en el grupo que durmió más.
Este trabajo encontró que una extensión en las horas de sueño nocturno se asoció con una reducción en la ingesta calórica, y con el resultado de un balance energético negativo entre los adultos con sobrepeso, en un entorno de vida real, en individuos que, habitualmente, dormían poco en la noche, antes de la intervención.
Además, los individuos del grupo que durmió más horas por día, relataron sentirse con más energía, estar más alerta y de mejor humor, en comparación a los que durmieron menos.
El mejorar y mantener una duración saludable del descanso nocturno en el tiempo, con períodos de sueño más prolongados, podría ser una estrategia válida para la prevención de la obesidad, así como para los programas de pérdida de peso.
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Autor: Ramiro Heredia | MN 117882 | https://infomedok.com.ar
Referencias
https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/fullarticle/2788694