Dos espectaculares brazaletes de diamantes serán subastados en Ginebra el próximo 9 de noviembre. “Será la primera vez que aparezcan en una venta pública”, afirma a Reuters la especialista en joyas de Christie’s, Marie-Cécile Cisamolo. El precio de salida oscilará entre los dos y los cuatro millones de dólares. - Christie’s
Las piezas pertenecieron a la nobleza :María Antonieta, la última reina de Francia
Las joyas están cubiertos cada uno de ellos por tres hileras de diamantes, en total 112 piedras cuya talla oscila entre un quilate los más pequeños y más de cuatro quilates los de mayores dimensiones. En conjunto suman entre 140 y 150 quilates.
En su diseño participó la propia María Antonieta. Fueron un encargo personal de la reina de Francia al joyero parisino Charles Auguste Boehmer realizado en 1776.
La Reina pagó 250.000 libras por él, una suma enorme en ese momento, según valora Cisamolo.
Las dos pulseras, que se guardan en un estuche azul original, fueron diseñadas de forma que también se pueden juntar para formar un collar. María Antonieta y una de sus más fieles damas de compañía, Madame Campan, pasaron una noche entera envolviendo sus joyas en algodón y ocultándolas en una pequeña caja de madera.
Otras tantas fueron cosidas en el interior de enaguas y vestidos. El reinado de Luis XVI se tambaleaba peligrosamente y querían ponerlas a salvo. La caja de joyas abandonó Francia en manos del Conde de Mercy-Argenteau, embajador de Francia, que las hizo llegar hasta Viena.
Después de que Luis XVI y María Antonieta fuesen guillotinados, el hijo de los reyes, Luis XVII, murió en cautividad. Pero su hermana María Teresa fue liberada en 1795 y, a su llegada a Austria, el emperador le entregó las joyas que habían pertenecido a su madre .
Hay más. Dos tiaras que habrían pertenecido a Josefina Bonaparte, la primera esposa serán subastadas por Sotheby’s el próximo 7 de diciembre después de un siglo y medio en manos privadas. Se calcula que pueden alcanzar un precio que oscila entre 353.000 y 587.000 dólares.
Realizadas en París alrededor de 1808, encarnan la fascinación por el diseño neoclásico de Bonaparte. Después de la Revolución Francesa, Napoleón había tratado de legitimar su nuevo gobierno resucitando referencias de la antigua Roma. Josefina comprendió el valor de su imagen pública y usó sus ropas y joyas para evocar los ideales del mundo antiguo.