Es sabido que las sociedades evolucionan mucho más rápido que los gobiernos y las instituciones, sin embargo el peligro no radica en ese desfasaje, sino en la capacidad de respuesta que los últimos logren desarrollar para dar soluciones a las demandas de los primeros.
Ese fue precisamente uno de los dilemas que la política debió enfrentar a la hora de dar respuesta a la violencia por razones de género. Con la llegada al Gobierno de Alberto Fernández se avanzó en la creación del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad sexual; una decisión que llegaba para marcar la presencia y el interés del Estado sobre la temática. De igual manera el gobernador Axel Kicillof, en consonancia con lo referido, crea en Ministerio de las Mujeres en la provincia de Buenos Aires.
Cabe destacar, que Cristina Fernández, contribuyó mucho con el empoderamiento femenino al convertirse en la primera mujer en llegar a la Presidencia de la Nación, por mandato popular. Fue además, quien marcó las prioridades al trazar los ejes fundamentales para lograr la igualdad de género: la autonomía económica, la autonomía política y personal y la autonomía social.
Sabemos que alcanzar el potencial de los mismos solo es posible en sociedades y países que promueven procesos de inclusión, desarrollo y crecimiento. Por eso adhiero a las palabras de la ex presidenta quién en ocasión del Encuentro de Líderes Mundiales para la Igualdad de Género y Empoderamiento de la Mujer celebrado en la ONU en 2015, declaró:
“Soñar con la igualdad de género en un país inequitativo, en un país con grandes brechas sociales, es simplemente retórica o ilusión. Por eso en la República Argentina, hemos desarrollado un fuerte proceso de inclusión social que ha traído aparejado también obviamente la mayor oportunidad de igualdad para la mujer; programas y políticas activas como la Asignación Universal por Hijo, la Asignación Universal por Embarazo, la promoción cada vez más intensa por la educación pública y gratuita desde el nivel inicial hasta la universidad, ha permitido paulatinamente junto a leyes de identidad de género de protección de la mujer, un fuerte descenso en la brecha de desigualdad.”
Por eso, esa debe ser la lucha. Y las mujeres debemos encararla con mayor fuerza, porque es por nuestros hijos y por nuestros nietos.
En Ezeiza, advertimos que las mejores soluciones eran aquellas que además de dar respuestas, lograban desde la simpleza, ampliar las opciones para quienes aún en medio de una situación de extrema vulnerabilidad, deben actuar con determinación y rapidez.
Cuando tomé la decisión de impulsar políticas de género en el ámbito local, supe que el desafío de crear una herramienta útil, debería nacer de una absoluta empatía. Sin la capacidad de ponernos en la piel de la mujer que huye, muchas veces en medio de la noche sin más que lo puesto, nada válido puede construirse.
Me propuse entonces cimentar con mis recursos, los políticos, una diversidad de medidas que estén a la altura de las demandas. Porque no siempre se trata de esperar que las acciones generadas por las instancias nacionales o provinciales nos lleguen, también se puede actuar desde los Concejos Deliberantes, como en consecuencia lo hice al crear el proyecto de ordenanza que dio nacimiento a la Secretaria de Mujer, Políticas de Género y Diversidad municipal; una de las diez que existen en la provincia de Buenos Aires.
Apostando a la diversidad de miradas, logramos desde allí, crear medidas que en la actualidad nos hacen sentir que, al menos una parte de la tarea, avanza con el propósito que nos impulso: ser útiles.
Hoy, las mujeres de Ezeiza cuentan, en cada base de Salud y Comisaria de la Mujer, con Espacios de Género donde personas capacitadas para tal fin, las reciben, guían y contienen. Pero avanzamos un poco más cuando le dimos rango de Secretaría a sus necesidades, porque no alcanzaba solo con el trabajo territorial, también era preciso un espacio que articulara demandas con recursos; y que a la vez, forje alianzas estratégicas con esferas de la política nacional, provincial, la policía y el Poder Judicial.
Y es que como nos enseñó el General Perón “la única verdad es la realidad” y por eso quienes ejercemos la función pública tenemos la obligación de actuar sobre ella, sin discusiones estériles ni mezquindades, sino con la certeza de saber que tenemos en nuestras manos la mejor herramienta para transformarla.
Son tiempos revueltos que nos afectas de diferente manera y con distinta intensidad. Pero si no confiamos en la salida colectiva, en la búsqueda del bien común y el trabajo altruista, solo estaremos contribuyendo al fortalecimiento de discursos que nada tienen que ver con la solidaridad que los tiempos actuales demandan.
Desde hace mucho tiempo tome el camino de las luchas, las que logran conquistas, porque como nos legó Eva, siempre que haya una necesidad tendremos la obligación de abrir paso a los derechos.