Se habla mucho de los beneficios del ejercicio a nivel físico pero no tanto de su impacto positivo mental. Los pensamientos y las emociones también agradecen la tormenta hormonal que provocan correr, trotar, y demás actividades que movilicen los músculos y el corazón. “Cansados pero contentos”: así quedamos los corredores la mayoría de las veces que salimos por una sesión de buenos kilómetros.
Las piernas lo sienten. La cabeza y el espíritu; también. En mi caso por ejemplo, si tengo que tomar una decisión difícil o enfrentar una situación áspera, trato de hacerlo después de correr. Ya me conozco y sé que mi día cambia desde el momento en que corrí. Me siento más calmada y serena, más contenta. Con una actitud optimista y energías renovadas. Las cosas que a veces me resultan dramáticas, después de correr ya no parecen tan graves, puedo verlas desde una óptica más provechosa.
Desde el “ángulo endorfinas”, le digo yo. Correr nos ayuda a pensar mejor y a ser más eficientes en nuestro trabajo o estudio, porque aclara las ideas y nos permite pensar con mayor lucidez. También optimiza las relaciones interpersonales: una persona contenta y sana trata mejor a los demás y no se enfoca tanto en lo negativo. Por otro lado, para muchos correr resulta una terapia interesante, algo así como un momento liberador donde fluyen buenas ideas y charlas internas de lo más nutritivas. Significa un momento para estar con uno mismo, hablarse y examinarse, preguntarse y responderse. O simplemente un momento para no pensar en nada y descansar la cabeza. Porque parar por completo un tiempo es determinante para poder seguir.
Nuestra mente precisa desenchufarse y dejar de trabajar, descansar. Correr puede ser una buena sesión de meditación activa. Es bueno pensar, pero también es muy necesario tener momentos de “no pensar”. En etapas de preparación de carreras largas soy capaz de dar más de 70 vueltas a una misma plaza de 300 metros sin padecer la monotonía.
¿Porqué? porque cuando corro estoy donde yo quiero, o no estoy en ningún lado. Me hundo en una soledad fructíferamente adictiva. Pienso en mil cosas, o no pienso en nada. Casi siempre las mejores ideas que tuve han venido a mi mente mientras estaba corriendo. Correr me ha salvado siempre. Y ayudado a pensar, sentir, y vivir mejor.
Por Carolina Rossi, Entrenadora Nacional de Atletismo, Running Team Leader FILA Argentina, y corredora
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