La gripe o influenza es una enfermedad viral que se transmite fácilmente a través de las gotas que se expulsan al toser, hablar o estornudar. Los síntomas clásicos consisten en fiebre alta, mialgias, cefaleas, odinofagia, tos seca y decaimiento.
La gripe no es una enfermedad banal, sino que sus complicaciones pueden llevar a la hospitalización y a la muerte, especialmente en pacientes con factores de riesgo. La incidencia anual es del 20% a 30% en niños y de 5% a 10% en adultos, y se estima que provoca anualmente en el mundo entre 3 a 5 millones de casos graves y 290.000 a 650.000 muertes anuales.
La eficacia y efectividad de la vacuna para prevenir la enfermedad en niños es variable, oscila entre 77% a 91% en niños de 1 a 15 años, mientras que para la prevención de complicaciones es del 51% en niños de 6 meses a 8 años y del 87% entre los 6 y 21 meses.
Más allá de la eficacia/efectividad individual, se debe tener en cuenta el impacto que la vacunación en niños produce en otros grupos. Un ejemplo es el 80% de reducción en ETI (enfermedad tipo influenza) y ausentismo escolar en niños y adolescentes de 5 a 17 años que conviven con niños que asisten a guardería y que están vacunados. También en Japón se observó reducción en el número de muertes anuales por neumonía e influenza en adultos mayores al vacunar en forma obligatoria a los niños de 5 a 15 años.
En adultos jóvenes la vacuna puede prevenir entre el 70% y el 90% de los casos de influenza no complicada mientras que en adultos mayores de 60 años, la vacuna evita entre el 17% y el 53% de los cuadros de gripe no complicada, previene el 32% a 45% de las hospitalizaciones por neumonía y el 31% al 65% de las muertes hospitalarias por neumonía e influenza
El objetivo de la vacunación antigripal es reducir las complicaciones, hospitalizaciones, muertes y secuelas ocasionadas por el virus de Influenza en la población de riesgo en Argentina. Deben vacunarse anualmente contra la gripe los niños entre 6 y 24 meses, todos los adultos mayores de 65 años, embarazadas (en cualquier trimestre del embarazo o en los primeros 10 días del puerperio), personas entre 2 y 64 años con enfermedades crónicas pulmonar, cardiaca o renal, diabetes y obesidad (índice de masa corporal mayor a 40).
También los pacientes inmunosuprimidos, como aquellos que fueron sometidos a trasplante, aquellos en tratamiento con quimioterapia o corticoides a altas dosis y los que tienen infección por VIH.
El personal de salud debe vacunarse por el mayor riesgo de exposición y por la posibilidad de transmitir la enfermedad a poblaciones vulnerables.
Asimismo se recomienda la vacunación en convivientes o contactos estrechos de enfermos oncohematológicos. Y contactos estrechos con niños menores de 6 meses (convivientes, cuidadores en jardines maternales).
Más allá de las recomendaciones oficiales y de las incluidas en el calendario, cualquier persona, a partir de los 2 años de vida, que desee prevenir la enfermedad, puede aplicarse la vacuna antigripal en vacunatorios privados.
Las vacunas antigripales actualmente disponibles en nuestro país comprenden dos subtipos de influenza A (H1N1 y H3N2) y uno o dos linajes del virus de influenza B (Victoria o Yamagata). De esta forma contamos con vacuna antigripal trivalente o cuadrivalente. Cualquiera de ellas puede administrarse tanto a niños como adultos, la cuadrivalente brinda una cobertura más amplia ya que previene la enfermedad por el linaje B.
Esta vacuna debe administrarse todos los años, ya que las mutaciones de los distintos subtipos y linajes de virus de influenza hacen que la vacuna del año anterior no sea efectiva o lo sea parcialmente.
En niños, la vacuna se puede administrar a partir de los 6 meses y, a partir de esa edad y hasta los 8 años, en aquellos que nunca fueron vacunados, se deben administrar dos dosis con un intervalo de 1 mes. En esos mismos niños en la vacunación de los años subsiguientes se debe administrar una sola dosis al igual que en adultos.
NEUMOCOCO
La neumonía es la infección respiratoria más grave y se presenta en forma variable aunque lo síntomas más frecuentes son la presencia de tos, fiebre, decaimiento, expectoración o flema y algunas veces dolor torácico y disnea. Hay que tener en cuenta que en niños muy pequeños o en personas de edad avanzada o en pacientes con disminución de sus defensas, estas manifestaciones pueden ser menos evidentes.
Si bien existen otras bacterias que pueden producirla, la que más frecuentemente produce neumonía en el ser humano es el Streptococcus pneumoniae, también denominado neumococo.
El neumococo, para poder producir una neumonía, primero coloniza la orofarínge, habitualmente sin producir síntomas. Luego, y por distintos factores que lo facilitan, como algunas infecciones virales como la gripe, llega al tejido pulmonar y produce infección. En algunos casos, el neumococo puede avanzar más allá del pulmón y transformarse en lo que se denomina enfermedad invasiva por neumococo (EIN). Puede llegar a la sangre produciendo bacteriemia y también alcanzar otros órganos y producir, por ejemplo, meningitis o artritis o llegar a otras localizaciones profundas. Esto último se observa con más frecuencia en los grupos denominados de riesgo para EIN.
Desde hace varias décadas se disponen vacunas contra el neumococo denominadas vacunas antineumocócicas, de las cuales en la actualidad contamos con la vacuna conjugada de 13 serotipos (PCV13) y la vacuna de 23 polisacáridos (VPN23).
En niños menores de 2 años, se utiliza únicamente la vacuna PCV13. En los EEUU esta vacuna produjo luego de su introducción, en menores de 2 años, reducción global del 55% en la incidencia de EIN y del 90% si solo se consideran a los 13 serotipos de la vacuna. También en ese país se observó una reducción de aproximadamente el 40% en la EIN en mayores de 65 años no vacunados con la PCV13 a causa del efecto indirecto de la vacunación en niños, ya que la vacuna reduce la colonización orofaríngea en población infantil. En Argentina, la información disponible sobre número de aislamientos de neumococos provenientes de EIN en menores de 5 años en dos periodos, pre-incorporación de la vacuna de 13 serotipos conjugada al calendario (2008-2011) y post-incorporación al mismo (2013-2015), demostró una disminución del 62,8% en los casos de esta enfermedad. También esta vacuna ha demostrado reducir en un 61% las otitis medias agudas de toda causa y alrededor del 90% de las otitis provocadas por serotipos contenidos en la PCV13. En Argentina, luego de la introducción en el calendario de PCV13, se observó un descenso en la incidencia de neumonía de aproximadamente un 30% en niños de un año y 27,4% en menores de 5.
El esquema de vacunación antineumocócica en niños en nuestro país, de acuerdo al calendario nacional de vacunación, es de 2 dosis a los 2 y 4 meses de vida con un refuerzo a los 12 meses. En aquellos niños que, por algún motivo, comienzan la vacunación más tardíamente, también deben recibir 2 dosis con un intervalo de 2 meses y un refuerzo entre los 12 y los 15 meses de vida. En niños mayores de 2 años no vacunados previamente, debe darse una dosis y un refuerzo luego de al menos 2 meses.
La vacuna antineumocócica de 23 polisacáridos (VPN23), ha demostrado ser efectiva en adultos para prevenir EIN entre un 56% y un 81%. Esta efectividad también se observa en grupos de riesgo como diabéticos, personas con EPOC, enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca, donde la efectividad para la prevención de EIN oscila entre un 65% y un 84%. También se ha demostrado que esta vacuna en adultos puede prevenir las complicaciones de las neumonías producidas por S.pneumoniae, reduciendo la hospitalización y la mortalidad.
En adultos, la vacuna conjugada de 13 serotipos ha demostrado que genera mayor respuesta de anticuerpos cuando se la compara con la vacuna de 23 polisacáridos, y también demostró prevenir la ocurrencia de un primer episodio de neumonía de la comunidad en adultos mayores por los serotipos incluidos en la misma con una eficacia del 45.56% y de un 75% para prevenir EIN producidos por esos serotipos.
La prevención de la enfermedad neumocócica a través de las vacunas está dirigida a los grupos de mayor riesgo de neumonía y de EIN, que son los siguientes:
-Todos los niños menores de 2 años
-Todos los adultos mayores de 64 años
-Personas de cualquier edad con:
-Enfermedades pulmonares crónicas
-Enfermedades cardíacas crónicas
-Enfermedades hepáticas
-Diabetes
-Fístulas de líquido cefaloraquídeo
-Implantes cocleares
-Tabaquismo
-Insuficiencia renal crónica
-Trastornos de la inmunidad
-Falta de bazo (asplenia) funcional o anatómica
-Otras condiciones o enfermedades que faciliten la infección por neumococo.
En todos los casos de niños menores de 2 años se debe aplicar solo la vacuna conjugada de 13 serotipos. En niños entre los 2 y 5 años que tengan indicación de vacuna antineumocócica, se debe administrar, además de la PCV13, la vacuna antineumocócica de 23 polisacáridos.
En los adultos a partir de 65 años o menores de esa edad con indicación de vacunación antineumocócica se administra el denominado esquema secuencial que incluye ambas vacunas, conjugada de 13 serotipos y la de 23 polisacáridos con la siguiente modalidad de administración:
*HIC: huéspedes inmunocomprometidos (incluye las siguientes condiciones):
-Inmunodeficiencias adquiridas o congénitas
-Infección por HIV
-Insuficiencia renal crónica
-Sindrome nefrótico
-Leucemia, linfoma y enf Hodgkin
-Neoplasias en general
-Inmunosupresión inducida por fármacos
-Tx ógano Sólido
-Mieloma múltiple
-Asplenia anatómica o funcional
-Anemia de celulas falciformes
-Implante coclear
-Fístulas de LCR
**Nota: aquellos adultos que recibieron primero la vacuna VPN23, deben esperar un año para poder recibir la PCV13.
Las personas con trasplante de médula ósea (células progenitoras hematopoyéticas) deben recibir un esquema especial post trasplante que comprende la aplicación de entre 3 y 4 dosis de PCV13 y una de VPN23.
En adultos la vacuna PCV13 se administra una sola vez, mientras que de la VPN23 se debe administrar una dosis adicional a los 5 años de la primera en los huéspedes inmunocomprometidos o, en los adultos mayores de 65 años si recibieron una dosis de esta vacuna antes de esa edad y transcurrieron más de 5 años de dicha aplicación.
La coadministración de cualquiera de las vacunas disponibles contra COVID-19 con otras vacunas del Calendario Nacional no ha sido evaluada. Por este motivo, hasta tanto se tenga más información y considerando las recomendaciones internacionales al respecto, se recomienda respetar un intervalo de 14 días con la aplicación de otras vacunas.
Dr. Pablo Bonvehí, Médico infectólogo y Director Científico de Fundación Vacunar (M.N. 62.648).
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