Jacques Sayagh es francés, tiene 54 años, y vive en la calle. Concretamente en las de París. Sin embargo, su imagen no es la que se podría esperar de un vagabundo porque tiene un físico que parece esculpido a cincel. Y es que este hombre ha convertido el mobiliario urbano en su gimnasio personal.
“Tengo este cuerpo porque vivo en la calle, si no estaría muerto. La gente no entiende por qué duermo en la calle, pero yo no quiero vivir en un apartamento. En la calle no paso frío porque uso cartones”, cuenta.
No solo sigue una rutina de ejercicios, sino que además cumplía con un estricto régimen que solo le permitía consumir 1.500 calorías diarias. Una dieta que tuvo que abandonar a raíz de una enfermedad hepática: “Ahora como vegetales de cinco a seis veces por día”, explica.
Jacques recorre las calles francesas junto a sus dos perros y las pocas pertenencias que lleva consigo: suplementos alimenticios y vegetales. “Tengo nietos y no quiero que me vean como un idiota. Quiero que se sientan orgullosos de mí”, afirma. Es por eso que entrena cada día, suspendido de una farola o sosteniéndose en haciendo flexiones en la vereda.