Qué es la cultura del descarte

Por Rocío Kalenok

Foto: UNAM

El marco de consecuencias que ha atraído la pandemia, íntimamente ligada a la irresponsabilidad ambiental, requiere colocar el foco en el consumo responsable. La cultura del descarte se ha ido forjando durante décadas, la idea de utilizar algo y tirarlo sin tener conciencia de donde va a parar y cuál es el impacto que genera se ha naturalizado.

Estudios recientes indican la presencia de micro partículas de plástico en frutas y verduras, incluso en el agua mineral embotellada; lo que da pie a colocar en la mesa de debate el uso de bienes de consumo descartables y la responsabilidad que debemos adquirir con respecto a lo que sucede con este residuo.

Jerónimo Batista Bucher es un joven científico argentino que creó un vaso biodegradable compuesto de algas con el objetivo de remplazar los descartables y evitar la acumulación de plástico. Fue elegido por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y por la Universidad de Harvard como uno de los 100 líderes jóvenes del futuro. En la difusión del proyecto de ley “Argentina no descarta” nos sumerge en las causas, consecuencias y en el impacto de la contaminación en los ecosistemas por el exceso de basura.

En los últimos 10 años se produjo más plástico que durante todo el primer siglo de producción, viene creciendo enormemente y va a seguir creciendo. Las Naciones Unidas predice que para 2050 va a haber más plástico que peces en los océanos, tanto peces como aves aparecen muertos con el tracto digestivo repleto de plástico. Asusta, pero no se termina de vincular con el impacto que tiene en las personas; de algún modo cuando nosotros empezamos a entender que los animales están ingiriendo plástico o que está presente en el agua donde ellos están, entendemos que hay material plástico que se va fragmentando en partes cada vez más chicas lo que incluso empeora el problema porque ya no lo vemos. Esto nos afecta a de forma muy directa porque también lo estamos ingiriendo. Cada uno de nosotros, en promedio, consume alrededor de cinco gramos de micro plástico por semana. Es decir, es como si cada siete días nos estuviéramos comiendo un vaso descartable por la cantidad de plástico presente y que estamos ingiriendo de los alimentos, del agua que tomamos, incluso del aire que respiramos donde también hay micro partículas en suspensión. Lo estamos ingresando al organismo y ni siquiera tenemos una noción completa del impacto que puede generar en la salud porque son muy recientes los estudios en los que se empieza a ver todo esto.

-¿Cuál es el impacto de las políticas sustentables implementadas a nivel mundial?

El nivel de compromiso que se viene generando a nivel internacional todavía sigue siendo muy poco, está muy lejos de lo que sería necesario. Tomando algunos países como referencia, en Alemania si se empieza a ver la eliminación de elementos descartables. Por otro lado, en lugares como Canadá, se ha implementado un sistema de reciclaje muy completo donde aparentemente hay mucho compromiso por concientizar a la sociedad, pero muchos de esos elementos o materiales que ellos separan los terminan enviando a Asia y a países que tienen menos niveles de desarrollo. Allí alguna parte se recicla y otra termina en basurales o prendido fuego, los que sufren esos daños ambientales y toda esa violencia son las personas de esos otros países menos desarrollados. De algún modo lo tienen como superficial y piensan que se está resolviendo, pero no es así, sobre todo con estos productos descartables que no se reciclan. Ahí empezamos a ver lo importante que es comprender esa realidad, el impacto, como repercute y de qué forma necesitamos resolverlo; que no sea meramente una ilusión o una falacia y que podamos tener soluciones que eviten esto, que todo lo descartable pueda empezar a ser remplazarlo por otra cosa.

-¿Cuál es el nivel de incidencia de la industria plástica? ¿Es meramente una cultura del descarte o intereses económicos hacen que este tipo de políticas se repliquen en ese marco y de forma limitada?

Hoy en día esta toda esa inercia y toda esa estructura productiva a nivel mundial, que obviamente está posicionada con una producción que se mantiene y es rentable y de algún modo reniega de estas problemáticas. Cuando esto fue surgiendo (la industria plástica) no se hizo adrede para generar un problema, cuando se empezaron a generar los primeros elementos descartables se vendían, justamente, por el lado de la comodidad y la facilidad en contraposición a lo retornable. Hay toda una inercia ahora que no se encamina a hacer una transformación con la velocidad que se necesita y hay que entender también que toda esa industria necesita estímulo y apoyo para poder transformarse. Sobre todo, hay que entender que es necesario y que tenemos que empezar lo antes posible para que esto pueda resolver el problema.

-¿Cuáles serían las consecuencias de que esto no se revierta?

En lo inmediato, en los próximos meses, años, empezamos a ver la forma directa en la que nos afecta esto a nosotros. El agua mineral embotellada que nosotros compramos para consumir tiene micro partículas de plástico. Por otro lado, no solamente en los alimentos de origen marino sino también en los alimentos vegetales, un estudio hace muy poco mostraba como los micro plásticos pueden ingresar a las plantas a través de las raíces y depositarse, por ejemplo, en frutas que se comercializan ampliamente. Hoy en día ese micro plástico se encuentra desde el punto más profundo de los océanos, la Fosa de las Marianas, hasta en el Everest. Uno no se imagina como es la cima del Himalaya, pero incluso ahí mismo hay basurales a cielo abierto, esta expandido por todos lados y la realidad es que no tenemos una noción de como esto repercute en los humanos. Lo que sí sabemos es que estos micro plásticos, estas partículas tan chicas de plástico ingresan al organismo y pueden acumularse en el cuerpo.

Otro estudio en zonas naturales conservadas (que en teoría no tienen mucha relación directa con la parte productiva de las ciudades) reveló que, en el noroeste de Estados Unidos, once parques nacionales registraban gran cantidad plástico proveniente de la lluvia. Lo que encontraron es que anualmente estaba cayendo el equivalente a 120 millones de botellas plásticas, es decir que las micro partículas de plástico que había en la lluvia era el equivalente a esa cantidad exorbitante de plástico”.

-¿Creés que la pandemia va a hacer que se empiece a poner el foco en cuestiones medioambientales y en hábitos que impliquen un compromiso y un impacto positivo?

La pandemia surge por una irresponsabilidad ambiental; desde un virus que viene de los animales y a partir de un contacto con especies silvestres que se comercializan ilegalmente en China, donde se entiende que surgió esto. Personalmente pienso que, tal vez, es algo que nos ha hecho reflexionar en muchos sentidos y que ha acompañado a que surjan debates que venían invisibilizándose, pero sobre todo ha puesto sobre la mesa estos temas para que se empiecen a conversar. Por ahí si nos enfocamos en los descartables plásticos; la problemática no se está entendiendo del todo si no que, al revés, se está agravando por el uso de los elementos de protección personal. No estoy hablando del uso del personal médico si no de cada uno de nosotros que usa, por ejemplo, los barbijos descartables. No tiene ningún tipo de sentido y ya se han registrado mundialmente, millones y millones de barbijos que se tiran. La gente los usa a pesar de que la indicación o lo recomendable es el tapabocas reutilizable, los que podemos lavar. Se piensa que porque algo es descartable, porque lo podemos tirar, es más seguro y lo único seguro es toda esa contaminación. No estas parando el contagio, no lo estas frenando, lo alejas, pero terminas condicionando a la persona que recibe esos residuos. Esto sigue alimentando este problema gigante que ya tenemos de base de la contaminación plástica.

-¿Dónde crees que empieza realmente este cambio; desde políticas estatales, educativas o tal vez comunicativas?

De partida, el primer paso es definitivamente la educación, la concientización. El hecho de poder entender de forma bien clara cuál es el problema que estamos generando nosotros y que podemos ser parte de transformar esa realidad. Por otro lado también, desde los medios de comunicación; sobre cómo se trata el tema, como se visibiliza es fundamental porque hace que la gente lo conozca y ahí si va a poder asociarlo a sus propios hábitos, generar iniciativas o promover lo estatal. Tenemos como eje la educación, entender cuál es el problema y a partir de eso los dos puntos fundamentales tienen que ver con la parte productiva y la estatal. En relación a lo económico ir transformando eso tan lineal que tenemos hoy en día por algo más circular y que permita mayor entendimiento del impacto que genera; eso impulsado a través de lo estatal, sobre cómo se puede plantear una estrategia o una línea de acción que ordene todo esto y lo pueda hacer más afectivo. Los ejes son la educación, para que uno pueda conocer y cambiar estos hábitos cotidianos y después lo sistémico. Se necesita si o si el compromiso a nivel productivo y también que esto sea acompañado a nivel gubernamental”.

-¿Cómo imaginas el desarrollo de esta problemática en 2 o 3 décadas? ¿Llegaremos aún más al límite o imaginas un escenario prospero?

“Pienso que no tenemos mucho margen para seguir esperando, para seguir paralizados ante esta situación. Muchas veces si uno conoce esto en profundidad o va viendo el impacto, se asusta o se preocupa. No hay que preocuparse, hay que ocuparse y empezar a tomar acción. Esta problemática de contaminación plástica, situada en toda una crisis climática, ecológica y ambiental si empieza a ser tomada con la seriedad que lo amerita y a imperar sobre todo el sentido de urgencia, vamos a llegar a puntos en los cuales ya no hay vuelta atrás. El problema está creciendo y se va poniendo cada vez peor, la situación no es alentadora ahora. Hay que ser realistas y hay que entender que el problema es grande y que el compromiso tiene que asumirse. No hay otra opción más que comprometernos con esto y cambiarlo.

-¿Creés que el cambio sustancialmente viene con las nuevas generaciones y la esperanza de que surja un nuevo tipo de mentalidad o quizá la cultura del descarte sea más fuerte?

Desde las nuevas generaciones o la juventud se vienen masificando literalmente en el último año y medio o en los últimos meses, considero que ha contribuido muchísimo a visibilizar el tema. Hace cuatro años la situación era muy distinta, la importancia que se le daba no era la misma y tal vez uno podía tratar de aportar por ese lado, pero en lo general la conciencia no estaba. Ahora todo eso ha crecido mucho y es algo que se va conociendo más, el primer paso es entender cuál es el problema. Considero que no tiene que quedar meramente como una responsabilidad de las nuevas generaciones si no que si o si se necesita un compromiso de todo el mundo para que esto realmente pueda transformarse”.

FIRMÁ esta petición para apoyar el Proyecto de Ley Nacional para la Eliminación progresiva de los Descartables Plásticos, junto a avances normativos en todo el país, y accedé al repositorio con material para impulsar esta iniciativa en tu localidad y así evitar entre todos este terrible impacto en cada rincón de la Argentina.

https://www.change.org/p/legislaci%C3%B3n-para-eliminar-los-descartables-pl%C3%A1sticos-en-argentina-argentinanodescarta