Silvia comenzó rescatando perros de todas las razas hasta que se cruzó con Nerón, un galgo de carrera al que nadie quería ayudar, ya que su asistencia veterinaria era costosa, no querían transitarlo y era complejo darlo en adopción dentro de la localidad.
A través de ese galgo conoció el infierno que sufría el resto, partiendo desde los propios galgueros, que los explotaban, extendiéndose al resto de la sociedad, que los ignoraba o discriminaba.
En las localidades rurales no se imaginan al galgo viviendo en departamentos ni durmiendo sobre sillones. “Ellos nacieron para correr” es una de tantas frases que terminó por condenarlos.
Así nació, hace casi cuatro años, “Ayudá a un Galgo”. Un proyecto social, que hasta la fecha ya dio casi trescientos perros en adopción responsable, la mayoría en la provincia de Buenos Aires, pero también en Córdoba, Corrientes, Misiones, e incluso, Brasil, a los cuales se les hace un seguimiento para asegurar su bienestar.
Su refugio se encuentra en Bragado, Provincia de Buenos Aires, pero cuenta además con hogares de tránsito en CABA.
El trabajo detrás de un rescate es inmenso, todos los integrantes de la organización son voluntarios, y realizan desde traslados, mantenimiento y limpieza del refugio, tránsitos y manejo de redes. Teniendo en cuenta que sus adoptantes se encuentran siempre a más de 200 kilómetros, buscar voluntarios o proteccionistas locales que realicen las entrevistas ambientales para luego enviar al animal y realizar los seguimientos a cada uno de ellos a través del tiempo es de vital importancia.
Por supuesto que todo este trabajo tiene un costo económico, y para solventarlo cuentan con una tienda virtual donde se pueden encontrar distintos artículos para mascotas, como collares, correas, ropa, hasta merchandising de la organización, como tazas, mates o remeras personalizadas. Además realizan ferias y otros eventos.
Las adopciones más recordadas son precisamente las que más costaron. Morocho, por ejemplo, un galgo negro de gran tamaño, que llegó sin una patita, tuvo que esperar nueve años en el canil antes de ser adoptado. Era desesperante su situación, ya que era un perro adulto. Los inviernos pasaron factura y se le descubrió una calcificación en su garganta. La única persona dispuesta a adoptarlo se encontraba en San Clemente del Tuyú. Inmediatamente se organizó su traslado para que llegue a su hogar. Actualmente sigue y disfrutando la vida en familia.
Ginebra era una galga de carreras, originaria de la ciudad de 25 De Mayo (Prov. de Buenos Aires) cuando ya no pudo correr más, ni servía para cría, fue abandonada. Su estado de extrema desnutrición era tal que tenía el estómago cerrado, tuvo que ser alimentada con jeringa, recibir muchos cuidados veterinarios y sobre todo mucho amor para poder salir adelante, actualmente vive en Palermo (CABA).
Odisea llegó con sarna, demodexia, mordidas de otros perros y desnutrición. Fue bautizada en “honor” al enorme trabajo que implicó rescatarla, ya que estaba sumamente lastimada, y manipularla era casi imposible, hasta llegar al punto que tuvo que ser sedada para trasladarla y empezar un largo tratamiento. Pero el desafío no solo fue ese, sino encontrar al adoptante ideal para ella. Tenía que ser perra única, y preferentemente adoptada por un hombre, ya que su maltratadora había sido mujer.
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