La lucha contra el enemigo invisible, conocido como Covid-19, puso en vilo al mundo entero y ya se llevó la vida de más de 500 mil personas. Estados Unidos es el país que lidera el ranking de casos confirmados (sobrepasó los 2.500.000 contagios) y tiene más de 125.000 fallecidos. El que le sigue es Brasil con más de 1.300.000 infectados y el número de víctimas fatales es superior a 57.500.
En Argentina la pandemia llegó más rápido de lo que la esperábamos y el Gobierno se vio obligado a dar respuestas para fortalecer rápidamente el sistema sanitario. La noche del 19 de marzo, el presidente Alberto Fernández anunció el inicio de la cuarentena: “A partir de las 0 horas de mañana, deberán someterse al “aislamiento social, preventivo y obligatorio”. Desde ese momento, nadie puede moverse de su residencia. Nadie puede moverse de su casa. La medida la dictamos tratando de que los efectos sobre la economía sean lo menos dañinos posible. Será hasta el 31 de marzo”.
La implementación de esta medida lleva más de 100 días y comenzamos a transitar el momento más difícil de la pandemia, especialmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), donde el número de contagiados supera los 2.500 casos por días y la principal preocupación es la disponibilidad de camas de terapia intensiva y de respiradores. El jefe de Estado argentino, Alberto Fernández, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta manifiestan en público que tienen el mismo objetivo: priorizar la vida y evitar el colapso del sistema sanitario.
El surgimiento de los “anticuarentena”
La historia argentina está marcada de profunda divisiones: unitarios vs. federales, peronistas vs. radicales, kirchneristas vs. macristas y podríamos enumerar muchas más. En este último tiempo surgió una “grieta” impensada que parece acrecentarse con el correr de los días: de un lado los que sostienen que la cuarentena es la única medida eficaz para priorizar la vida. Del otro lado, los denominados “anticuarentena” que se organizan, rompiendo con el distanciamiento social y las medidas sanitarias, para mostrar su descontento con las políticas tomadas por el Ejecutivo nacional.
En la Ciudad de Buenos Aires, la Plaza de Mayo y el Obelisco fueron los lugares elegidos para concentrarse. “El virus no existe”; “Fernández la República no te pertenece. La Patria somos todos”; “El populismo es más grave que el coronavirus”; “Basta de cuarentena ´libertad´”, fueron algunos de los mensajes que se visibilizaron en las marchas denominadas “anticuarentena”, donde también concurrieron comerciantes para pedir la reapertura de sus negocios y médicos en reclamo de mejoras salariales.
Las redes sociales también fueron protagonistas durante estas movilizaciones. El hashtag #Argentinazo fue utilizado para reclamar el fin de las restricciones impuestas por el aislamiento social, preventivo y obligatorio y repudiar, según las palabras de los manifestantes, el intento del Gobierno nacional de “querer convertir a la Argentina en Venezuela”.
Ante estos reclamos, el presidente Alberto Fernández dejó un mensaje contundente en el último anuncio: “Les pido que entiendan que no tenemos que enojarnos con el remedio, tenemos que enojarnos con la enfermedad. La economía se recupera, lo que no vamos a recuperar son los mil argentinos que nos dejaron. El problema económico no es la cuarentena, el problema económico es la pandemia. Y eso afecta a todos por igual”.
La cuarentena continuará hasta el 17 de julio con fuertes restricciones en el AMBA. Esta medida, hasta ahora, mostró buenos resultados: Argentina es reconocida como uno de los países con mejor respuesta ante la pandemia y se ubica entre las tres naciones de América con menos fallecidos por cada millón de habitantes junto a Paraguay y Uruguay. Lo que queda por delante es analizar cómo evoluciona el número de los contagios, estar atentos a la cantidad de camas de terapia intensiva disponibles y si existirán o no nuevas marchas en contra del aislamiento social, preventivo y obligatorio.