Nos encontramos frente a un desafío inimaginable en nuestras vidas. Es probable que en los próximos días tendremos que empezar a retomar nuestras actividades, al menos un sector de la sociedad, es decir que no será considerado delito nuestra circulación como lo es hoy circunstancialmente. El desafío es que respetemos las normas que se sugieren y autoimponernos conductas con responsabilidad.
No cumplir esas normas nos pone en riesgo a todos. Cada uno tendrá que ser responsable para afrontar lo que viene para que el éxito sea colectivo, por cierto era inimaginable hace algunas semanas.
Venimos de una cultura que la culpa la tiene el otro y no nos hacernos cargo de nuestras propias acciones. Quizás, que es comprensible esta lógica ya que países que son consideradas potencia sus autoridades han demostrado que no estuvieron a la de altura para cuidar a sus ciudadanos o eligieron preponderar su economía de manera errónea claramente, de la misma manera que en Argentina tampoco se cuidó a nuestros conciudadanos en muchos otros temas esenciales.
Plantear entre la salud y lo economía es un falso dilema. La salud no cabe duda que es un derecho que en nuestro ordenamiento jurídico está garantizado en nuestra Constitución. La Argentina asumió compromisos internacionales obligándose a velar su cumplimento en el año 1994 con la incorporación de tratados internacionales otorgándole Gerarquia de rango constitucional.
Tal vez desde la propia comodidad del puro azar es muy fácil pedir que seamos responsables con el cumplimento de normas en relación ante esta pandemia. Ahora bien, cómo hacemos para exigirle lo mismo a gente que no tiene nada desde lo material, no tienen cubierta mínimas necesidades esenciales para vivir dignamente y que no ha tenido la posibilidad de recibir educación.
Esta pandemia nos pone de manifiesto una vez más que el éxito personal es de una debilidad abrumadora cuando una sociedad no garantiza mínimas condiciones de una vida digna. La igualdad tiene que ser de oportunidades.
Esta pandemia del Coronavirus no puede impedirnos ver qué Argentina tiene otras epidemias, venimos multiplicando pobres en silencio hace décadas que mueren en forma silenciosa o pasan inadvertidos para gran parte de la sociedad lo que lo hace más perverso.
Nuestra Constitución Nacional por momentos se vuelve de la llamadas “Constituciones promesas” desde el goce de derecho que ofrece es cuasi perfecta pero en la práctica es una expresión de deseos.
Algo tan simple como el sentido común y la seguridad jurídica son esenciales para funcionamiento de una nación y no se da en nuestro país. Las reglas cuando no son claras traen como consecuencia su no cumplimento o aplicación selectiva, lo que aún es más injusto.
Dr. Jorge Monastersky.
Abogado.Dr. En Ciencias Jurídicas y Sociales. U.M.S.A Posgrado en Derecho Procesal Penal profundizado, Criminalística y Medicina Legal. U.P.F.A
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