Multitasking: cuáles son sus efectos en la alimentación

Dra Viviana Battan

Guardar
El trabajo doméstico y las cargas propias del hogar, aún son desequilibradas entre hombres y mujeres (Shutterstock)
El trabajo doméstico y las cargas propias del hogar, aún son desequilibradas entre hombres y mujeres (Shutterstock)

Cada día nos enorgullece más y más la cantidad de cosas que podemos hacer gracias al multitasking, concretamente, el “arte de realizar diferentes cosas en un mismo momento”. Trabajar desde la playa, escribir una e-mail mientras vemos a nuestros niños jugar en casa. En la oficina: respondemos el teléfono, rellenamos los formularios y ponemos en orden los archivos, mientras escuchamos un podcast.

¿Pero es verdaderamente así? ¿Aumentamos nuestra performance al hacer miles de cosas a la vez?

Un estudio de la Universidad de Stanford demostró que nuestro cerebro no está programado para procesar múltiples actividades en el mismo momento y por lo tanto es más productivo si abordamos una cosa a la vez. Con el multitasking empeoramos nuestro nivel de eficacia porque nos volvemos más lentos en el pasar de una acción a otra e incapaces de distinguir la información importante de la información irrelevante en el bombardeo de estímulos que recibimos continuamente. Además, la Universidad de Londres demostró que esta practica podría reducir el coeficiente intelectivo de las personas que lo practican al nivel de un niño de 8 años.

Esta modalidad de trabajo y de rutina cotidiana nos lleva a cambios químicos psico-neuro- endocrinológicos que se manifestarán en la persona dependiendo del biótipo mental y corporal, pudiendo producir estrés, agresividad o estado de alerta continua así como agotamiento, cansancio, tanto físico como mental, ansiedad o depresión.

¿Cómo funciona?

Cuando trabajamos en modalidad multitasking la transición rápida de una acción a otra implica un esfuerzo cognitivo considerable y provoca un aumento en la producción de cortisol, la hormona que regula el estrés, pudiendo conducir a actitudes agresivas y, a su vez, aumentar la adrenalina, la hormona que nos mantiene alertas.

La ilusión de poder hacer varias cosas simultáneamente también aumenta la producción de dopamina, haciéndonos sentir momentáneamente satisfechos, lo que nos induce a querer hacer más y más. Esto lleva a un consumo rápido de la glucosa oxigenada en nuestro cerebro, reduciendo así nuestra concentración y rendimiento en pocas horas. Lo que se traduce en cansancio extremo, pudiendo predisponer a ansiedad y depresión.

¿ Cómo podría repercutir el multitasking en nuestra alimentación?

Les pongo un ejemplo: quien no fue al cine y se compró el balde más grande de popcorn (pochoclos o pururú como decimos en mi pueblo) y se lo termino solito, sin darse cuenta, antes de que finalizara la primer función. En otro contexto, por ejemplo, tranquilos, sentados merendando, no hubiésemos comido ni la mitad.

Esto sucede porque nuestro cerebro procesa una información a la vez y automatiza las habituales, como en este caso: comer. No escuchando así las señales que ese alimento brinda: sabores, texturas, y sobre todo no procesa las señales de saciedad, transformándose de esta manera en un factor de predisposición a la obesidad.

En los niños pequeños y en algunos adultos suele ocurrir lo contrario, que por distracción no comen o comen poco, llevando a una mal nutrición. Por eso, es muy importante que la hora de comer sea respetada y se sienten a la mesa donde puedan ser consientes del acto que están realizando.

Para aprender a escuchar a nuestro cuerpo, se necesita como primera cosa: atención plena.

Alimentarnos con total atención nos consentirá sincronizar con nuestros sentidos, saboreando así toda la experiencia del comer y nos permitirá ser completamente conscientes de los estímulos de hambre y saciedad, permaneciendo en contacto con nuestro cuerpo y sus necesidades.

Les propongo un simple ejercicio: cuando te levantes a la mañana no mires la compu, el celu, el diario o la TV por al menos un hora y comienza a ser consiente de lo que pasa a tu alrededor, prepara el desayuno con atención, observa a tus hijos o las personas que te rodean y sus comportamientos…respira y observa que se siente.

Pequeños cambios y ejercicios en tu vida cotidiana pueden ayudarte a salir del modo automático, a rendirte plenamente consciente, mejorar tus relaciones personales tanto como nutricionales y aumentar tu productividad.

Y recordá siempre que los progresos se hacen “un pasito a la vez”.

Por Dra Viviana Battan * @vivibattan @convivi_bene

Fotografia y videos @tatusigis

Traje de baño @bepopsy_beachwear

*La autora es médica (MN 133505), especializada en medicina ayurveda, nutrición familiar, health and beauty coach.

Guardar