La tradicional corrida de San Silvestre nació como idea de un periodista brasileño. Cuentan que en un viaje a París, Caspero Líbero vio a un grupo de personas que celebraban Fin de Año corriendo con antorchas, que esto le llamó la atención, y así decide replicarlo en su país. La prueba empezó a crecer y a diseminarse por otros países. Al día de hoy sigue expandiéndose en todo el mundo.
Nuestro país no es la excepción: este año se esperan doce mil personas en el pintoresco circuito de 8 K que recorre edificios, monumentos y las zonas más importantes del casco histórico porteño, con largada y llegada en la Avenida 9 de Julio.
Nuestra primera edición se llevó a cabo en 2010, organizada por Sposrtsfacilities. Su fundador y director, Rodolfo Giordano, quería fervientemente que Buenos Aires tuviera su San Silvestre, y viajó a Brasil a concretar el proyecto. Trajo la carrera pese a la opinión desalentadora de muchas personas. Giordano recuerda que le decían que estaba loco por querer hacer correr a la gente un 31 de diciembre con 35 grados. Pero él hizo oídos sordos, y mal no le fue. Hubo 700 inscriptos por ese entonces, pero cada año el número creció sin pausa, hasta la última edición que llegó a reunir a más de diez mil corredores, en 2018. En pocos días se espera superar la cifra en la tan esperada décima edición. Para celebrar habrá una fiesta sin precedentes con diez bandas en vivo de distintos estilos musicales, entre otras atracciones.
Quienes la hayan corrido o presenciado alguna vez pueden dar fe de la alegría que inunda el asfalto porteño el 31 de diciembre: miles de historias muy distintas, hombres y mujeres de todas las edades, condiciones sociales y capacidades físicas, todos con razones muy distintas para estar ahí. Algunos muy pocos con ganas de llegar primeros o mejorar sus marcas (nada fácil con el clima de diciembre).
Otros que se conforman con completar esas ochenta cuadras, quizás en su primera experiencia runner, y muchísimos que simplemente corren para disfrutar, para cerrar el año haciendo eso que los hace tan felices.
Para Santiago Carregal, atleta amateur del FILA Team Palermo que lleva cuarenta y tres años corriendo, la prueba tiene un atractivo muy especial. “Siempre soñé correr en San Pablo, Brasil (en la San Silvestre original). La seguía por radio Rivadavia con la transmisión de José María Muñoz, y cuando empezó a hacerse en Buenos Aires, sentí que pude concretar un gran sueño. Correr San Silvestre es mi forma de festejar un año más corriendo, es una fiesta para celebrar con amigos y extraños. Y llegar a la meta es haber terminado el año de la mejor forma que sé hacer: correr”.
Analía Vasallo e Isabel Rodríguez pertenecen al mismo grupo de running que Santiago, y lo acompañan en la idea: “Terminar el año corriendo la San Silvestre es augurio de un nuevo año lleno de alegrías y motiva a proponerse mayores desafíos”, asegura Vasallo. Rodríguez, que ya participó en cinco ediciones, agrega: “Corriendo San Silvestre me siento parte de la comunidad de corredores de Buenos Aires, ya es parte de mi ADN y me hace feliz hace muchos años. Además, saber que se corre alrededor del mundo es un poco como participar de una comunidad extendida mundial. A esto se suma que en Buenos Aires cada vez tiene más producción, y es más festiva. Cerrar el año corriendo es lo que me hace más feliz y me llena de energía, me motiva para el año que viene”.
Del lado del alto rendimiento, será de la partida Ignacio Oliva, entre otros, quien elige correr San Silvestre porque la considera una de las carreras más emblemáticas de la Argentina. Se ha subido al podio en ediciones anteriores, y espera repetir y hacer una buena carrera otra vez.
Martín Méndez, otro atleta de élite inscripto, cuenta que de chico miraba la San Silvestre de Brasil en la tele. Que siempre quiso ir, pero la fecha y la distancia se lo han impedido. “Tener a San Silvestre en Argentina, y además correrla tres veces y ganarla dos, la ha convertido en una de mis carreras favoritas”, asegura.
Cada uno de los miles de inscriptos tendrán razones distintas para madrugar el ultimo día del año y calzarse las zapatillas. Pero hay algo que los iguala: despedir el año corriendo significa mucho más que gastar por adelantado unas cientos de calorías, es una excelente forma de celebrar y agradecer. De ser feliz.
Por Carolina Rossi, entrenadora nacional de Atletismo ISDE,
entrenadora IAAF y corredora
Carolina Rossi
Entrenadora Nacional de Atletismo ISDE
Entrenadora IAAF