John Edwards es un exdrogadicto de 61 años. Lleva más de dos décadas sin consumir estupefacientes.
Él se ofreció para estar dentro del ataúd durante estos días, con el objetivo de ayudar a las personas al borde de la desesperación y del suicidio.
John confiesa haber perdido a más de veinte amigos por culpa de la drogadicción que desencadenó en el suicidio . Por eso ahora, se dedica a aconsejar a la gente que se siente angustiada y desesperada.
Además dice haber experimentado “un encuentro con una fuerza superior hace 27 años” donde tuvo una revelación. A partir de este hecho, estableció una serie de centros de rehabilitación y refugios para desamparados.
La estructura donde John pasó tres días, es de madera y tiene unas proporciones más grandes de lo normal: 2,5 metros de lardo, 1 metro de largo y 1,3 de ancho.
Está equipado con un orinal especial, suministros de aire y agua, iluminación y una tuberías por donde le pasan los alimentos.
Pero no solo cuenta con las necesidades básicas, el señor Edwards tiene wifi para poder retransmitir en las redes sociales todo lo que sintió bajo tierra.
Durante un largo tiempo estuvo recogiendo testimonios, llamadas, textos y correos electrónicos de todas aquellas personas que buscan ayuda.
“Mi plan es hablar con ellos desde la tumba antes de que sea demasiado tarde y mostrarles esperanza”, explica el irlandés. “Cuando bajan la tapa, sientes que estás bajo tierra y oyes cosas en la parte superior, es bastante extraño, aunque no sea la primera vez”, explica.
El hombre que cavó su propia tumba
En julio de 2016 pasó un fin de semana bajo tierra en Halifax, retransmitiendo también en vivo desde su smartphone y a través de las redes sociales todo lo que sentía.
Confesó sentirse cansado y mareado, “deseando usar un retrete y tomarme una ducha”. Según él, quizá sea una medida muy dura pero es por una buena causa: “tiempos extremos requieren medidas extremas”.