Desde mis comienzos en el mundo de la moda tuve que aprender a acostumbrarme a convivir con las reglas del juego de la profesión. Se impone que para quedar en cualquier casting hay que dar con el perfil justo que busca la marca. Ser seleccionada para una campaña que una tanto deseó es un momento de plena alegría, así como no lograrlo desata una gran frustración.
Y es esa decepción, la de no ser aceptada o no encajar, la que puede darse en nosotras cuestionamientos sobre cómo deberíamos ser para los demás. Eso es algo totalmente absurdo. Todos las mujeres somos distintas, algunas altas, algunas más bajas, otras son flaquitas y otras más grandotas, pero adivinen qué: todas las mujeres somos mágicas en nuestra forma, cada una tiene su propio encanto. Eso es lo que nunca hay que hacer, perder de vista para no vernos afectadas por comentarios discriminatorios sobre nuestra apariencia.
Vivimos en la era de las redes sociales, que son fabulosas para comunicar y conectarse con gente nueva. Pero no podemos utilizar las redes sociales para agredir a otras personas, porque no sabemos lo que pueden estar viviendo del otro lado. Cuando abro los comentarios de mis fotos y me encuentro con algunos que dicen: "eres una anorexia", "tienes que comer", "que feo cuerpo tienes", gracias a Dios con el tiempo me fui haciendo fuerte y esas palabras dejaron de importarme. Hace 16 años que trabajo en moda y he visto cómo lo gratuito de esas palabras afectan a las mujeres que persiguen un ideal de belleza que no existe. De igual manera las redes suelen plasmar "vidas perfectas" que no son más que "perfectas puestas de escena".
Por eso no se olviden que siempre la moda que mejor se ajusta a tu cuerpo es ser vos misma.
* Por Paula Peralta