El 2018 no fue un año más para el atletismo nacional e internacional. En Berlín, el 16 de septiembre el keniata Eliud Kipchogue batió el récord del mundo en maratón con un tiempo de 2:01:39, y en nuestro país, apenas siete días después, también se registró una marca sin precedentes para todo el continente cuando Emanuel Kipkemboi cruzó el arco en 2:05:21. Tuve el privilegio de ser testigo de ambos momentos. Esta vez corrí en Berlín y no en Buenos Aires como todos los años, y tras haber participado de ambas carreras me atrevo a comparar y afirmar que los 42K de Berlín no son lo que tantos suponen ni mucho mejor que los nuestros.
Miles de personas de todo el mundo viajan cada año y gastan fortunas para correr en la tierra de los récords del mundo, muchos buscando batir marcas en la que se ganó toda la fama de más veloz del planeta. ¿Pero porqué es veloz? Su circuito llano, clima fresco, y la participación de atletas internacionales de primer nivel parecen tener la respuesta. Pero lo real es que los corredores aficionados no corren la misma carrera que los elites: largan más atrás y amontonados por la masa lenta que generan más de 40 mil almas por la misma calle, deben hidratarse en puestos colapsados cuándo y cómo se puede, y soportar un clima que ya no es lo que era: en las últimas ediciones la temperatura no acusó fresco ni baja humedad como se espera para una óptima performance en largas distancias.
¿Conclusión? Berlín tiene un circuito llano y ágil, africanos rapidísimos, muy buenos premios para los ganadores, pero nadie asegura un clima óptimo ni un buen servicio de hidratación para los aficionados. Otro dato no menor: para usar los baños públicos, por ejemplo, es probable que haya que esperar más que en las filas de nuestra maratón de Buenos Aires. Si además consideramos los beneficios que brinda correr en el propio país sin alejarse de la comodidad de la rutina: nuestra comida, nuestra cama, circuito conocido (además de evitar el jet lag y el cansancio del viaje) no está muy claro que para buscar récords personales correr en Berlín sea la mejor opción.
Este año en Buenos Aires pese a un clima no del todo ideal se lograron muy buenas marcas, récord de circuito, y el cuarto mejor registro 42K del mundo de todo el año (el primero histórico en suelo Sudamericano ). No por nada ya la llaman a nuestra maratón "la Berlín de América". Seguramente presente detalles a mejorar, pero también reúne ítems de primer nivel que le valieron la certificación "Bronce Label", un reconocimiento que otorga la IAAF (asociación internacional de federaciones de atletismo).
Definitivamente, no todo lo de afuera siempre es mejor. A continuación, un cuadro con datos reunidos de las ediciones 2018 de ambas pruebas. Los números hablan por sí solos.
Por Carolina Rossi, entrenadora nacional de Atletismo ISDE, entrenadora IAAF y corredora / www.carolinarossi.com.ar