Estamos en la época que separa a los corredores en dos bandos bien definidos: los que entrenan menos porque reniegan del frío y se guardan, y los que lejos de intimidarse, suman kilómetros a lo loco, agradecidos de las buenas sensaciones que les regala el invierno en carrera.
A los primeros les cuesta ponerse en marcha cuando el termómetro marca menos de 10 grados. Lo padecen y prefieren quedarse adentro haciendo otra cosa o correr en la cinta con clima más amable. Está claro que una cosa es aquel que corre para disfrutar o para hacer algo de actividad física, y otra muy distinta quien lo hace con fines competitivos o ansias de superación aún desde su condición de amateur. A estos últimos, en general el frío les gusta y lo celebran. Porque con frío se corre más rápido. Así de simple.
Pero como en todo en la vida, los extremos son malos. Si bien podría decirse que en líneas generales es mejor el frío que el calor a la hora de mejorar marcas, correr con 0 grados no sólo no es beneficioso si no que disminuye el rendimiento. ¿Porqué? Porque el cuerpo debe insumir energía extra para calentarse y mantener la temperatura lo más cercana posible a los 36 / 37 grados, energía que podría usarse para la actividad deportiva. Además, el frío extremo entumece los músculos y dificulta la fluidez de los movimientos.
El calor tampoco es bueno a la hora de buscar una buena performance. Con respecto a la termo regulación, sucede a la inversa: el cuerpo precisa gastar energía adicional para enfriarse. Sumado a esto, cuando al calor se agrega la humedad, el cuadro se agrava considerablemente: la humedad impide que el sudor se evapore y esto dificulta la respiración de la piel y la posibilidad de enfriar. Hay quienes sostienen que la temperatura perfecta para correr se sitúa entre los 3 y los 10 grados. Otros hablan de entre 8 y 12. Podríamos entonces concluir en que entre 8 y 10 no hay dudas que estamos en una franja óptima. Pero a nivel climático no sólo la temperatura condiciona las cosas. La humedad (como comentábamos anteriormente), el viento, y la baja presión atmosférica también son elementos que pueden traducirse en una merma importante del rendimiento. En nuestro país, en general el clima más propicio suele darse justamente ahora, entre fines de otoño y principios de invierno, donde todos los niveles nos invitan a correr mejor.
Sin embargo cada corredor tiene su propia época ideal, y hay quienes prefieren el frío al calor, y al revés. Hay organismos más tolerantes a un clima u otro, pero en promedio y considerando estadísticas de los desempeños en competencias en distintas épocas y lugares del mundo que acusan siempre mejores tiempos con clima fresco, todo concluye en que ahora es el mejor momento para salir a enfrentar el invierno en zapatillas. Seguro cueste arrancar, pero al cabo de unos kilómetros el frío seguramente se vuelva un recuerdo, ¡porque corriendo la sensación térmica se puede elevar entre 5 y 15 grados! Lo importante es salir, casi seguro después lo vas a disfrutar y agradecer un montón.
Por Carolina Rossi, entrenadora nacional de Atletismo ISDE, entrenadora IAAF, y corredora