México experimenta numerosos sismos debido a su ubicación geográfica, ya que se encuentra en una región donde interactúan varias placas tectónicas. Específicamente, el país está situado en el límite de tres grandes placas: la placa de Cocos, la placa del Pacífico y la placa Norteamericana, además de otras más pequeñas como la placa del Caribe y la placa de Rivera.
Otra causa importante es la actividad en las fallas tectónicas dentro del territorio continental. Por ejemplo, en el centro y sur del país, la interacción entre diferentes segmentos de la placa Norteamericana provoca sismos en zonas como la Falla de San Andrés, en Baja California, y otras estructuras tectónicas activas en el Valle de México.