Foto del día: la conexión entre la nieve eterna y una leyenda de amor trágico

La figura del volcán Iztaccíhuatl conecta leyenda, amor trágico y los ecos de antiguas civilizaciones

volcán Iztaccíhuatl (Foto: Cuartoscuro)

La fotografía es una herramienta poderosa para explorar el mundo que nos rodea. Al capturar estructuras arquitectónicas, animales, paisajes o personas, podemos apreciar la belleza y el sentido estético en un momento suspendido en el tiempo.

Incluso en medio de la monotonía, una imagen de un rincón de México puede ser entretenida y nos permite conocer algo nuevo que podríamos hablar en reuniones.

La imagen del día, proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), nos invita a reflexionar sobre la creatividad humana y la belleza que se localiza en nuestro país. Sin más dilación, aquí está la imagen del día.

Meztli sobre el Iztaccíhuatl

El INAH muestra un aspecto importante del país a través de una imagen. (Melitón Tapia. INAH.)"

Investida por una luna creciente, el Iztaccíhuatl revela su yaciente silueta en el cielo. Este volcán inactivo, ubicado entre los estados de México y Puebla, cuyo nombre significa “mujer blanca” en náhuatl, es llamado así debido a la nieve que cubre sus cumbres y brilla como un manto de plata sobre el cuerpo de una durmiente dama.

La cima del volcán, sagrada para las antiguas culturas prehispánicas, ha sido depositaria de secretos y rituales milenarios, pues se han encontrado varios objetos arqueológicos que hablan de una época en que la espiritualidad y la naturaleza se unían desde siglos antes de la llegada de los españoles a estas tierras.

Su leyenda de tragedia y eternidad la precede. En ella, la princesa compartía amores con el guerrero Popocatépetl. Al enterarse el padre de Iztaccíhuatl, acordó que, si su vasallo vencía a los enemigos durante la guerra, éste se podría desposar con su hija. Protagonista de un amor inconcluso, el volcán Iztaccíhuatl se erige como un símbolo de belleza y misterio, un recordatorio de la conexión entre la tierra, el cielo y la humanidad.

La leyenda del volcán Popocatépetl y el Iztaccíhuatl

Había una vez un emperador que tenía una hija llamada Iztaccíhuatl, que, al ser mayor de edad, se enamoró de Popocatépetl, un joven guerrero, valiente, inteligente y valeroso, el emperador veía con agrado el matrimonio de su hija.

Cuando Iztaccíhuatl y Popocatépetl iban a celebrar su boda, los ejércitos declararon la guerra al imperio, el emperador reunió a sus guerreros y confió a Popocatépetl la misión de dirigirlo en los combates.

Popocatépetl fue a la guerra, tras varios meses de combate logró vencer al enemigo, pero antes de que el emperador supiera de su victoria, unos guerreros envidiosos le informaron que Popocatépetl había muerto en combate, Iztaccíhuatl escuchó la noticia falsa y lloró amargamente, dejó de comer y cayó en un sueño profundo, sin que nadie lograra despertarla.

Cuando Popocatépetl regresó victorioso, supo lo que había sucedido y buscó a Iztaccíhuatl, la cargó en sus brazos, tomó una antorcha y salió del palacio, nadie volvió a verlos.

Después de varios días, todas las personas del valle de México se asombraron al ver que dos montañas muy altas habían surgido de la tierra y lanzaban llamas hacia el cielo, se trataba de dos volcanes.

Cuando el emperador los vio, dijo a su pueblo: “Iztaccíhuatl y Popocatépetl” murieron de tristeza porque no podían vivir el uno sin el otro, el amor los ha transformado en volcanes y su corazón fiel arderá como una flama para siempre.

FIN

*Esta leyenda se tomó de la Nueva Escuela Mexicana de la SEP