Estos irresistibles buñuelos franceses, espolvoreados con una generosa capa de azúcar glas, serán el postre perfecto para acompañar tu café con un toque dulce y reconfortante que te transportará a las calles de París.
Los beignet son un tipo de dulce tradicional de la cocina francesa, aunque también son populares en otros lugares, especialmente en Nueva Orleans, Estados Unidos. Allí, los beignet son servidos en establecimientos como Café du Monde, donde se han consolidado como un platillo clásico tanto para locales como turistas.
El nombre “beignet”, que significa “buñuelo” en francés, hace referencia a una masa frita, ligera y esponjosa, similar a una dona, pero con una textura y presentación que los hace únicos.
En Francia, los beignet se preparan en diversas formas y pueden variar en rellenos y cobertura. Para las versiones dulces, la masa de los beignet se enriquece con frutas frescas o mermeladas.
En su versión más sencilla, se preparan como pequeños cuadraditos espolvoreados con azúcar glas, sin embargo, también se elaboran a base de puré de patata o con rellenos salados, lo que les otorga una textura más suave y un sabor ligeramente distinto, pero igualmente delicioso.
Receta de los beignets caseros
Esta receta, que se apega a la presentación clásica de los buñuelos franceses, tiene una dificultad intermedia y estará lista en una hora con 22 minutos. Creada por Aranza Gavia y publicada en la página de Recetas Nestlé, está diseñada para preparar 12 porciones, cada una con 280.4 kilocalorías.
Al tratarse de un postre fácil de personalizar, puedes añadir tu toque personal, como un poco de mermelada en el interior o una pizca de canela en el azúcar glas para hacerlo aún más especial.
Ingredientes:
- ¾ taza de agua tibia
- 2 cucharadas de azúcar
- ½ sobre de levadura (5.5 gramos)
- 3 ½ tazas de harina de trigo pasada por un colador
- ½ taza de azúcar
- ½ taza de leche evaporada
- 1 huevo
- ½ cucharada de esencia de vainilla
- ½ barra de mantequilla a temperatura ambiente (45 gramos)
- Aceite vegetal para freír
- ½ taza de azúcar glass
Preparación:
- En un recipiente pequeño, mezcla el agua con una cucharada de azúcar y la levadura seca. Posteriormente, deja reposar la mezcla en un lugar tibio hasta que se duplique en volumen.
- Forma una fuente con la harina y ¼ taza de azúcar. Vierte en el centro de la harina la mezcla de levadura, la leche evaporada, el huevo, la esencia de vainilla y la mantequilla.
- Mezcla todos los ingredientes hasta obtener una masa homogénea.
- Coloca la masa sobre una superficie limpia y ligeramente enharinada.
- Amasa y golpea la masa contra la mesa hasta que se torne suave, elástica y no se pegue a tus dedos.
- Forma una bola con la masa, colócala en un recipiente grande ligeramente engrasado, y cúbrela con plástico adherente.
- Deja reposar la masa en un lugar tibio hasta que doble su volumen.
- Extiende la masa sobre una mesa enharinada con ayuda de un rodillo hasta obtener un centímetro de grosor, corta 12 rectángulos para formar los beignets.
- Calienta suficiente aceite en una sartén profunda y fríe los beignet por ambos lados hasta que estén dorados y crujientes. Asegúrate de que se cocinen de manera uniforme.
- Retira los beignet del aceite y colócalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.
- Espolvorea los beignet con azúcar glas mientras aún están calientes, para que se adhiera bien y estarán listos para servir.
Cuál es el origen de los beignet
Los beignet son una parte integral de la gastronomía francesa, pero su historia se remonta más allá de las fronteras del país europeo.
Según detalló la revista gastronómica Food & Wine, este postre tiene raíces en la antigua Roma, donde se consumía una preparación llamada scriblita, una masa húmeda y fermentada que se freía en grasa.
De acuerdo con la historiadora culinaria Cathy Kaufman, citada por Food & Wine, la evolución de los beignet estuvo marcada por la influencia de diversas culturas. En el siglo XIII, los musulmanes que habitaban España, conocidos como sarracenos, introdujeron los buñuelos en el sur de Francia. Esta versión temprana consistía en piezas de masa frita que se sumergían en almíbar y se espolvoreaban con azúcar.
Kaufman señaló que la receta más antigua de este tipo de postre data del año 1226 d.C., lo que evidencia la larga tradición de este dulce en la región.
El recorrido de los beignet no se detuvo en el sur de Francia, pues en el siglo XV esta preparación llegó al norte de Europa, donde se consolidó como un dulce asociado a festividades y celebraciones. Su popularidad creció con el tiempo, y eventualmente se convirtió en un símbolo cultural en diferentes partes del mundo.
En la actualidad, los beignet son especialmente reconocidos en Nueva Orleans, donde su preparación y consumo están profundamente arraigados en la identidad local, siendo ahora un elemento central de las celebraciones del Mardi Gras, una de las festividades más importantes de la ciudad.