Un sismo de magnitud 4.2 fue registrado este 23 de diciembre a las 04:24 horas (hora local), con epicentro localizado a 7 kilómetros al oeste de Petatlán, en el estado de Guerrero, según reportó el Servicio Sismológico Nacional (SSN).
El evento telúrico tuvo lugar en las coordenadas latitud 17.54 y longitud -101.33, a una profundidad de 25 kilómetros. Hasta el momento, no se han reportado daños materiales ni víctimas derivadas de este movimiento sísmico.
Un temblor de 4.2 de magnitud y con una profundidad de 25.6 kilómetros tomó por sorpresa a los pobladores de la ciudad de Petatlán a las 4:24 hora del centro (10:24 UTC) este 23 de diciembre.
México experimenta numerosos sismos debido a su ubicación geográfica, ya que se encuentra en una región donde interactúan varias placas tectónicas. Específicamente, el país está situado en el límite de tres grandes placas: la placa de Cocos, la placa del Pacífico y la placa Norteamericana, además de otras más pequeñas como la placa del Caribe y la placa de Rivera.
Los sismos se generan principalmente por la subducción de la placa de Cocos debajo de la placa Norteamericana a lo largo de la fosa Mesoamericana, un proceso en el que una placa tectónica se desliza debajo de otra. Este fenómeno ocurre frente a las costas del Pacífico mexicano, en estados como Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán, donde se registran con frecuencia movimientos telúricos de magnitud considerable.
Otra causa importante es la actividad en las fallas tectónicas dentro del territorio continental. Por ejemplo, en el centro y sur del país, la interacción entre diferentes segmentos de la placa Norteamericana provoca sismos en zonas como la Falla de San Andrés, en Baja California, y otras estructuras tectónicas activas en el Valle de México.
El Cinturón de Fuego del Pacífico, una región caracterizada por su alta actividad sísmica y volcánica, también incluye a México, lo que agrava la frecuencia de los temblores en el territorio. Esta zona concentra aproximadamente el 75 % de la actividad sísmica global.
Adicionalmente, el tipo de suelo en algunas áreas urbanas, como en la Ciudad de México, amplifica los efectos de los sismos. Esto se debe a que gran parte de la ciudad está construida sobre lo que fue un antiguo lago, cuyas capas sedimentarias blandas intensifican las ondas sísmicas, provocando mayores daños.