La Inteligencia Artificial Generativa ha marcado un antes y un después, convirtiéndose en una herramienta clave para mejorar la productividad en el trabajo. Al ser un apoyo fundamental en la realización de tareas diarias, nos permite enfocarnos en lo que realmente importa: ser más creativos, estratégicos y liberar tiempo para nutrir nuestros intereses. Esto no solo hace que nuestra concentración esté dedicada a actividades que requieren un pensamiento más analítico y crítico, sino que también reduce el tiempo dedicado a las tareas cotidianas mecánicas. De hecho, según nuestro estudio anual de Tendencias Laborales (2024), muchos usuarios afirman que la IA les ha ayudado a ahorrar tiempo y a potenciar su creatividad.
Sin embargo, este avance tecnológico ha generado reacciones encontradas en la sociedad. Por un lado, hay asombro y apreciación por cómo la IA facilita tareas y mejora la eficiencia y productividad. Por otro lado, existe el temor y preocupación por los riesgos y desafíos que implica, además de la mitificación del reemplazo del factor humano.
Es fundamental entender que la clave para aprovechar estas herramientas radica en aprender a colaborar con ellas, estableciendo una relación armónica entre la Inteligencia Artificial y la participación humana. La IA no es un piloto automático; al contrario, es un copiloto operado por nosotros mismos. El propio Satya Nadella, CEO de Microsoft, describe esta innovación de la siguiente manera: “piensa con IA, trabaja con humanos”.
Para nosotros, el 2024 ha sido el año de los Copilots, donde hemos experimentado de primera mano cómo la IA se ha transformado en una realidad, teniendo un impacto tangible en la eliminación de los silos de trabajo. Muchos usuarios de IA destacan cómo esta tecnología no solo optimiza procesos, sino que también les permite ahorrar tiempo en tareas administrativas. Un ejemplo claro es el de los investigadores de la salud y científicos, quienes ahora pueden hacer una búsqueda más rápida de los recursos que necesitan, accediendo fácilmente a documentos, estudios y datos relevantes para sus proyectos. De este modo, tienen un mayor control de sus investigaciones, valiéndose de algo tan sencillo como el uso de palabras clave para el despliegue de resultados.
Cada vez más organizaciones están invirtiendo en estas tecnologías. En México, hemos identificado que el 70% de las pequeñas y medianas empresas han dedicado parte de su presupuesto a estas iniciativas, de acuerdo con nuestro estudio de implementación de IA en 2024. Ante esta transición, es cada vez más importante empoderar al capital humano como un operador tecnológico, bajo la noción de que, como pilotos de estas herramientas, podemos realizar tareas únicas, optimizando los procesos mecánicos al uso de sistemas para, como humanos, capitalizar el pensamiento crítico, la empatía e incluso la resolución de conflictos éticos, dejando las tareas más simples y repetitivas a nuestros copilotos.
Estoy convencido de que la IA nunca podrá reemplazar al factor humano, pero también creo que estamos encarando una nueva era de la productividad, donde el paradigma más importante radica en aprender a verla como una compañera de trabajo, disponible para nosotros 24/7. Sin duda, podemos ahorrarnos tiempo, estimular nuestra creatividad y facilitarnos las tareas cotidianas utilizando la IA a nuestro favor y mirando hacia la innovación tecnológica.