En México, los cárteles de la droga están evolucionando hacia modelos operativos cada vez más sofisticados, dejando atrás el estereotipo de narcotraficantes rústicos y violentos para convertirse en organizaciones complejas que demandan talento especializado al estilo Breaking Bad.
De acuerdo con un reportaje publicado por The New York Times, entre sus nuevas estrategias destaca el reclutamiento de estudiantes de química, jóvenes universitarios que son atraídos por promesas económicas y la posibilidad de aplicar sus conocimientos en un ámbito peligroso pero lucrativo.
El Cártel de Sinaloa, considerado uno de los principales responsables de la crisis de fentanilo en Estados Unidos, lidera este cambio. Sus métodos de reclutamiento son precisos y variados, desde la infiltración en campus universitarios hasta la utilización de redes familiares, con el objetivo de captar estudiantes capaces de sintetizar precursores químicos y mejorar la potencia del fentanilo que producen.
La información sobre el reclutamiento de químicos por parte del Cártel de Sinaloa comenzó a ser documentada más ampliamente después de que un grupo de hackers filtrara una evaluación de inteligencia mexicana. Este documento reveló que, tras la pandemia de COVID-19, el cártel estaba intentando reclutar a profesores de química para desarrollar precursores químicos del fentanilo debido a la interrupción en las cadenas de suministro internacionales, especialmente de insumos provenientes de China.
El artículo de The New York Times titulado “Cómo los cárteles mexicanos reclutan estudiantes de química para fabricar fentanilo” se basa en entrevistas con siete cocineros de fentanilo, tres estudiantes de química, dos agentes de alto rango y un reclutador de alto nivel, todos vinculados al Cártel de Sinaloa.
Estas fuentes proporcionaron información detallada sobre las tácticas de reclutamiento y las operaciones internas del cártel.
Infiltración en campus universitarios
Los cárteles han encontrado en las universidades mexicanas un terreno fértil para localizar talento. Reclutadores disfrazados de personal de limpieza o trabajadores administrativos se infiltran en los campus para identificar a los estudiantes más prometedores.Un caso documentado por el medio antes citado relata cómo un reclutador disfrazado de conserje abordó a un estudiante de segundo año de química. “Nos contaron que eres bueno en lo que haces. Tú dices si te interesa”, le dijo, abriendo con esta frase la puerta a un mundo que cambiaría su vida.
La vulnerabilidad de los campus como espacios abiertos y poco regulados permite a los cárteles operar con relativa facilidad, lo que plantea serias interrogantes sobre las medidas de seguridad en las instituciones educativas.
Investigaciones previas al contacto
Antes de acercarse a un estudiante, el cártel realiza investigaciones detalladas sobre su vida. Utilizan redes de conocidos, amigos y familiares para obtener información sobre el carácter, la situación económica y las aspiraciones del posible recluta.”El candidato ideal es alguien que no se acobarde, que sea emprendedor, discreto y con conocimientos técnicos sólidos”, explicó un reclutador al medio estadounidense.
Esta evaluación previa asegura que solo los candidatos con el perfil adecuado sean contactados, maximizando el retorno de inversión del cártel en su “proceso de selección”.
Redes familiares y comunitarias
En muchas ocasiones, los reclutadores no necesitan buscar lejos. Las redes familiares y comunitarias actúan como un puente directo hacia los estudiantes. Parientes cercanos que ya trabajan para el cártel suelen ser intermediarios, facilitando el contacto inicial y minimizando las barreras de confianza.Un caso que señala el medio es el de una estudiante de primer año que fue reclutada por un familiar. Aunque inicialmente estaba aterrorizada, aceptó después de que le ofrecieran un bono de 1,000 dólares, una cantidad impensable para su familia, que sobrevivía con ingresos precarios.
Incentivos económicos
La precariedad económica de muchos estudiantes en México es un factor clave que el cártel explota. Ofrecen salarios que duplican o incluso triplican el promedio de un químico formalmente empleado en el país.Un estudiante relató que recibió un adelanto de 800 dólares y la promesa de un salario mensual igual, más del doble del ingreso promedio para un químico en México. En otros casos, los cárteles prometen bienes materiales como casas o automóviles para atraer a los jóvenes.
“Somos una empresa. Lo que hace una empresa es invertir en sus mejores perfiles”, explicó un reclutador, evidenciando cómo el narcotráfico ha adoptado estrategias propias del mundo corporativo.
Manipulación emocional y psicológica
Más allá de los incentivos económicos, los cárteles apelan a las necesidades emocionales de los jóvenes. Estudiantes que enfrentan problemas familiares, de salud o económicos suelen ser blanco fácil de estas propuestas. Un joven aceptó trabajar en un laboratorio clandestino porque necesitaba pagar el tratamiento contra el cáncer de su padre. Aunque sentía repulsión por fabricar una droga que causa miles de muertes, no veía otra salida. “Lo que yo quisiera es ayudar a las personas, no matarlas”, confesó.
Integración al sistema y control estricto
Los estudiantes reclutados suelen comenzar con tareas específicas bajo supervisión constante. Algunos trabajan en mejorar la potencia del fentanilo, mientras que otros intentan sintetizar precursores químicos, un proceso complejo que requiere habilidades avanzadas. El cártel ejerce un control estricto sobre sus reclutas, utilizando amenazas veladas o explícitas para garantizar su lealtad. La posibilidad de fallar o cometer errores no solo implica riesgos físicos, como explosiones o intoxicaciones, sino también castigos severos por parte de sus supervisores como violencia física, desaparición, amenazas a la familia y asesinato.
Profesores y el papel de las universidades
Algunos profesores de química han reconocido que ciertos estudiantes se inscriben en sus clases únicamente para adquirir conocimientos que luego aplican en la fabricación de drogas. “En clase, cuando enseño síntesis de fármacos, me preguntan: ‘¿Cuándo nos va a enseñar a hacer cocaína y otras cosas?’”, relató un docente.
Estas declaraciones ponen de manifiesto cómo las instituciones educativas, muchas veces carentes de recursos para enfrentar estas problemáticas, se ven superadas por las dinámicas del narcotráfico.
Consecuencias internacionales
La sofisticación del reclutamiento por parte del Cártel de Sinaloa también tiene implicaciones globales. Si logran sintetizar precursores químicos de manera independiente, podrían reducir su dependencia de insumos importados de China y aumentar su control sobre la producción de fentanilo.
Autoridades estadounidenses han advertido que este avance marcaría una nueva fase en la crisis del opioide, complicando aún más los esfuerzos de las fuerzas del orden para detener el flujo de drogas hacia Estados Unidos.