La masacre del pasado 9 de noviembre en el bar “Los Cantaritos” de Querétaro, donde 10 personas fueron asesinadas, marcó un punto de inflexión en la percepción de seguridad en el estado y ha roto la burbuja de las “ciudades santuario”, lugares que debido a su ubicación estratégica, estabilidad social o infraestructura moderna, mantienen una apariencia de tranquilidad en el tema de seguridad.
Querétaro, Aguascalientes y Mérida han sido consideradas por mucho tiempo como las últimas “ciudades santuario” en México, sin embargo, eventos recientes han evidenciado que esta paz aparente se está desmoronando debido a la expansión y confrontación entre grupos criminales.
En una conversación con Ricardo Raphael para adn40, el periodista Óscar Balderas analizó el avance del crimen organizado en estas tres ciudades consideradas tradicionalmente seguras, advirtiendo que la expansión de grupos como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) está transformando estas regiones en escenarios de violencia, alterando las dinámicas de seguridad y economía locales.
¿Qué pasa en Querétaro y Aguascalientes?
Según el periodista, el crecimiento del CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) ha generado una disputa territorial en Querétaro y Aguascalientes, desplazada desde Guanajuato debido al fenómeno de “efecto cucaracha”. El experto en seguridad explicó que en este caso los grupos criminales migran hacia nuevas áreas después de explotar al máximo sus territorios originales.
“En Querétaro ahora yo veo principalmente una disputa entre dos grupos, el CJNG y el CSRL, que digamos han llegado por un “efecto cucaracha” de parte de Guanajuato que ya está sobreexplotado y buscan nuevas tierras donde asentarse. En Aguascalientes considero que es exactamente lo mismo”, mencionó.
El cambio en la estrategia criminal también afecta la economía local. El también podcaster de “Territorio Rojo” detalló que antes, cuando había un solo grupo criminal en una región, se interesaban por proteger la economía de la zona, pues esta era su fuente de recursos.
“Antes los grupos criminales no tenían este espíritu depredatorio, no les interesaba destruir la economía local, al contrario, formaban parte de los engranes de una economía que tenía que estar activa de manera permanente para que ellos tuvieran de dónde sacar, digamos “carnita”, para que su empresa criminal criminal, el cártel de las drogas, tuviera éxito”, dijo y puso como ejemplo el dominio que antes tenía Cártel de Sinaloa en Chiapas, donde hoy se disputa el territorio con el grupo criminal de Nemesio Oseguera Cervantes, alias ‘El Mencho’.
Sin embargo, hoy con dos o más grupos disputándose el poder en una región, la violencia y el terror son las herramientas de negociación. Explicó que ahora la forma de negociar los las autoridades locales, municipales o estatales es: “Te toca negociar conmigo y no con el otro porque yo soy más violento y entonces yo te voy a dejar 10 cuerpos si no haces la negociación conmigo; si negocias con el grupo “A”, este grupo te deja 5 cuerpos, yo te dejo 20″, entonces la negociación se vuelve en el cómo doblegar más fácil al gobierno a través de la violencia y cómo cooptar espacios.
Esta transformación ha resultado en una escalada de violencia, como lo demuestra el hallazgo reciente de un empresario asesinado en un parque industrial de Aguascalientes, un lugar en donde no se acostumbra ver este tipo de hechos, afirmó.
¿Qué pasa en Mérida?
En el caso de Mérida, el fenómeno criminal tiene una dinámica distinta, enfocada principalmente en el tráfico de drogas sintéticas, como las metanfetaminas. Esta droga se ha convertido en un mercado extremadamente lucrativo para grupos como el CJNG.
Óscar Balderas subrayó que las autoridades locales han reconocido la creciente importancia de esta sustancia en la región, lo que ha atraído a figuras clave del crimen organizado.
Un evento significativo que arroja luz sobre que los cárteles ya están asentados en dicha región ocurrió en agosto pasado, cuando fue detenido en Mérida Aldrin Miguel Jarquín Jarquín, alias “El Chaparrito”, uno de los hombres más cercanos a ‘El Mencho’.
“El Chaparrito” era señalado como uno de los líderes más destacados del CJNG, especialmente por sus operaciones en el puerto de Manzanillo, por lo que su aprehensión marcó un duro golpe para la organización criminal en México.
Este arresto puso en evidencia cómo las ciudades conocidas como “santuarios” están siendo utilizadas como bases de operaciones para los jefes criminales. Sin embargo, su presencia también está dinamizando la violencia en la región, rompiendo la percepción de paz.