Lyn May reaparece con impactante nuevo rostro: “Vedette solo hay una”

La actriz tiene una historia complicada con los procedimientos estéticos

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Lyn May (Instagram/@lyn_may_)
Lyn May (Instagram/@lyn_may_)

Lyn May, famosa vedette que marcó una época del espectáculo mexicano, reapareció en redes sociales para presumir su más reciente tratamiento facial. La actriz compartió una fotografía a la que le agregó la frase: “Vedette solo hay una, y se llama Lyn May”.

Mucho se ha hablado del rostro de Lyn May, quien en su momento reveló a Gustavo Adolfo Infante que tras haberse inyectado la cara con aceite pasó por su mente terminar con su vida. Así lo contó:

“Estaba yo en el Tropicana de la Zona Rosa cuando llegan dos mujeres, muy cariñosas... Tú sabes cuando quieren algo te bajan el cielo: ‘Tú estás jovencita, pero si te haces los pómulos un poquito más grandes te vas a ver mejor y te vamos a poner tantito en la barbita y vas a quedar como reina’ y ahí está la babosa dejándose inyectar aceite”.

Foto: Ig de Lyn May
Foto: Ig de Lyn May

“Después yo sufrí muchísimo, muchísimo, llegó el momento en que me quise matar, no me quería ver en un espejo. Muchas veces cuando me veía en el espejo decía ‘¿Por qué? ¿Por qué’ y lloraba, ya no quería vivir. Y así estuve durante un mes, encerrada, sin salir, no quería salir, no quería nada”, explicó.

La carrera de Lyn May

Lyn May, nacida como Liliana Mendiola Mayanes el 12 de diciembre de 1952 en Acapulco, Guerrero, es una destacada figura del entretenimiento en México. Su carrera despegó en los años 70 como actriz y vedette, dentro del fenómeno conocido como el “cine de ficheras”, un género popular que combinaba comedia, música y baile.

Entre sus películas más conocidas se encuentran Las ficheras (1977), Tívoli (1975) y Los verduleros (1986), en las cuales May se destacaba por su presencia escénica y habilidad para el baile. En estos filmes, encarnaba a personajes que combinaban sensualidad y humor, consolidándose como un ícono del entretenimiento popular mexicano.

Lyn May también incursionó en la música, aunque con menor impacto que en su carrera cinematográfica. Grabó algunas canciones que reflejaban su estilo provocador y su personalidad arrolladora, entre ellas destaca La colegiala, que resonó en el circuito de cabaret y nightclubs. Su música era un complemento a su imagen de vedette, marcando su presencia en el ambiente nocturno de la época.

Con el tiempo, Lyn May se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión y de la cultura urbana del México de los años 70 y 80. Su figura trascendió al ámbito televisivo y continúa siendo un referente de la cultura popular, manteniendo su iconografía en espectáculos de cabaret y en los escenarios donde la nostalgia por el cine de ficheras persiste hasta hoy.

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