Si bien la relación que tuvo el ex presidente Donald Trump con López Obrador fue constructiva, incluso aseguró que le caía muy bien y pensaba que en su pasado había sufrido igual que él los embates de los políticos opositores, también fue impacable en las medidas proteccionistas en materia migratoria y de tráfico de drogas. Sin embargo no se sabe cómo pueda reaccionar Trump con Claudia Sheinbaum, que si bien está cobijada por López Obrador, ella ha tenido una historia diferente.
El presidente mexicano se manifestó hace unos meses respecto a las elecciones de Estados Unido, recordó la postura de migración y otros temas de los aspirantes presidenciales estadounidenses.
López Obrador deseó que les vaya muy bien a ambos candidatos, pero especialmente a los estadounidenses.
“Deseo que les vaya muy bien fundamentalmente al pueblo de Estados Unidos, que son nuestros vecinos, hermanos, ya paisanos, porque hay 40 millones de mexicanos viviendo, trabajando en Estados Unidos y deseamos que les vaya muy bien, mucho, mucho, muy bien, que elijan a su presidente”, enfatizó.
Incluso el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, y la presidenta Claudia Sheinbaum, lamentaron los dos intentos de asesinato contra el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, respecto al segundo atentado perpetrado cuando se encontraba en su campo de golf de Florida.
“Lamentamos la violencia producida en contra del expresidente Donald Trump. El camino es la democracia y la paz”, ha publicado López Obrador en su cuenta de la red social X. Sheinbaum, por su parte, expresó en redes sociales su condena contra la “agresión”, tras lo que ha pedido que la “paz” sea la “guía” en todos los procesos democráticos.
México hizo historia al elegir democráticamente a una mujer presidenta, Claudia Sheimbaum, en este escenario ¿qué pasaría si Estados Unidos también elegiría a otra mujer, en este caso Kamala Harris? La doctora Fernanda Vidal-Correa, Profesora –Investigadora de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana nos dio su postura:
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos representan un momento crucial para la relación bilateral con México, ya que el resultado influirá en temas clave como la economía, migración y seguridad. Si bien persisten incertidumbres en torno al resultado, particularmente debido a lo que se observa en las encuestas en estados bisagra o swing states, podemos anticipar que Kamala Harris resultará victoriosa. Partiendo de esto, es necesario analizar las posibles implicaciones de su presidencia para México.
La elección de Kamala Harris plantea un escenario de continuidad y profundización en algunas áreas en las que la administración Biden ha sentado bases importantes. Se destacan políticas como la Ley de Reducción de la Inflación o la reincorporación de EEUU al Acuerdo de París. Para México, la postura de Harris en temas de seguridad y migración es particularmente relevante, aunque se perciben ciertas contradicciones debido a un discurso cambiante que busca atraer a votantes moderados y conservadores en temas fronterizos. La visita de Harris a la frontera en Arizona es un ejemplo de cómo intenta posicionarse como firme en el control migratorio, anticipando una política de “frontera dura” que refuerza la aplicación de la ley pero manteniendo prácticas humanitarias en su enfoque. Este cambio refleja la necesidad de los demócratas de captar apoyo en áreas donde la percepción de debilidad en seguridad fronteriza podría resultar en pérdida de votos.
Esta postura, aunque pragmática, podría generar tensiones al interior del partido y desafíos en la implementación, al buscar equilibrar una frontera segura con un trato humano para migrantes y refugiados. Para México, este enfoque más colaborativo y estructural permitiría abordar conjuntamente los problemas migratorios, enfocándose en las causas de la migración en lugar de soluciones estrictamente punitivas. Sin embargo, el desafío radicará en que las políticas de Harris logren conciliar los valores humanitarios con una frontera estricta, en una estrategia que priorice la estabilidad regional sin perder el apoyo de sectores clave en el electorado estadounidense.
La posible presidencia de Kamala Harris podría implicar un enfoque progresista que impulse la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Sin embargo, Harris también enfrentará grandes dificultades para implementar políticas debido a las divisiones dentro de su propio partido, así como el rechazo constante de los Republicanos. Al interior del Partido Demócrata, existen diferentes posturas sobre temas fundamentales, como la gestión de la migración y la seguridad fronteriza. Los sectores más progresistas presionan por una reforma migratoria integral y un enfoque más humano en la política de asilo, mientras que los sectores moderados tienden a priorizar el control de la frontera y políticas de seguridad más tradicionales.
Esta tensión interna podría obligar a Harris a buscar un delicado balance, lo que a su vez podría debilitar su capacidad de acción en temas clave de la agenda compartida con México.
Además, la resistencia de los republicanos, que probablemente controlen una o ambas cámaras del Congreso, sería otro obstáculo importante. Esto dificultaría la implementación de políticas de cooperación en temas económicos y migratorios que requieren aprobación legislativa, tales como acuerdos en infraestructura fronteriza y colaboración en seguridad. La postura de los Republicanos frente a Harris también podría acentuar los debates y confrontaciones en temas críticos como el combate al narcotráfico y la regulación de armas, áreas en las que México depende del apoyo estadounidense para reducir la violencia y mejorar la seguridad.
Para México, esta situación implica que la relación bilateral dependerá de la habilidad de Harris para conciliar posturas y construir alianzas estratégicas que impulsen políticas estables y duraderas.
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