Foto del día: por qué un perro Xoloitzcuintle es clave en las ceremonias fúnebres mexicas

En el Posclásico Tardío, misteriosos rituales envolvían cuerpos en su último viaje al Mictlán

Se cree que los Xolos eran utilizados no solo como compañeros, sino también en rituales y como guardianes en la vida después de la muerte. (Pixabay)

La fotografía da la posibilidad de conocer más el mundo que nos rodea, ya sea capturando estructuras arquitectónicas, animales, paisajes o personas que se convierten en protagonistas, nos aproximan a un momento impregnado de sentido estético.

En medio de la monotonía, la imagen de un rincón de México puede servir de recreación, para aliviar la vista y conocer un elemento nuevo que podría servir para lucirse en reuniones.

Esta fotografía nos invita a contemplar sobre la grandeza de la creatividad humana y la belleza de lo que se encuentra en el país. Sin más antesala, a continuación está la imagen del día, proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Ritos y costumbres funerarias en Mesoamérica

El INAH muestra un aspecto importante del país a través de una imagen. (Melitón Tapia. INAH)

Este entierro prehispánico, localizado en Xochimilco y fechado en el Posclásico Tardío, refleja las prácticas funerarias comunes en las sociedades del Altiplano Central. En Mesoamérica, los ritos funerarios variaban según región, cultura y estatus social, aunque solían incluir elementos simbólicos sobre el viaje al inframundo.

Por lo general, el cuerpo era colocado en posición flexionada para simbolizar el regreso a la tierra y se enterraba junto a objetos personales y ofrendas como cerámica, joyas, alimentos y herramientas, útiles para el tránsito al más allá. Entre los mexicas, era común incluir piedras preciosas, cuchillos y jade en la boca del fallecido para protegerlo y facilitar su paso.

En algunas tradiciones, se colocaba un perro Xoloitzcuintle junto al difunto para guiarlo en su travesía por el Mictlán, pues la muerte era vista como una transición hacia otra vida y los rituales funerarios aseguraban un viaje seguro al Tlalocan, Omeyocán o Mictlán, dependiendo de la forma de muerte.

Aunque algunos difuntos eran sepultados en templos o cuevas sagradas, la mayoría se enterraba en sus viviendas. Esta costumbre continuó incluso tras la Conquista, como lo demuestra el espacio fúnebre donde se encontraba el entierro de la fotografía, el cual se encontró consagrado mediante la ofrenda de un perro.

Cuál es la creencia de los Xoloitzcuintles

El Xoloitzcuintle, una raza de perros venerada desde tiempos prehispánicos, desempeña un papel central en la mitología mexica, donde se creía que estos animales eran guardianes de los espíritus. Información del Gobierno de México, los xoloitzcuintles guiaban a las almas de los fallecidos a través del Mictlán, la ciudad de los muertos. Su función principal era ayudar a las almas a cruzar un imponente río en el inframundo. Se decía que si una persona había tratado mal a los animales, el xolo se negaría a ayudarle, dejándolo perecer. En cambio, quienes habían sido amables con los perros en vida encontrarían en el xolo un guía dispuesto a llevarles sobre su lomo hacia el otro lado del río.

Estos animales eran también valorados en el mundo terrenal por su asociación con Xólotl, el dios de la muerte. La leyenda señala que los xoloitzcuintles de color negro no pueden cruzar el río, ya que su color indica que han guiado a suficientes almas. Del mismo modo, los xolos blancos o muy claros tampoco pueden hacerlo, ya que su juventud les impide alcanzar la madurez necesaria para la travesía.