Estos son los puntos oscuros de Tepito que se volvieron un centro de atracción para turistas extranjeros

Este fenómeno, conocido como “turismo oscuro”, atrae a personas de países como Colombia, Panamá, Brasil, Chile y Estados Unidos

La Santa Muerte se ha convertido en un símbolo cultural en este barrio del Centro de la CDMX. REUTERS/Gustavo Graf

El llamado “Barrio Bravo” de Tepito, punto emblemático del centro de la Ciudad de México, está experimentando un aumento en el turismo, impulsado por visitantes que buscan experiencias fuera de los circuitos tradicionales en la ciudad.

Este fenómeno, conocido como “turismo oscuro”, atrae a personas interesadas en los cultos peculiares y oscuros del lugar, como los que se ofrecen a la Santa Muerte.

El barrio ha comenzado a recibir turistas tanto nacionales como extranjeros, quienes están interesados en conocer lugares como el santuario de la Santa Muerte y el altar al Angelito Negro, creado por Alexis, conocido como ‘El Chino’.

Alexis, quien fundó el altar hace 14 años tras la recuperación de su madre de un cáncer, afirma que el sitio recibe alrededor de cincuenta personas al día, provenientes de países como Colombia, Panamá, Brasil, Chile y Estados Unidos.

Las celebraciones a La Santa Muerte, atraen no sólo a fieles, sino a turistas. REUTERS/Gustavo Graf

El turismo en Tepito se asemeja a lo que ha ocurrido en otras regiones de Latinoamérica, como las favelas de Brasil o las comunas de Medellín en Colombia, donde el interés por las experiencias de riesgo y la conexión con realidades diferentes ha atraído a visitantes.

Según Álvaro López, profesor de turismo de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM), es crucial que los residentes locales establezcan límites y controlen el desarrollo turístico para evitar la “zoologización” del barrio.

El impacto del turismo en Tepito podría ser positivo si los visitantes consumen servicios y productos locales, generando ganancias para la comunidad sin que los residentes se sientan culturalmente invadidos.

José Luis, conocido como ‘El Ruso’, propietario del restaurante tradicional ‘Migas la Güera’, considera que el turismo podría beneficiar a los vecinos sin perder la esencia del barrio, a diferencia de lo que ha ocurrido en otras colonias de la ciudad como la Roma o la Condesa, que han sido gentrificadas.

El interés turístico en Tepito se intensifica especialmente durante el Día de Muertos, una de las festividades más importantes de México, cuando el santuario de la Santa Muerte, fundado por ‘Doña Queta’ hace casi 25 años, recibe una mayor afluencia de visitantes.

La llegada de turistas representa un desafío y una oportunidad para el barrio, que debe encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación de su identidad cultural.

Cada noviembre se festeja a esta deidad en el Barrio Bravo de Tepito Foto: Cuartoscuro

Desde los tiempos prehispánicos a la actualidad, la historia de Tepito

El asentamiento de Tepito se remonta a la época prehispánica, cuando era una pequeña población mexica llamada Tepetitlán, que significa “cerrito” en náhuatl. Tras la conquista española, se convirtió en un barrio indígena y empobrecido de la capital del Virreinato de Nueva España.

En el siglo XIX, después de la Independencia de México, Tepito se consolidó como un vecindario popular, habitado por obreros, artesanos y comerciantes humildes. Su mercado informal callejero y sus talleres comenzaron a caracterizarlo.

A inicios del siglo XX, el barrio se hizo famoso por sus pulquerías y por las celebraciones del Día de la Santa Cruz en mayo. También se volvió conocido por el comercio informal y la actividad delictiva.

Durante los años 40 y 50, Tepito fue escenario de violentos enfrentamientos entre bandas callejeras rivales, como las “Faras” y las “Narcas”. En esa época, se afianzó su reputación como un lugar peligroso pero también pujante.

Desde los 60 hasta la fecha, Tepito se ha mantenido como un importante centro comercial informal, con abundancia de comercios populares y un mercado negro muy activo. Persisten los problemas de inseguridad y delincuencia, pero también una gran identidad cultural y arraigo vecinal.