Dos personas acusadas de asesinar a un ciudadano indio mientras circulaba sobre Viaducto para robarle su dinero, que además fueron ligados a más crímenes de este estilo, fueron sentenciadas a más de 40 años de prisión, luego de que la Fiscalía General de Justicia del Estado de México acreditó su intervención en este hecho delictivo.
Este sábado se informó que Kevin Gabriel Soto Bolaños y Rocío Esmeralda Hernández Ramírez, quienes en el mes de marzo del año 2023 participaron en el homicidio del ciudadano indio Ketan Shah, quien fue balaceado cuando circulaba en su vehículo sobre la avenida Viaducto Miguel Alemán en la Ciudad de México.
Del mismo modo, se sabe que ambos participaron en otro homicidio de una persona de 71 años ocurrido el 1 de marzo en una sucursal bancaria ubicada en la avenida 16 de septiembre de la colonia Alce Blanco, municipio de Naucalpan de Juárez, en el Estado de México.
Gracias a sus declaraciones, así como resultado de investigaciones de las autoridades, se supo que estas personas pertenecían a un grupo delictivo dedicado al robo a usuarios de instituciones bancarias y casas de cambio, algunas de estas instaladas en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
De acuerdo con el comunicado emitido por las autoridades del Estado de México, los implicados aportaron información sobre su modus operandi y el reparto de funciones para la comisión de estos ilícitos, cuya labor consistía en vigilar a las víctimas que eran seleccionadas previamente en las sucursales correspondientes.
“Con la información recabada se pudo establecer que, como parte del modus operandi del referido grupo delictivo al que pertenecían los ahora sentenciados, tenían acceso remoto a las cámaras de videovigilancia de las casas de cambio –al menos en dos establecimientos–, de manera tal que, valiéndose de información reservada como el número de usuario y contraseña de estos dispositivos, visualizaban el interior de la propia casa de cambio, a los usuarios y el numerario objeto de las operaciones, para seleccionar a sus víctimas y posteriormente contactar al líder del grupo, a quien le referían montos, media filiación, tipo y color de vestimenta” señalaron las autoridades.
Posteriormente, el jefe de la célula contactaba a los denominados “picadores”, individuos ubicados en las inmediaciones del establecimiento para identificar el transporte que abordaría la víctima y la salida del aeropuerto que utilizaría, además de cubrir su trayecto a bordo de un vehículo automotor para “hacer muro”. La información era transmitida de forma simultánea a otra célula encargada de dar alcance a la víctima a bordo de motocicletas, para finalmente desapoderarla del numerario, amagándola con armas de fuego.
La célula criminal se reunía más tarde en un lugar previamente establecido en la Ciudad de México, donde ocultaban los vehículos y las armas utilizadas, además de distribuir el numerario entre ellos y realizar depósitos al resto de los intervinientes a través de tarjetas departamentales.