El estado de Guerrero es considerado una zona altamente sísmica debido a su ubicación entre la placa de Cocos y la placa de Norteamérica. De la interacción de ambas placas se generan los principales movimientos telúricos que pueden sentirse en el centro del país.
Debido a este hecho, se creó el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES) y en 1989 se colocaron sensores en el estado de Guerrero para crear la primera versión del Sistema de Alerta Sísmica en México.
Los sensores detectan los sismos importantes en Guerrero y avisa con al menos 50 segundos de anticipación la llegada de ondas sísmicas importantes a la zona metropolitana del valle de México, sin embargo, aún existe un fenómeno sísmico en esta entidad que los científicos no terminan por descifrar.
Los sismos lentos, un fenómeno casi imperceptible
Aunque la actividad sísmica en Guerrero ha sido estudiada por distintas universidades durante años, existe una zona conocida como “La brecha de Guerrero” que sigue sorprendiendo a los científicos por sus movimientos telúricos.
En los últimos 100 años los expertos no habían tenido registros de temblores en la brecha de Guerrero, la cuál se extiende por 150 kilómetros y es la zona más cercana entre el choque de la placa de los Cocos y la placa de Norteamérica. Debido a los registros se tenía la creencia de que esta zona no podía presentar actividad sísmica.
Sin embargo, las nuevas tecnologías, entre ellas el Sistema de Posicionamiento Global (GPS), fue capaz de percibir un fenómeno nombrado como “sismos lentos”, los cuales habían sido indetectables por los sensores del CIRES, y al parecer solo se registran en la brecha de Guerrero.
“Los temblores son movimientos muy rápidos, por ejemplo de 8 segundos y el proceso dura 60 desde la fuente, los sismos lentos pueden llevar un proceso de meses de tal manera que los sismógrafos no pueden registrar esto”, comentó Shri Krishna Singh, ingeniero de la UNAM.
El fenómeno descubierto en la brecha de Guerrero en 2001 se definió como la liberación de energía elástica acumulada de las placas tectónicas, y cambió para siempre el entendimiento internacional de la sismología, aunque los especialistas comentan que aún tienen que hacerse más estudios para comprender los alcances de los sismos lentos.
“El avance en la tecnología, el desarrollo de métodos de inteligencia artificial y los nuevos equipos de medición hacen un mundo nuevo, lo que conoceremos en 20 o 30 años será mucho más amplio”, comentó Arturo Iglesias científico del Servicio Sismológico Nacional
El primer registro de un sismo lento bajo el mar
En abril de 2022 concluyó la expedición mexicano japonesa de la Universidad Autónoma Nacional de México y de la Universidad de Kyoto a bordo del barco “El Puma”, la cuál duró seis años con un presupuesto anual de un millón de pesos.
La misión logró rescatar tres de los siete sismómetros instalados en el fondo marino en 2019 y logró otros ocho sismómetros para que aporten valiosos datos en los próximos años. Los registros de los sismómetros marinos sorprendieron a los investigadores, pues lograron confirmar la existencia de los sismos lentos en el suelo marino.
“Nunca habíamos observado directamente en México los sismos lentos bajo el mar”, aseguró el científico de la UNAM Víctor Manuel Cruz Atienza.
“Estos deslizamientos silenciosos entre las placas, recogidos por la expedición científica, son los previos y posteriores al terremoto en Acapulco de septiembre de 2021″, agregó.