A qué se dedicaba Osiel Cárdenas Guillén antes de crear a Los Zetas bajo el manto del Cártel del Golfo

‘El Mata Amigos’ fue entregado a autoridades mexicanas después de pasar 17 años en EEUU

Cárdenas Guillén buscaba saciar su hambre de lujos a través de actividades delictivas. (Infobae México)

El nombre de Osiel Cárdenas Guillén ha circulado en múltiples espacios noticiosos y foros de discusión debido a que autoridades de Estados Unidos confirmaron su deportación a México el 16 de diciembre de 2024. En su país natal, el exlíder criminal enfrenta al menos tres órdenes de aprehensión por homicidio calificado, delincuencia organizada y delitos contra la salud.

Al concretarse su entrega a las fuerzas de seguridad mexicanas, la Fiscalía General de la República (FGR) advirtió que podrían reactivarse al menos siete procesos penales más, relacionados con delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita y posesión de armamento exclusivo del Ejército.

Pese a que la idea no fue exclusivamente suya, a Cárdenas Guillén se le atribuye la creación de Los Zetas a finales de la década de 1990. Tras la detención de Juan García Ábrego en 1996, Osiel quedó al frente del Cártel del Golfo y se encargó de formar un letal cuerpo de seguridad.

Con ayuda de Arturo Guzmán Decena, Cárdenas reclutó a 31 desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del Ejército Mexicano. Gracias a esta guardia de sicarios con entrenamiento militar, Osiel Cárdenas se mantuvo por casi seis años como un violento jefe delictivo que, con tal de no perder su posición en el cártel, ordenaba por igual el asesinato de colaboradores o enemigos.

De acuerdo con el libro Osiel: vida y tragedia de un capo, escrito por el periodista Ricardo Ravelo, la incursión de este hombre en el crimen organizado fue producto del deseo de tener una vida ostentosa, con los lujos a los que no tuvo acceso en su infancia.

Ficha de búsqueda de Cárdenas Guillén emitida por el FBI. (Foto: FBI)

“En su juventud y hasta su captura en 2003, sólo lo jalona la voracidad por el dinero y los placeres [...] Crecido en la miseria, el adolescente Osiel la rechaza tanto como la sufre”, escribe el periodista. Cárdenas Guillén nació en 1967 en Matamoros, Tamaulipas, en una época de pleno esplendor para el histórico traficante de alcohol, Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas.

“El mundo que esperaba a Osiel no era prometedor. En la zona donde nació había muchas familias cuyas fortunas eran cuantiosas. En contraste, sus padres vivían inmersos en la pobreza y la desesperación por falta de recursos”, puede leerse en el escrito de Ravelo.

Acorde con la información citada por el periodista, Cárdenas Guillén estudió la secundaria en una escuela nocturna de su ciudad natal. Durante su adolescencia y el inicio de su etapa adulta, alternaba sus estudios con un trabajo de mesero en el restaurante El Mexicano.

“Allí lava platos y sirve como mandadero. Sólo tiene 18 años y vive rumiando acerca de la vida que lleva. Pero también guarda sueños y ambiciones en los que funda la seguridad de tener las capacidades necesarias para conducir una alta empresa, vivir como príncipe, vestir prendas elegantes y frotar su piel con perfumes finos”, expone Ravelo en la obra.

Por su parte, la profesora e investigadora especializada en crimen organizado, Guadalupe Correa-Cabrera, expone en el libro Los Zetas Inc. que Osiel también trabajó como mecánico en la ciudad de Matamoros.

A los 22 años, Osiel invirtió los pocos recursos que había logrado acumular en un terreno para abrir su propio taller mecánico con ayuda de su hermano Rafael, quien para ese entonces ya estaba involucrado en el narcomenudeo. Poco después sería su familiar quien le ofrecería su primer trabajo en el ámbito del tráfico de drogas a pequeña escala.

El taller de Osiel se convirtió en una base de operaciones, en donde recibía por igual a consumidores y a policías locales y federales, con quienes estableció sus primeros acuerdos de protección.

Al inicio de su carrera delictiva, Osiel se dedicó a vender ‘grapas’ de cocaína (bolsitas con un gramo de la droga). “Ya como delincuente, cambia su nombre por el de Alberto Salazar González en un juego perverso por ocultar su identidad”, asegura Ravelo en su texto.

Según el citado libro, se sometió a procedimientos estéticos, como la colocación de un implante de cabello y la transformación de su mentón, para que el nuevo rumbo de su vida se viera reflejado también en su aspecto.

Con el paso de los años, Cárdenas Guillén integró a su red de influencias a traficantes de la zona, personal carcelario de Tamaulipas y agentes policiacos. Con su ayuda, allanó el camino que lo llevó finalmente a la cúpula del grupo criminal.