“Son personas que se van y luego aparecen”, declaró Enrique Alfaro en noviembre de 2022, año en el que comenzaron a repuntar los casos de personas desaparecidas en Jalisco, el estado con más de 15 mil víctimas que salieron a la escuela, a trabajar o a divertirse y que no regresaron a sus hogares: con dolor y la esperanza de encontrarlos, sus familiares los buscan a pesar de la represión de las policías locales y estatal.
No se puede negar que “la dinámica de desaparición en el estado está ligada al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), no se menciona porque a veces es sobreentendido, a veces por prudencia, pero es evidente”, comentó para Infobae México Jorge Ramírez, integrante del Comité Universitario de Análisis en Materia de Desaparición de Personas.
El académico remarca que fue justamente en 2022 -cuando Enrique Alfaro decía que 9 de cada 10 personas desaparecidas se fueron por “voluntad propia”- el año en que los reportes comenzaron a incrementarse y cuando el discurso oficial comenzó a “negar el problema”:
“Que no había desapariciones, que los medios exageraban, que éramos gente que no quería que le fuera bien al estado y que exagerábamos las cifras. Un discurso que ha mantenido hasta la fecha”.
Esta semana el gobernador de Jalisco (Enrique Alfaro) rechazó que se viva una “crisis de desaparecidos, no es cierto”. Sus palabras están relacionadas con las denuncias de al menos 35 reportes de personas desaparecidas en las inmediaciones de la Central Camionera de Tlaquepaque, donde según cifras oficiales 15 no han sido localizadas y dos más fueron halladas sin vida.
Aunque el gobernador lo niega, los familiares de las personas desaparecidas han reconocido -con información oficial- similitudes entre los casos, los más evidentes: la mayoría de las víctimas eran jóvenes, algunos de ellos recibieron ofertas de trabajo bien remuneradas en otras regiones del estado y su último contacto con sus familiares fue en las instalaciones o inmediaciones de la Central de Tlaquepaque.
Represión por buscar a sus desaparecidos
El 7 de agosto un grupo de manifestantes se instaló frente a la Casa Jalisco para exigir la localización con vida de Gustavo Rojo, un hombre 35 años que desapareció desde el pasado 9 de julio en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga; la respuesta de las autoridades fue dispersar con violencia a los manifestantes y detener a dos de ellos, incluido uno de los hermanos de la víctima.
“De esta administración ya no cabe esperar nada, está por terminar en unos meses. Lo grave es que viene un gobernador que viene del mismo partido y parece que trae las mismas decisiones; su discurso es un poco más favorable a las víctimas y entiende que la política en la materia es escucharlas: eso está muy bien, pero no es suficiente, no ha propuesto nada novedoso o radical para combatir el problema”.
Parte del problema, reconoce Jorge Ramírez, es la falta de oportunidades para los jóvenes de Jalisco, una población (entre 15 y 29 años) que concentra el 25.6 por ciento de los habitantes, según datos del Consejo Nacional de Población.
Es por lo anterior que muchos jóvenes que buscan mejores oportunidades caen en manos de las falsas propuestas de trabajo del CJNG, una ‘estrategia de reclutamiento’ que coincide con los registros de desapariciones, en los que el 80 por ciento de las víctimas tenía entre 20 y 40 años.
“La falta de oportunidades hace a los jóvenes potenciales víctimas de la delincuencia; para algunos ingresar al CJNG es conseguir el empleo de su vida; para ellos ingresar al cártel significa el acceso a una organización que tiene normas, ingresos aparentemente estables y que les brinda la oportunidad de salir de una violencia más difusa: la de las pandillas y la familiar”.
“Falta Aldo” es el grito que ahora retumba en las paredes de la Casa Jalisco. Aldo González desapareció el pasado 13 de abril, es estudiante del Centro Universitario de ciencias de la Salud y uno de los 27 alumnos de la Universidad de Guadalajara (UdeG) reportados como desaparecidos y no localizados.
Los gritos de los familia y amigos de Aldo chocaron con los muros de la Casa Jalisco, una fortaleza con la que se han enfrentado decenas de madres buscadoras que tuvieron como respuesta la represión cuando lo que buscaban era atención y comprensión.